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María Gijón, experta en género: “Los juguetes sexistas perpetúan roles que encasillan a las niñas en el cuidado y en la importancia de su imagen”

La también especialista en coeducación publica ‘Cuentos para educar sin estereotipos’, seis historias divertidas que tratan temas de igualdad en aspectos como los colores, el deporte o la ropa

María Gijón
La experta en género María Gijón apuesta por una educación libre de estereotipos. Lucia Marcano

Para educar en igualdad es imprescindible hacerlo sin estereotipos, aprender a reconocerlos, y madres y padres deconstruirse para reducirlos al máximo de su comportamiento. Así lo cree la experta en género y coeducación María Gijón Sánchez (Madrid, 1982), conocida por su cuenta en redes sociales Educar sin Estereotipos y que ha publicado Cuentos para educar sin estereotipos (Penguin Random House, 2022), seis historias que, además de divertidas, tratan temas de igualdad en aspectos como los colores, el deporte, los juguetes o la ropa.

Como Gijón considera, los estereotipos marcan qué actividades se fomentan, el tipo de juguetes que se compran a los niños y niñas, la ropa que se ponen y, más adelante, incluso los estudios que elegirán. Para la experta, ya es hora de educarles bajo el mismo patrón: el de la libertad.

PREGUNTA. ¿Qué se esconde bajo el rosa para las niñas y el azul para los niños?

RESPUESTA. Que en la mayoría de productos infantiles solo existan el rosa o el azul nos dice que desde la más tierna infancia tenemos que elegir entre dos polos opuestos. El rosa para las niñas en el que se engloba todo lo relacionado con el cuidado, las muñecas y la estética. Por eso los productos de este color son aquellos que en sus imágenes incluyen princesas, objetos de maquillaje o peluquería o animalitos tiernos. Y luego está el otro polo, el azul o los colores oscuros para los niños, que están en los juguetes de acción, construcciones, superhéroes y ropa que invita al movimiento y a la ocupación del espacio. Debemos saber que existen muchos más colores, ¿por qué perdérnoslos? La polarización se está extendiendo cada vez más a productos que ni siquiera tienen diferencia, como una loción de piojos o a algunos con un matiz más sutil, como un ambientador de coche, con el tono rosa para el olor dulce y el azul para uno más fuerte.

P. ¿Por qué la ropa de las niñas suele ser más incómoda?

R. Es una forma muy sutil y a la vez peligrosa, y que permea de tal forma que la naturalizamos, de decir a las mujeres que debemos estar en un segundo plano, en este caso, por detrás de la estética. El “para presumir hay que sufrir” nos influye muchísimo más a las mujeres, siempre en pro de la belleza, de estar guapas para los demás. La ropa de niña no solo es más ajustada y más pequeña que la misma talla para niño, es que, además, es menos cómoda; no tienen bolsillos o se abrochan por la espalda, de manera que pierden la autonomía para vestirse.

P. ¿Cómo podemos saber cuándo la ropa y los disfraces son sexistas?

R. Un truco muy fácil es imaginárnoslo puesto en el sexo contrario para el que va dirigido. Si nos choca es que hay algo sexista, pero además también podemos analizar si fomenta algún rol en concreto, por ejemplo el de chica tonta o si está mostrando partes del cuerpo que no vienen a cuento o si es incómodo para la actividad que se realiza... Por ejemplo, ¿es la falda más cómoda o tiene algún sentido frente al pantalón para jugar al tenis? Rotundamente, no.

P. ¿Por qué considera que deberíamos abandonar el sexismo en los juguetes?

R. Las niñas y los niños aprenden porque juegan, descubren su lugar en el mundo, lo que pueden y deben hacer, por lo tanto, los juguetes son cruciales en una educación en igualdad. Los juguetes sexistas perpetúan roles y estereotipos que siguen encasillando a las niñas en el cuidado, en la importancia de su imagen y en un rol pasivo, y a los niños en roles activos y muchas veces violentos. Un niño al que no se le ha permitido cuidar a un bebé, empatizar con un muñeco o llorar cuando se ha caído será un adulto con muchas carencias emocionales y familiares.

P. En el libro recomienda que si un juguete nos parece sexista contactemos con el fabricante. ¿Lo ha hecho?

R. Lo hago casi de forma diaria desde la cuenta de Educar sin Estereotipos, no solo con juguetes, sino con todo tipo de productos. Al principio, también escribía al Observatorio de la Imagen de las Mujeres, dependiente del Instituto de la Mujer, pero como nunca me contestaban dejé de hacerlo. En un caso, denuncié la imagen sexista de niñas de rosa, vestidas muy dulces con una moto de madera rosa frente a la de niños como tipos duros moteros en la misma bici, pero color madera. La marca se disculpó comunicando que no era para nada su intención. A los pocos meses habían cambiado el estilismo de niñas y niños y todos eran roqueros, sin estereotipos. El Ministerio de Consumo debería crear una vía directa para denunciar el sexismo en todo tipo de juguetes.

Igualdad y deporte, esencial en la infancia

P. ¿Por qué considera importante, por ejemplo, buscar centros de actividades deportivas que den prioridad a grupos mixtos y valoren la diversidad?

R. Hasta los 12 años, aproximadamente, no hay diferencias en las capacidades físicas de niñas y niños, por tanto, las actividades mixtas muestran a ambos sexos que pueden hacer las mismas cosas y que el resultado no dependerá de su género, sino de sus capacidades personales, de su esfuerzo y de su entrenamiento. Si crecen haciendo deporte juntos, de mayores lo tendrán absolutamente normalizado e interiorizado.

P. ¿Qué opina sobre el futbolcentrismo de los patios de los colegios? ¿Cómo se podrían hacer estos lugares de juego más inclusivos para todos?

R. El futbolcentrismo en los patios es un reflejo de la sociedad y para cambiar esa dinámica debemos cambiar también esa ocupación del espacio. Las patadas fuertes al balón o que te puedan dar un balonazo (seas niña o niño), además de la propia configuración del juego, hacen que las personas que no juegan queden relegadas a los extremos y lo más lejos posible. Es un deporte que ya ocupa mucho espacio fuera del colegio, por lo que sería bueno que los centros educativos apostasen por otros deportes más inclusivos, diversos y en los que se valoren otras capacidades. Una buena opción de juego de pelota es el baloncesto o el voleibol, pero también introducir deportes como el béisbol o el hockey para que los conozcan y tengan la oportunidad de probarlos. En definitiva, para conseguir que sea un espacio de todo el alumnado y no solo de unos pocos, sería genial hacer una asamblea, preguntar gustos y recibir propuestas, que los patios incluyan zonas de naturaleza, con árboles, sombras (no un mero patio de cemento), que se roten los espacios y se fomenten actividades diferentes al margen del deporte que pueden ser juegos también, pero no siempre el mismo y único deporte.

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