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Cómo actuar frente a la desidia de tu hijo adolescente

Algunos padres pueden percibir desmotivación, aburrimiento, falta de interés y de ilusión en sus chicos, algo que les causa un sentimiento de frustración y preocupación. Nueve consejos para motivarles

Una madre y su hija de turismo.
Una madre y su hija de turismo.Metin Ozer

Algunos padres pueden percibir desmotivación, falta de interés y de ilusión en sus hijos adolescentes, algo que les causa un sentimiento de frustración y preocupación y les deja sin, probablemente, las suficientes herramientas para dar solución a tal efecto. Resulta esencial dar valor a este suceso y valorar el modo más conveniente para procurar que no se prolongue en el tiempo y derive en algún tipo de fracaso o sentimiento agudo de frustración. Algunos profesionales de la educación aseguran que es conveniente que el centro escolar y la familia creen en los jóvenes las condiciones óptimas para lograr aprender y se sientan capaces.

En la adolescencia ocurren muchos cambios. Es un periodo de gran crecimiento a todos los niveles. El concepto adolescencia se asocia al dinamismo, aunque contrariamente puede relumbrar una severa apatía. “Estos requieren de mucha energía para afrontar su momento vital. Resulta negativo infravalorar los intereses de los hijos, sus pasiones e ilusiones hacia algo. Hay que procurar fomentar aquello que más felices les hace”, sostiene Francisca Barrios, psicóloga infanto-juvenil. A mayores, confirma Barrios que, en la actualidad, dada la situación sanitaria mundial que todos soportamos, puede incrementarse el hecho de que los chicos y chicas se muestren con menor entusiasmo para enfrentar sus actividades, del mismo modo, que sumen ansiedad.

Para la profesional, las transformaciones que se suceden en la adolescencia, pueden traer asociadas un incremento en la inseguridad y necesidad de ser aceptados, influyendo esto en su autoestima. Barrios expone que resulta habitual que entre padres se comenten expresiones de desgana que sus hijos adolescentes utilizan a diario como: “no quiero”; “déjame”; “paso” o “no me apetece”, entre otras. Y generalmente, van acompañados de un sinfín de movimientos aletargados y de apatía o, comúnmente, flojera.

Frente a estas acciones (o inacciones), la psicóloga especialista en niños y adolescentes declara que es relevante entender el rol de los padres “desde la conexión con el momento que los hijos sienten”. “Los padres han de conectar con sus hijos adolescentes desde los espacios de conversación no forzada. Ambas partes han de disponer de espacios en los que permitan ver las necesidades de los jóvenes y recibir sus mensajes, sin atosigarlos ni apurarlos. Se puede, además, aprovechar ese momento para reforzar su autoestima desde el valor propio de lo que son y sus características positivas, apoyando a que transiten de mejor manera por este periodo”, destaca Barrios.

La experta refrenda su argumentación con una frase extraída del libro Hijos con autoestima positiva, de las psicólogas Neva Milicic y Soledad López de Lérida, que dice así: “Para tener una buena comunicación con los hijos, hay que aprender a entender lo que sienten, piensan o necesitan, sin necesariamente esperar que hablen, sino tratar de leer las señales de su cara, cuerpo y acciones en un momento dado”.

Tener en valor los sentimientos y deseos

Todos los adultos han pasado por una infancia y una adolescencia, etapas que cada uno ha vivido y resuelto de diferentes modos. Sin embargo, puede llegar a suponer una verdadera encrucijada empatizar y conectar con un adolescente que está encarando ese momento. “Cuando nuestros hijos tienen entre 10 y 19 años, experimentan muchos cambios físicos (también a nivel cerebral) propios de la edad, lo que los lleva a enfrentarse a un mundo social y emocional más rico y complejo”, afirma Marc Muñoz, psicólogo.

A esta edad, los padres dejan de ser los principales referentes de los hijos y las amistades cobran un especial sentido de pertenencia e identidad. Resulta común que un adolescente se encierre en sí mismo y sienta vergüenza, incluso culpa, por algo que le inquieta o perturba. “En este momento vital, muchos jóvenes españoles (dos de cada 10 en 2019 y tras la pandemia del coronavirus todavía más) tienen algún problema de salud mental. Ante este panorama, un chico o una chica, y dependiendo del problema que viva, puede sentirse confundido y desesperanzado, sin saber qué hacer, incluso sentir y, expresando su malestar a aquellas personas en quien más confía”, sostiene Muñoz.

Los psicólogos coinciden en señalar que la desmotivación o desgana que sufren los adolescentes escapa a su voluntad y no lo hacen para llamar la atención. Pedro Velasco Alonso, psicólogo especialista en terapia familiar, refiere que los hijos adolescentes, teniendo presente su etapa evolutiva, pasarán por diversas situaciones más o menos complicadas “dependiendo de los recursos personales y la edad de cada uno de ellos”. Para Velasco Alonso, lo que se debe poner en práctica son las habilidades de comunicación y negociación y el autocontrol de las emociones, “de forma que las emociones permitan establecer espacios de diálogo y convenio”.

Habitualmente y sin pensarlo, los padres pretenden que el hijo haga lo que ellos dictan y sin presentar objeción alguna. Teresa Jiménez de Miguel, psicóloga infantil, asegura que tras ese pensamiento impera una visión adultocentrista: “Una educación autoritaria, un tener razón y un ejercer el poder sobre el que creemos que está por debajo”. “El obedecer o el actuar como uno quiere porque así uno lo quiere significa sumisión y favorece el abuso de cualquier tipo, sea sexual, laboral, marital o familiar y no es para nada natural. Es normal que un joven se rebele, frustre o bloquee cuando el adulto le manda”, remarca la psicóloga. Jiménez de Miguel asevera que, en muchos momentos, los progenitores no priorizan la edad de los hijos, la etapa en la que se encuentran, sus intereses, lo que hacen ni el modo de hacerlo. Y asegura, que es algo que debe tenerse muy en cuenta en el trato con ellos.

“Durante esta etapa evolutiva, la adolescencia, el ser humano entra en un proceso de maduración en donde puede experimentar emociones y sentimientos nunca antes experimentados”, añade Fernanda Rodríguez Muguruza, psicóloga infantil y juvenil. La experta en adolescentes propone una serie de observaciones para que las familias consigan afrontar los complejos momentos con sus hijos y les ayuden a encontrar aquello que verdaderamente les motive e ilusione:

  1. Crear un vínculo de confianza padres-hijos. Escucharlos atentamente y sin críticas.
  2. Educar emocionalmente para que identifiquen, comprendan y expresen sus emociones.
  3. Integrarlos en la toma de decisiones para que así se sientan autónomos y motivados. Dejarlos intervenir, negociar o dialogar sus obligaciones, dentro de un límite.
  4. Ayudarlos a conocerse a sí mismos. Acompañarlos para descubrir sus talentos, aficiones y/o habilidades.
  5. Colaborar en que fijen metas y trabajen para alcanzarlas. De este modo, se encontrarán más motivados, incluso, tendrán mejores resultados si los observan escritos en un lugar visible.
  6. Resaltar las motivaciones internas: Es importante ayudar a los hijos a que entiendan que no siempre hay premios físicos, sino que también pueden tener recompensas internas.
  7. Enfocarnos en sus logros para que su motivación se estimule. Los padres han de involucrarse en cada paso positivo que den los hijos y reforzar su empeño. Sobre todo, resulta determinante no criticar sus errores.
  8. Dar ejemplo. Los hijos tienen como modelo a sus padres, por lo que imitarán sus comportamientos y actitudes.
  9. Tener paciencia y darles cariño. La adolescencia es una etapa de cambios muy difícil para los hijos y lo que más necesitan es el soporte de su familia para enfrentarla y superarla.

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