Beatriz Cazurro, psicóloga: “Las pautas de crianza no valen para todos los niños ni se pueden incorporar siempre igual”
La psicoterapeuta rehúye de los consejos de expertos y pseudoexpertos y propone en su nuevo libro una aproximación a la relación con los hijos más centrada en el sentido común y en la unicidad de cada menor y de cada progenitor
“Las relaciones son una cosa muy compleja, también las de madres e hijos. Llevo más de 20 años ejerciendo como psicóloga y siento que me queda mucho por saber todavía. De hecho, cuanto más sé, más consciente soy de lo difíciles que son”, afirma la psicóloga y psicoterapeuta Beatriz Cazurro (Valladolid, 41 años). Por eso precisamente, porque son difíciles, afirma que las pautas que expertos y pseudoexpertos comparten recurrentemente en libros, foros, blogs y redes sociales para la crianza y educación de niños y niñas pueden ser válidas en algún caso o funcionar en un momento concreto, pero que ni mucho menos se pueden generalizar ni se deberían intentar seguir a pies juntillas. “Me molesta mucho cuando veo a profesionales o influencers que con toda la seguridad te dicen ‘esta es la receta’, que reducen todo a ‘haz esto para que tu hijo se porte bien’. Es que no es verdad. Me parece una falta de respeto a las madres y los padres, pero, sobre todo, a los menores”, sostiene.
En su último libro, Atender lo invisible (Planeta, 2025) —su segundo volumen—, Cazurro rehúye las pautas y propone una aproximación a la relación con los hijos más centrada en el sentido común y la autenticidad, en la unicidad de cada niño y de cada padre y madre. También hace hincapié en la realidad de su entorno, de todo ese mundo invisible —la relación con las familias de origen, la situación económica y social, el estrés laboral, los conflictos de pareja— que les rodea, les influye y les configura.
PREGUNTA. ¿Los padres crían demasiado constreñidos y mediatizados por pautas y consejos de expertos y pseudoexpertos?
RESPUESTA. Creo que hubo un primer momento de hablar de pautas como una especie guía, de idea hacia dónde ir, pero al final se han convertido en un dogma que no tiene en cuenta que cada familia, cada niño y las circunstancias de cada cual son distintas. Las pautas no las puede seguir todo el mundo o no se pueden incorporar siempre igual. Hay muchas familias que se agarran a ellas con mucha rigidez, y, sin embargo, no les funcionan. Vienen a consulta contándote que lo hacen todo, pero que sus hijos no están bien, que “hacen todas las técnicas, pero que no les funcionan”.
P. La escritora gallega María do Cebreiro, autora de Maternidades virtuosas, dice que hoy, como padres y madres, hemos reemplazado la experiencia de criar por la información sobre cómo hacerlo. ¿Qué opina al respecto?
R. Creo que en parte es así, porque una cosa es informarte y partir desde esa información, y otra cosa distinta es querer ser el libro. Es algo que pasa, sobre todo, con los primeros hijos. Luego tienes un segundo y te das cuenta de que las cosas no encajan, te vas cansando, no llegas a todo, y por regla general las cosas se flexibilizan. Pero cuando hay solo un niño o es el primero, de repente mucha gente quiere ser el libro. Y no. Tiene que haber un punto de experiencia, de ver qué te funciona y qué no, de ver cómo es tu hijo, de conocerle. En cualquier relación quieres conocer a la otra persona y ver cómo te ajustas a ella, pero con los niños parece que no, que todos son así y que hay que tratarlos de tal manera para que salgan bien. Y no, cada niño es un mundo.
P. “La información genera conciencia, pero a veces se nos olvida que esa conciencia puede generar también muchísima inseguridad”, escribe en su libro.
R. La inseguridad en sí misma no es mala. Buscar información y darte cuenta de que quieres cambiar cosas parte de estar un poco inseguro. El problema es que cuando tienes mucha inseguridad eso te bloquea, te desconecta, genera mucha culpa. Y muchas veces esa inseguridad hace que la experiencia de la maternidad, que ya es complicada de por sí, se viva con más insatisfacción.
P. ¿Qué consecuencias tiene para los niños y niñas que sus progenitores estén encorsetados por las pautas?
R. Les genera mucha confusión. Imagínate que tu pareja continuamente te esté diciendo que te entiende mucho, pero tú te sigues sintiendo muy solo o sientes que realmente no te entiende aunque te diga que sí. Eso genera mucha confusión. Al final, los niños sienten que no hay una autenticidad, que les estás transmitiendo un mensaje no verbal completamente distinto a tu conducta, y llegados a ese punto no saben a qué atender, no saben si lo que sienten está mal o está mal lo que les dicen, y para un niño siempre va a ser generalmente lo primero.
P. “¿Nos planteamos cómo puede llegarles a los niños que estemos validando su emoción con el objetivo oculto de ver si deja de llorar de una vez? ¿O cómo les llega que les digamos que tienen permiso para sentir cuando esa emoción, en realidad, nos está agitando muchísimo?”, se pregunta precisamente en el libro.
R. Es que a veces es más honesto decir: “Mira, te quiero entender, pero no te entiendo”. ¿Cuántas madres, por ejemplo, hay dando teta durante muchísimo tiempo cuando no pueden más? Diciendo: “Ya no sé si quiero, pero es lo mejor”. Al final seguimos pautas a rajatabla porque hemos leído que es lo mejor, pero nos dejamos a nosotras de lado. Y ojo, estoy súper a favor de la lactancia, quiero que se favorezca y se promocione mucho, pero si lo estás odiando, igual hay que plantearse cosas. No digo dejar la lactancia, pero sí escucharte, no ignorarte y buscar opciones para sentirte mejor. Si no haces ese ejercicio, te estás engañando a ti misma.
P. La única pauta es la seguridad, titula un capítulo. ¿Qué se entiende por seguridad?
R. Es una sensación difícil de explicar, algo que sientes en el cuerpo, una vía invisible de comunicación. Que tus hijos vean que no te hundes cuando algo sale mal, que afrontas los problemas, que puedes atravesar cualquier emoción, que si te ven discutir con tu pareja se puede solucionar… Ver ese tipo de cosas da mucha seguridad, porque ven que tienen unas figuras de autoridad que pase lo que pase tienen una respuesta, que igual no es la perfecta o la correcta, pero que la tienen. Creo que eso es lo que les llega, más que aquello que les dices.
P. También dice que cuando fue madre entendió la importancia “de estar, la presencia”.
R. “Estar” es una palabra que se utiliza mucho. Y me refiero a estar con los errores, no a estar siempre perfecta, ideal, zen. Estar es entender, sintonizar, conectar… Estar es acompañar a nivel emocional, pero también a nivel físico. En la época en que fui niña, por ejemplo, no había ningún tipo de educación emocional, y pese a ello yo valoro mucho que mi madre estuviera, ir a casa y que hubiera una persona, que te preparara la merienda, tener que hacer un disfraz y que nos ayudara. La presencia física ayuda mucho; y muchas veces ya ni siquiera tenemos eso con las vidas que llevamos y los horarios de trabajo que tenemos.
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