Por qué la soledad escogida sí es buena para los niños: del desarrollo de la imaginación a una mayor independencia
Muchos menores no saben qué hacer cuando no tienen una actividad programada o una tarde llena de juegos, pero el aburrimiento puede ser clave en su aprendizaje. Tener tiempo para uno mismo, aprender a escucharse, cultivar sus gustos o entrenar sus valores son algunos de los regalos que aporta
La soledad suele relacionarse con una percepción o sentimiento negativo porque se tiende a pensar que aquel que está solo es porque no tiene con quién estar. Pero lejos de ser cierto, la soledad elegida, aquella que el ser humano escoge de manera voluntaria, es un auténtico regalo para uno mismo. Sin embargo, para poder disfrutarla es necesario primero aprender a vivir la soledad desde la infancia desde un enfoque positivo o incluso neutro, es decir, sin emplearla jamás como un castigo, sin darle una connotación negativa ni entendiéndola como algo asocial o perjudicial para uno mismo.
Quizás sea complejo cambiar esta mirada hacia la soledad debido a que, en muchas ocasiones, los adultos que ahora son padres y acompañan la infancia de sus hijos recuerdan la soledad en su niñez como algo negativo, donde los sentimientos que le hacen conectar con su niño del pasado son de tristeza, de aislamiento, de exclusión o miedo. Por eso es muy importante educar a los niños en un concepto de la soledad totalmente distinto al que muchos adultos integraron en su infancia en la generación pasada, siendo la soledad una oportunidad única para el crecimiento personal.
El ser humano es un ser social, es decir, necesita de los demás para crecer, convivir y desarrollarse en las diferentes áreas. Su sentido de pertenencia es de gran importancia para su supervivencia y se conforma alrededor de su contribución en sociedad, así que el ser humano en todas sus edades necesita sentir que pertenece, que es útil, que aporta, que contribuye, que es visible y necesario para su entorno, ya que esto le hace sentirse importante, válido y esencial. Sin embargo, también es importante que los seres humanos aprendan a convivir consigo mismos y si ese aprendizaje comienza desde la infancia, mejor.
¿Beneficios para los niños de la soledad elegida?
La soledad que uno mismo elige, proporciona al ser humano grandes beneficios para su desarrollo personal en todas sus áreas. Algunos de ellos son:
- Capacidad de elección. Si el niño aprende que puede escoger estar solo o acompañado, aprenderá a elegir cuándo quiere estarlo sin generar dependencia hacia los demás. Es por esto que no necesitará estar siempre rodeado de otros y sabrá poner límites a las relaciones sociales que establece, sin necesidad de estar siempre acompañado, siendo un ser independiente y libre, capaz de decidir sin buscar la aprobación de su entorno para ello. Su felicidad y estabilidad emocional no dependerá, por lo tanto, de otros, sino de sí mismo.
- Desarrollo de la imaginación y la creatividad. En los tiempos en los que uno mismo decide estar solo, el cerebro activa mecanismos de creación e imaginación donde poder explorar, crear, jugar de manera independiente, desarrollar juego simbólico, realizar proyectos, manualidades, tocar música…, y todo ello de un modo diferente y único. Es una oportunidad excelente para brillar, por lo que uno mismo es en esencia.
- Descubrirse a uno mismo. La soledad ofrece la oportunidad de conectar con uno mismo, aprendiendo a descubrir lo que le gusta, generando una autoestima fuerte, segura y sana. El niño que aprende a conocerse y dedica tiempo en descubrirse, no depende de los demás para poder disfrutar y sentirse pleno, lo que le aportará autosuficiencia, sintiéndose capaz y orgulloso de sí mismo.
- Mayor capacidad de pensamiento. El tiempo a solas invita a la reflexión, al autoconocimiento, a razonar las ideas y llegar a nuevas conclusiones. En definitiva, la soledad cultiva la inteligencia y el sentido crítico.
- Aprender a estar solo favorece las competencias personales. Si un niño tiene tiempo para desarrollar, por ejemplo, su don por la música, a través de la práctica y de ese tiempo para sí mismo, será capaz de generar un hábito y una constancia mayor que si precisa de la atención y el acompañamiento siempre para ello.
- Aprender a aburrirse. En la sociedad actual, llena de estímulos, obligaciones y planes, con agendas y horarios repletos de actividades, nos encontramos muchas veces ante niños que no saben parar, que no encuentran la manera de frenar y entretenerse de manera autónoma. Muchos niños y niñas no saben qué hacer cuando no tienen una actividad programada o una tarde llena de juegos, por lo que el aburrimiento puede ser clave en el proceso de comprender la soledad. Acostumbrarse a que todos los tiempos no estén llenos de estímulos y a que uno mismo es capaz de llenarlos e incluso disfrutarlos, es parte fundamental de la educación a los niños.
La soledad, entendida como una oportunidad para descubrirse a sí mismo, siempre siendo escogida, puede aportar al menor grandes valores y aprendizajes esenciales para el resto de su vida. Tener tiempo para uno mismo, cuidar de las aficiones de cada uno, cultivar sus gustos, entrenar sus valores y aprender a escucharse pueden ser algunos de los regalos que nos haga la soledad elegida. Si los niños y las niñas integran todo ello desde la infancia, podrán adquirir estrategias y herramientas útiles y positivas para sí mismos para poder poner en práctica a lo largo de toda su edad adulta.
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