Mariona Visa, escritora: “El destino de nuestras abuelas era casarse, tener hijos y cuidar de la familia”
En su último libro ‘Abuelas. Crónicas de maternidad y crianza de una generación silenciada’, la profesora de la Universidad de Lleida busca dar voz a las mujeres que fueron madres en una época de roles inamovibles y en la que la sexualidad y la crianza eran vividas de forma muy distinta a la actual
Carme, Concepció, Maria Carme, Pepeta, Nuri y Enriqueta se casaron y tuvieron hijos en una época muy distinta a la actual. El destino para ellas no era otro que la crianza de los hijos en un contexto de incertidumbre, con poca información y muchos tabúes en torno a temas como la menstruación, la sexualidad, el embarazo o el parto. Sus historias las ha narrado Mariona Visa (Lleida, 44 años), escritora y profesora del Grado en Comunicación y Periodismo Audiovisuales de la Universidad de Lleida, en Abuelas. Crónicas de maternidad y crianza de una generación silenciada (Editorial Milenio, 2024), un cómic —este es el noveno libro que publica― que da voz a mujeres que vivieron la maternidad en torno a los años cincuenta para convertirlas en las protagonistas de “una generación silenciada”.
El germen de este proyecto se sitúa en su primer embarazo: “Cuando iba a visitar a mi abuela Pepeta siempre me hacía comentarios de su propia experiencia como madre”. Así que decidió mantener una larga conversación con ella para que le contara todo lo que recordara de aquella época. A esa charla le siguieron otras con más abuelas durante un año. Y nació este cómic, en el que cada historia ha sido ilustrada por una artista distinta: Clara Tanit, Lorena Rivega, Alba Feito, Isabel Vila, Laia Arqueros y TintaFina. “El cómic es también una invitación a preguntar a nuestras abuelas, a nuestras madres, a escuchar y preservar sus historias antes de que sea demasiado tarde”, explica Visa.
PREGUNTA. Una conversación con su abuela Pepeta sobre su maternidad le dio pie a hablar con otras abuelas de su entorno durante un año y de ahí surgió este libro.
RESPUESTA. Sí, mi abuela me relató diversas vivencias que me parecieron excepcionales porque reflejaban muy bien una época en la que la sexualidad, la maternidad y la crianza eran vividas de forma muy distinta a la actual. Por ejemplo, me contó como amamantó a un recién nacido del pueblo que quedó huérfano de madre durante el parto, como tuvo una pérdida gestacional sin saber siquiera que estaba embarazada y la grave enfermedad de uno de sus hijos cuando era pequeño. Tras ese encuentro pensé que seguro que más mujeres de su misma generación tendrían historias similares que merecía la pena recopilar.
P. “Crónicas de maternidad y crianza de una generación silenciada”, reza el subtítulo. ¿Qué factores contribuyeron a que esas historias de maternidad fueran silenciadas?
R. En aquel momento, las experiencias de las mujeres quedaban relegadas al ámbito doméstico, y todas aquellas relativas a la reproducción se consideraban muy privadas. El patriarcado, el puritanismo religioso y el aislamiento de las zonas rurales, entre otros factores, no facilitaba el acceso de las mujeres a la esfera pública, por lo que muchas de ellas no tuvieron la oportunidad de explicar en primera persona sus historias, más allá de la intimidad del hogar o de pequeños espacios de socialización con otras mujeres. Algunas abuelas, durante la entrevista, me confesaron que me estaban revelando vivencias que nunca le habían contado a nadie.
P. ¿Se ha escuchado poco a las abuelas?
R. Las abuelas nunca habían sido las protagonistas de casi nada, ni en los medios de comunicación ni en relatos de ficción. Y en el entorno doméstico, tampoco les hemos hecho demasiadas preguntas. Al ser mujeres que no salían habitualmente de su entorno más próximo y tenían vidas destinadas a los cuidados de otros, durante mucho tiempo se ha considerado que sus labores y sus opiniones no eran importantes.
P. ¿Cómo afectaron los roles de género marcados a las experiencias y decisiones de las mujeres de esa época?
R. Entonces era muy difícil salir de los patrones que la sociedad había marcado para las mujeres. Su destino era casarse, tener hijos y cuidar de la familia. Si no lo conseguían, a menudo lo vivían como un fracaso. En el libro, las abuelas relatan el temor que sentían si no se quedaban embarazadas pronto después de la boda. Una de ellas explica que ocultó un aborto espontáneo a su marido por temor a que pensara que “no servía”.
P. ¿Cómo influía la falta de información sobre temas como la menstruación, el sexo o el parto en la experiencia de la maternidad?
R. Una de las frases más habituales que me repetían al preguntarles sobre estos temas es: “No sabíamos nada”. No es solo que no recibieron información por parte de los profesionales de la salud o las instituciones, había muchos temas de los que por pudor tampoco hablaban entre ellas. Una de las abuelas, Maria Carme, comenta que se casó, se quedó embarazada y parió sin recibir ningún consejo de nadie.
P. La lactancia es un tema que se repite en muchas de las historias. Pechos muy llenos, pechos secos, leche que no se puede dar… ¿Eran muchos los mitos que giraban en torno a la lactancia?
R. Sin duda. El poco acceso a la información facilitaba que las mujeres creyeran más en las habladurías sin fundamento. La llegada de la menstruación también estaba envuelta de mitos y fue vivida con desconocimiento y miedo por parte de muchas de las abuelas. Se les decía “Ahora ya eres una mujer” o “Al tanto con los chicos”, pero no se les informaba de mucho más.
P. Llama la atención esto porque siempre se dice que las mujeres aprendían a amamantar gracias a ver a otras mujeres y a la sabiduría de otras madres, pero lo cierto es que por entonces las mujeres también confiaban poco en sus cuerpos o capacidades.
R. Sí, me sorprendió encontrar tantas historias de lactancias que no salieron adelante, teniendo en cuenta que en esos años todavía no se había instaurado la lactancia artificial. Pero por falta de información, sin buenos consejos y a menudo sin contar con el apoyo necesario, algunas mujeres dejaban de amamantar a los pocos meses después de dar a luz.
P. ¿Qué expectativas de la maternidad moderna son una reacción a las experiencias y limitaciones que vivieron las abuelas?
R. Actualmente la maternidad es una elección, y ya ha dejado de estar vinculada al matrimonio. El contexto es muy diferente al que vivieron nuestras abuelas. De todos modos, muchas de ellas me comentaban que pensaban que verían más cambios, que se habría avanzado más en relación con los cuidados y la atención a los procesos reproductivos. Creo que todavía queda mucho camino por recorrer.
P. ¿Hay más información, y al mismo tiempo también existe un conflicto generacional?
R. Desde mediados del siglo pasado la atención al parto y al proceso reproductivo se ha ido tecnificando mucho. Hoy en día, el conocimiento sobre estos temas se encuentra mayormente en manos de instituciones médicas y expertos, lo que ha disminuido la transmisión de saberes entre mujeres de distintas generaciones. Como el ámbito científico y los estilos de crianza están en permanente revisión, los consejos de madres y abuelas van quedando invalidados cada cierto tiempo. Así, aunque actualmente tenemos un mayor acceso al conocimiento del que tuvieron nuestras abuelas, la proliferación de fuentes de información nos puede generar inseguridad y desacuerdos con el entorno.
P. ¿Se puede entender la maternidad hoy sin entender la maternidad de las abuelas?
R. Sería un error pretenderlo. El diálogo intergeneracional es muy importante porque nos explica quiénes somos y nos ayuda a definir hacia dónde queremos ir. En Abuelas se recogen seis testimonios, pero en cada familia hay muchos más. En este sentido, el cómic es también una invitación a preguntar a nuestras abuelas, a nuestras madres, a escuchar y preservar sus historias antes de que sea demasiado tarde.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.