Relaciones intergeneracionales: lo que abuelos y nietos se pueden enseñar
Las expertas aseguran que, mientras la vida laboral de las parejas dificulta más de lo deseable la relación con los hijos, los mayores tienen un lugar importante
La llegada de un nuevo miembro a la familia supone una nueva ilusión para los abuelos, que ven su energía renovada. Los niños, al mirar el mundo sin prejuicios y conservar intacta su capacidad de asombro, brindan a sus abuelos la posibilidad de observar el mundo con ojos nuevos. La psicóloga Gemma Benito afirma que los abuelos portan consigo el relato de un mundo ya extinto, con prácticas comunales desconocidas para nuestros hijos como el trueque, el espigueo o la trashumancia, y que, sin duda, conocerlas amplía los horizontes y da continuidad a nuestra memoria colectiva. Benito afirma que la figura de los abuelos supone para el niño personas de apego, es decir, figuras que le proporcionan seguridad, tranquilidad, sabiduría, cariño y protección. No es de extrañar que muchos niños los sientan como confidentes y amigos, como personas que les guían.
María Gutiérrez Benítez y Gemma Herráiz Segarra son profesoras de la Universidad de Valencia y expertas en enseñanza/aprendizaje intergeneracional. Nos cuentan: “Hace poco tiempo los abuelos y abuelas, los que llegaban a tener relación con sus nietos, eran casi siempre muy mayores. Ahora no es así; llegan a esa relación en buen estado, activos, despiertos y con una esperanza de vida mucho mayor. Hoy por hoy, los abuelos conviven con los nietos, no solo en la infancia sino ya entrada la juventud, y aún en los comienzos de la madurez”. Ambas profesoras manifiestan que, en una sociedad que vive bajo el signo de la prisa, y mientras la vida laboral de las parejas y de los matrimonios jóvenes dificulta más de lo deseable la relación con los hijos, los abuelos tienen un lugar importante. “Su papel se ha convertido en complementario, sumatorio, en todas aquellas facetas que la vida de hoy hace carecer, y que son importantes a la hora del desarrollo de los más pequeños, como dedicar tiempo a sus nietos, escucharlos y acogerlos tan cálidamente como necesitan y estar con ellos las horas en que los padres están ausentes”.
Las relaciones intergeneracionales son una cuestión de práctica diaria. Nazaret Martínez Heredia, del departamento de pedagogía de la Universidad de Granada, cree que las personas mayores cuando cuidan a los nietos se perciben más activas y con mayor manejo de sus emociones y enfermedades. “Se destaca la satisfacción de los mayores por sentirse útiles y seguir aprendiendo, el aprovechamiento del conocimiento y los saberes aportados, la adquisición de valores (empatía, respeto y solidaridad), el modelaje de ser mejores personas en la vida y el reconocimiento de una imagen positiva”. Cuenta que abuelos y nietos pueden hacer múltiples actividades en las que se beneficien ambos: “ir al parque para ayudar a mejorar la paciencia y el respeto hacia los demás, los abuelos y abuelas pueden enseñarles juegos y canciones tradicionales que pueden resultarles novedosos y les ayudará a los niños a desarrollar habilidades como la coordinación, el cálculo y el equilibrio. También es interesante la realización de manualidades para fomentar las habilidades”. Sin duda, todos estos momentos favorecerán el lazo de unión y la confianza entre ambos.
Para las profesoras de la Universidad de Valencia, María Gutiérrez Benítez y Gemma Herráiz Segarra, los abuelos son vistos por sus nietos como personas sabias transmisoras de su legado, su historia familiar, sus valores, creando en ellos un sentido de pertenencia a la familia, a su propia historia, a su vida. “Los abuelos son los que primero transmitirán a los más pequeños la importancia de la familia, así como de su historia familiar. Serán cómplices de sus nietos, por su carácter conciliador, mediador y protector hacia los más pequeños, convirtiéndose en un ejemplo a seguir”. Con respecto al lenguaje, los niños con los mayores amplían su vocabulario y comprensión verbal, pues los abuelos se suelen involucrar contándoles historias, cuentos que estimulan en ellos el aprendizaje de refranes, ironías, el doble sentido y la interpretación de gestos.
Y, si hablamos de lo que reaprenden los abuelos con sus nietos, podríamos asegurar que hay una mejora en su estimulación cognitiva que se verá reflejada en un mayor enfoque de la atención en los más pequeños, en su cuidado y su bienestar, en mantener despiertos los sentidos (percepción), en activar la memoria a corto, medio y largo plazo (inician un proceso de nuevo almacenamiento de información), entrenamiento de la imaginación; por otra parte los abuelos también renuevan el sentimiento de responsabilidad (aumenta su autoestima y disminuye el sentimiento de soledad) y, también, frente al derroche de energía de los niños, activarán el aparato locomotor.
María Gutiérrez Benítez y Gemma Herráiz Segarra concluyen: “La convivencia entre generaciones se debería plantear bajo la premisa de que todas las personas son importantes en la comunidad, todas aportan algo y todas obtienen beneficios de las relaciones. Se trata de una relación, abuelo-nieto, en la que la generación joven reconoce en la generación mayor su experiencia, su sabiduría, su reflexión, su generosidad; y la generación mayor reconoce en la joven su valía, sus nuevos aprendizajes, su pensamiento actual”.
La psicóloga Gemma Benito nos lanza unos libros infantiles sobre abuelos y niños: a partir de 3 años Nuestro tesoro de Naiara Vidal (Tramuntana editorial). Desde los 4 años: Quiero a mis abuelos de Claire Freedman (Editorial Blume); Mi Superfamilia de Gwendoline Raisson (Editorial Flamboyant). A partir de los 5 años: Mi abuelo y yo de Núria Parera (Editorial Juventud) y Mejillas rojas de Heinz Janisch (Loguez Ediciones).
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