Cómo prevenir la ‘cosmeticorexia’ en menores: limitar el uso de la tecnología y trabajar su autoestima
El abuso de productos de belleza en niñas y adolescentes puede dañar su piel, además de provocar ansiedad o trastornos alimentarios. Cuando la situación supere a los progenitores, lo mejor es acudir a un experto que ayude a sus hijas a gustarse tal cual son o a cultivar sus relaciones sociales
La evidencia científica avala que los adolescentes y preadolescentes no deberían tener libre acceso a las redes sociales. Esta afirmación se sustenta en diversos estudios, como Ventanas de sensibilidad del desarrollo a las redes sociales, publicado en 2022 en Nature Communications, o el titulado Asociación de conductas habituales de control en las redes sociales con el desarrollo cerebral funcional longitudinal, publicado en 2023 por la Sociedad Americana de Psicología. Ambas investigaciones refieren que la exposición a estas plataformas puede alterar tanto el bienestar emocional como el desarrollo neuronal de los menores en edades comprendidas entre 12 y 18 años.
Pero estas no son las únicas razones para limitarles el acceso a las redes. A ellas se puede añadir la capacidad que tienen los menores para dejarse influir por lo que ven, por ejemplo, de otros adolescentes, recién convertidos en influencers. Esa es una de las consecuencias que está teniendo la aparición, sobre todo en TikTok, de chicas de 15 o 18 años (pero también de 10 y 12) recomendando cosmética, cremas y maquillaje a un público de apenas 10 años.
Esta situación ha creado un nuevo trastorno de salud mental en niñas púberes: la cosmeticorexia. Es decir, el interés desmedido por el uso de cosméticos y productos de cuidado facial, a menudo perjudicial para una piel tan joven. “Sorprende observar en la consulta la cantidad de adolescentes que han introducido gran número de productos en su rutina cosmética diaria”, cuenta Elia Roó, dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Tal y como explica, el mal uso de estos productos se debe a que las adolescentes no suelen consultar al dermatólogo, sino que se guían por las redes sociales y utilizan cosméticos destinados a la piel adulta. “La consecuencia es que acuden a la consulta por presentar dermatitis irritativas producidas por productos con altas concentraciones de ingredientes activos, como retinol o alfa hidroxiácidos, que no saben utilizar, o por un exceso de productos cosméticos y maquillajes comedogénicos [que producen exceso de grasa] que les empeoran el acné”, explica.
“El uso de cremas y sérums con este tipo de ingredientes, útiles para prevenir el envejecimiento, puede llevar a la piel a desarrollar patologías dermatológicas (dermatitis, irritaciones cutáneas o incluso intolerancia al sol) a medio plazo, porque la piel de una adolescente de 13 o 14 años solo necesita en su rutina una buena limpieza, una hidratación y añadir siempre un fotoprotector”, asegura por su parte Pilar Pérez Rivas, directora del máster en Formulación Cosmética y Dermofarmacia de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). “Sin embargo”, continúa Pérez, “en los últimos años hemos visto un incremento importante de estos casos de chicas completamente adictas al maquillaje y la cosmética, que viene dado por las recomendaciones de influencers”.
Estas son las consecuencias dermatológicas. Pero también las hay en lo que se refiere al bienestar emocional. “Poner la esencia de la felicidad en lo estético ya es un error educativo muy grave. Pero si, además, se suma la necesidad desproporcionada y cada vez mayor del uso de productos para sentirte guapa y gustar a los demás (que de eso se trata), empieza a ser un problema”, sostiene la psicóloga infantojuvenil y de familia Mara Cuadrado. Esta situación se agrava cuando se convierten en influencers. “Muchas niñas y adolescentes, cuando tienen un número de seguidores significativo en sus redes, se ven atrapadas en un mundo virtual donde pierden no solo su infancia, sino también el control de sí mismas”, añade. Cuadrado explica que es en ese momento cuando comienzan los problemas de ansiedad: “Incluso se generan otros problemas añadidos como posibles trastornos de conducta alimentaria o problemas de absentismo escolar, puesto que anteponen la realización de sus vídeos a cualquier otra actividad académica o familiar”.
Por otro lado, al ser personas en pleno proceso de crecimiento son más vulnerables a lo que les entra por los ojos. “Cuando cada día abren sus redes, les impactan estas publicaciones y estos reels en los que aparecen imágenes de chicas perfectas y se convencen de que ellas también deben transmitir esa perfección. Y eso se convierte en un problema”, asegura Pérez. Esta profesora universitaria añade que hay que tener especial cuidado con las menores con baja autoestima: “Así como también con las chicas con cierta adicción a la tecnología, que quieren a toda costa ser populares o que sueñan con una piel perfecta y un pelo perfecto”.
En cualquier caso, según matiza Cuadrado, hay que diferenciar los comportamientos de ensayo de roles adultos (niñas pequeñas que ocasionalmente cogen la laca de uñas de su madre para pintarse las suyas) de los menores que hacen de los cosméticos y productos de belleza una adicción: tienen que exhibirse con ellos, tienen que influir en sus seguidores o amigas; y, en ocasiones, no pueden salir a la calle ni ir al colegio sin su rutina de belleza diaria.
La prevención, en manos de los padres
Limitar el uso de la tecnología, fomentar que tengan una buena autoimagen, evitar que quieran pertenecer al mundo adulto tan rápido, educar sobre la protección de la imagen y enseñarles formas alternativas a la tecnología como ocio son, para Cuadrado, algunas de las armas con las que cuentan los padres para tratar de evitar la cosmeticorexia. “Aunque no se puede evitar que al llegar la adolescencia se interesen más por su aspecto, sobre todo cuando comienzan con los problemas de acné o de pelo graso”, subraya esta psicóloga. “Es entonces cuando buscan soluciones y a veces llegan a obsesionarse por este tipo de propuestas que prometen lo inalcanzable”, prosigue. “Por eso es tan importante recordarles que no todo lo que se ve en redes es cierto”, recomienda también Pérez.
Cuadrado expone que la mejor forma de ayudar a estas jóvenes es hablar con ellas sobre la necesidad a la que responde esa obsesión: “Detrás de estos excesos suele haber soledad, chicas que pasan demasiado tiempo solas en una habitación, sin adultos que interaccionen con ellas”. La psicóloga añade que estas menores suelen sentir también inseguridad, deseos descontrolados de influir en los demás o de ser admiradas, reconocidas y aceptadas. Esta experta recomienda a los padres y madres que busquen un profesional de la psicología que ayude a sus hijas a gustarse tal cual son, a no necesitar seguidores, a cultivar el buen humor, la inteligencia o las relaciones familiares y sociales: “Y, por supuesto, acudir a un dermatólogo que les ayude con los problemas de piel y no a un esteticista”.
Puedes seguir Mamas & Papas en Facebook, X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter quincenal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.