Ana Pessoa, escritora: “La literatura y la adolescencia comparten el afán de búsqueda”
La novela ‘Mary John’ de la autora portuguesa es una poética carta de despedida del primer amor, un texto escrito con la voz de una niña a la que el lector ve crecer y autoafirmarse como persona y como mujer
La escritora portuguesa Ana Pessoa (Lisboa, 41 años) no puede disimular al otro lado de la pantalla la felicidad por la llegada de su libro Mary John (Elastic Books, 2023) —con traducción de Estefanía González García— a las librerías españolas porque, como apunta durante la conversación, el intercambio entre la literatura española y la portuguesa, sobre todo en lo referente a la juvenil, es “muy limitado” pese a la cercanía entre ambos países. “Es una pena. Para mí es más difícil leer a un autor actual español que a un inglés o un francés. No sé por qué pasa eso, es un misterio, esa falta de contacto”, lamenta.
Cada título publicado por el sello portugués Planeta Tangerina es un pequeño tesoro, pero la realidad es que a España suelen llegar traducidos fundamentalmente sus álbumes ilustrados. Mary John, sin embargo, es una novela para lectores a partir de 12 años (ilustrada en viñetas azules por Bernardo P. Carvalho, alma mater de Tangerina) que toma la forma de una lírica y poética carta de amor. O más bien de desamor, de despedida.
Su edición en catalán, publicada por la editorial L’Altra Tribu en 2021, conquistó, entre otros, el prestigioso Premi Llibreter 2022, galardón otorgado por el gremio de libreros de Barcelona. “Para mí el proceso de escritura empieza muchas veces en la búsqueda de un registro. En este caso me apetecía mucho escribir una carta, porque es algo que no hacemos hoy. Quería hacer un tributo al género epistolar y pensé que era un desafío interesante intentar escribir una carta que fuera creíble también para un adolescente actual”, explica Pessoa. A través de esa misiva de casi 200 páginas, la autora adentra al lector en el universo de Maria João, una niña que vemos crecer durante el texto hasta sobrepasar las puertas de la adolescencia, de ese huracán de emociones que traen consigo el cambio del cuerpo, el descubrimiento de la sexualidad, ese primer amor que, como escribía Antonio Gala en El dueño de la herida y comprueba la protagonista, no es que vuelva siempre, es que no se va nunca.
La adolescencia es terreno fértil para Pessoa, que ha regresado a esa etapa vital en muchas de sus novelas. “No tengo claro que escriba para adolescentes, pero me gusta escribir sobre la adolescencia”, reconoce. La autora encuentra en el hecho de llevar muchos años viviendo lejos de su Portugal natal (en la actualidad reside en Bruselas, donde además de escribir ejerce como traductora) uno de los motivos de su proximidad a esta etapa vital: “Tengo una relación de nostalgia con mi lengua y con mi tierra y puede ser que eso, cuando escribo, me haga regresar siempre a ese tiempo de transformación y descubrimiento que viví allí”. Un tiempo de transformación y descubrimiento, de primeras veces, conflictos y búsqueda de la identidad que para ella es un terreno “muy literario”. Sin embargo, lamenta sentirse muy sola, al menos en Portugal, escribiendo sobre adolescencia. “No hay una tradición”, apunta antes de señalar que observa un nexo de unión entre la literatura y la adolescencia: “Ambas comparten el afán de búsqueda, de sentido, de respuestas”.
La importancia de las circunstancias
En esta novela de primeras veces, el primer amor de Maria lo encarna el personaje de Júlio, un vecino y compañero de juegos en la plazoleta que hace de punto de encuentro del barrio, que es quien le pone a la protagonista el sobrenombre de Mary John. La relación entre ellos, marcada por el deseo de ella y la volubilidad de él —a veces atento, a veces ausente, más atraído por la exuberancia física de Liliana—, arranca con una pregunta que, cuando ambos aún son niños, Júlio le hace: “¿Eres un niño o una niña?”. Esa cuestión en apariencia inocente marca desde el principio la relación entre ambos y el comportamiento de ella. De hecho, a raíz de esa pregunta, Maria se deja el pelo largo, se pone pendientes… Todo lo hace para gustar a Júlio, para que él la vea. Incluso llega un momento en que desea tener la regla para que deje de verla como una niña y la mire como una mujer, con los mismos ojos con los que mira a Liliana.
“Mary John vive toda su vida para llamar la atención de su amor platónico. Es muy difícil superar ese rechazo. Y en su tentativa para superarlo es como si tuviese que recordar toda su vida en la carta para justificar de alguna forma su existencia”, reflexiona Pessoa. La autora portuguesa quería escribir sobre el desamor, pero reconoce que la carta le resultó tan triste que se vio en la necesidad de darle un tono más positivo, más esperanzador, de darle un futuro a Mary John: “No quería que el futuro fuera el amor, pero al final el amor es la respuesta que encuentra Maria para superarse, para decir adiós a Júlio”.
El amor y, sobre todo, un cambio de ciudad, de escuela y de amigos obligado por las circunstancias familiares de la protagonista. A veces los cambios que se asumen como finales son, también, una puerta a nuevos principios. “Más que sobre principios y finales, yo quería escribir sobre algo muy evidente que quizás para un adolescente no lo es tanto: que al final tu vida está muy determinada por las circunstancias. Dónde creces, quiénes son tus amigos, qué pasa en tu escuela, cómo es tu familia… Todo eso determina tu existencia. A mí me interesaba mostrar cómo cuando algo cambia en esas circunstancias todo lo demás puede cambiar, también la propia imagen y la propia noción que una tiene de sí misma”, argumenta.
La ya adolescente Maria, de hecho, empieza a florecer fuera del influjo de Júlio, de esa relación tóxica y de dependencia emocional que ella tiene hacia él. La distancia, en ese sentido, actúa como catalizador del fin de un amor platónico que de otra forma podría haber continuado durante toda la vida. “Muchas veces nuestra existencia, la manera en la que interferimos en la libertad de otras personas, causa mucho daño. Júlio le causa daño sin saberlo, sin tener esa intención; al igual que Maria y que el resto de personajes adolescentes, él está muy ocupado con sus propias experiencias, con sus propias emociones, no trabaja la empatía”.
Por eso esta carta de desamor puede leerse también como una carta de autoafirmación de Maria João, como persona y como mujer (“ella se completa al escribir esa carta”), como una primera muestra del tránsito iniciado por la protagonista y que le llevará de la adolescencia a la adultez. “Las cosas no es que se vuelvan más fáciles con la vida adulta…”, bromea Pessoa, que señala que, como pasa en muchos otros de sus títulos, Mary John es también un libro que deja un mensaje sobre lo importante que es —siempre, pero sobre todo en la adolescencia— encontrar nuestro lugar en el mundo. “Ese lugar o ese rol no tiene por qué ser el mismo durante toda la vida, pero lo cierto es que todo se vuelve más significativo cuando encuentras un sentido”.
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