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Ibone Olza, psiquiatra: “Debe haber las cesáreas justas, potenciando el piel con piel, la no separación del bebé y la lactancia”

La directora del Instituto Europeo de Salud Perinatal asegura que las madres necesitarían una buena red de apoyo, que se las escuchase y no juzgase en la gestación o el postparto. “En el duelo perinatal se tiende a pensar que por ser una vida más corta tiene que doler menos”, reflexiona

Ibone Olza
La psiquiatra Ibone Olza en una reunión con madres en Madrid.Carol Renaux

“Es habitual el miedo en las madres tras parir, y se relaciona con la soledad y una atención al embarazo y parto excesivamente medicalizados”, explica Ibone Olza (Lovaina, Bélgica, 52 años), doctora en Medicina y especialista en psiquiatría infantil y perinatal y directora y docente del Instituto Europeo de Salud Perinatal. Autora de varios libros, entre ellos, Parir. El poder del parto (Vergara, 2017) o Palabra de madre (Vergara, 2022), colabora actualmente con la Organización Mundial de la Salud como asesora experta en temas de salud materno-infantil.

PREGUNTA. ¿Por qué cree que existe tanto tabú y estigmatización respecto a la muerte gestacional o fetal intrauterina (entre la concepción y el nacimiento) y la perinatal (desde las 28 semanas de embarazo a los primeros 7 días de vida) y el duelo? ¿Cuál debería ser el papel de las familias respecto a estas madres cuyo bebé fallece?

RESPUESTA. Como sociedad vivimos de espaldas a la muerte, como si así la pudiéramos evitar. En el caso del duelo perinatal, se tiende a pensar que por ser una vida más corta tiene que doler menos, cuando ya sabemos que no es cierto. Lo mejor que puedan hacer las familias por esas madres y padres es respetar su dolor y preguntarles qué necesitan, entendiendo que van a recordar y probablemente extrañar a ese hijo el resto de sus vidas.

P. Según Unicef, cerca de dos millones de bebés nacen muertos cada año. ¿Considera usted que muchas de estas muertes podrían prevenirse?

R. Se sabe que la mayoría de esas muertes son evitables con una atención de calidad (muchas son por enfermedades prevenibles o tratables) y con una mayor escucha a las embarazadas, especialmente si al final del embarazo perciben cambios en los movimientos del bebé o intuyen que algo no va bien. También hay que visibilizar que algunas de esas muertes acontecen en contextos de violencia de género u otras violencias y malas praxis.

P. ¿Qué consecuencias psicológicas pueden acarrear estos fallecimientos en las madres y sus familiares y qué atención profesional necesitarían?

R. En el momento inicial suele darse rabia, pena, perplejidad o vergüenza. Con acompañamiento, cariño y cuidados, estos duelos no son tan terribles y, aunque son muy tristes, pueden aportar crecimiento, como nos señalan profesionales como Pilar Gómez Ulla de la red El hueco de mi vientre, dedicada a la atención al duelo perinatal. Si hay falta de cuidados, mala praxis o violencia se genera trauma, que es algo muy diferente del duelo y que lo obstaculiza. Es muy importante ofrecer tiempo y acompañamiento sensible, por eso ahora hablamos de cuidados sensibles con el trauma, y esto es especialmente relevante cuando la muerte acontece en el embarazo o el parto.

P. ¿Se puede hablar de infradiagnóstico en las muertes fetales? ¿Por qué?

R. El investigador Paul Cassidy demostró hace unos años que en España las muertes fetales se infradiagnostican, en parte por la diversidad de criterios y registros. Es fundamental seguir avanzando en el registro de todos los indicadores de atención perinatal, también para visibilizar las posibles causas yatrogénicas (alteraciones del estado del paciente producidas por el médico o por el tratamiento) de algunas de esas muertes y poder prevenirlas.

P. Usted ha querido ayudar desde su conocimiento como profesional y madre a otras mujeres. Se habla mucho de la soledad tras el parto, del miedo, la inseguridad como madre, sobre todo al ser primeriza. ¿Es fácil criar actualmente en esta sociedad?

R. Tengo la impresión de que criar ahora es especialmente difícil por muchas razones: el mercado laboral, las condiciones sociales, la pérdida enorme de red y tejido social sumada a la presión que acentúa la idea de que criar es una tarea individual o como mucho de dos. Resulta urgente implementar políticas sociales de protección y apoyo a la crianza y cuidados: permisos remunerados por embarazo, bajas por cesárea, recuperación de espacios públicos para la infancia y, por supuesto, el desarrollo de programas de atención a la salud mental perinatal y mejora de las condiciones laborales de los profesionales que atienden la maternidad.

P. El parto, el embarazo y la lactancia idealizada, ¿qué pasa cuando las mujeres los transitan sufriendo, llorando?

R. El posparto resulta especialmente duro y a veces sucede una decepción profunda con una misma. Desear y amar a tu bebé no significa que no vayas a tardar meses en conocerle bien y en adaptarte a tu nueva vida como madre. Tal vez el mayor aprendizaje en muchos casos sea rebajar la autoexigencia y, sobre todo, aprender a pedir y recibir ayuda.

P. Muchas mujeres viven prácticas innecesarias y sin consentimiento en el parto. ¿Conoce usted a profesionales que lo hayan pasado mal y hayan sido conscientes de esas situaciones?

R. Sí, y resulta especialmente doloroso para esas profesionales que, incluso conociendo bien el entorno hospitalario, se han sentido maltratadas, juzgadas o abandonadas en sus propios partos y pospartos. Son experiencias traumáticas que en muchos casos motivan que esas mismas profesionales se impliquen muy activamente en iniciativas para que otras madres no pasen por experiencias como las suyas.

P. ¿Qué falta para que la mujer pueda tener un parto respetado y no sea una mera extracción del bebé?

R. Hay que revisar la formación de obstetras y matronas y respetar en los partos el proceso neurológico, psicológico y hormonal. El acompañamiento, el movimiento libre y comprender el papel que juega el miedo son claves importantes. Ese miedo puede llevar al pánico frente a cualquier síntoma o llanto del bebé y puede imposibilitar el disfrute en la crianza.

P. ¿Piensa que debería hablarse más del daño físico y emocional que causan las cesáreas innecesarias? ¿Qué consecuencias puede derivar en la madre?

R. El tema de las cesáreas es gravísimo. No podemos olvidar que la cesárea es cirugía mayor abdominal. Se han normalizado y la mayoría son evitables. Las “inne-cesáreas” pueden incluso ser causa de muerte materna o neonatal. A nivel psíquico, al no haber atravesado el proceso neuro-hormonal del parto, puede ser que se tarde más en sentirse madre o en vincularse. Debe haber las cesáreas justas potenciando el piel con piel, la no separación del bebé y la lactancia desde el nacimiento.

P. Con tan intenso debate que se ha abierto estos últimos días, vientres de alquiler: ¿sí o no?

R. Cuando se analiza la práctica a la luz de la neurociencia perinatal hay que decir que es una práctica muy peligrosa para la salud física y mental, tanto a corto como a largo plazo de madres y bebés. Si a eso añadimos la información que tenemos desde las ciencias sociales sobre los contextos de violencia y explotación donde acontece, confirmaría que de ninguna manera. Creo que no es ético ni saludable decidir separar a un recién nacido de su madre desde el nacimiento.

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