¿Noches en vela porque el bebé se despierta? 19 pautas para que duerma mejor
Entre el 30 y el 40% de los niños menores de un año tienen alrededor de tres despertares nocturnos. No se trata de insomnio, sino que forma parte de su desarrollo evolutivo
Todos los padres pasan por la fase, que coincide con los seis primeros meses de vida de su hijo, en los que es habitual que se despierte alrededor de tres veces por la noche. Durante una temporada, el descanso familiar se modificará para adaptarse al ciclo de descanso nocturno del niño, que interrumpirá su sueño durante los seis primeros meses de vida para “alimentarse y porque sus ritmos circadianos o de vigilia y descanso son más cortos. A partir del primer semestre de edad, también es esperable que el bebé se despierte entre dos o tres veces por la noche y prefiera los brazos de mamá para dormir. Es el inicio del trabajo por establecer límites y encontrar un apego entre padres e hijos que sea equilibrado y satisfactorio. Conviene saber que esta forma de dormir de los niños menores de un año no se encuadra dentro del insomnio, sino que forma parte del desarrollo evolutivo normal de entre el 30 y el 50% de los bebés”, explica Darío Fernández, médico de familia, experto en medicina del sueño, psicólogo clínico y autor del libro Tratamiento integral del insomnio en cuatro semanas.
Conseguir que el bebé aprenda y desarrolle el hábito de conciliar el sueño sin ayuda de los adultos es clave para avanzar en el camino que conduce a la total autonomía del niño para dormir por la noche. “El cometido de los padres no es dormir a su hijo, sino ayudarle en ese proceso de aprendizaje para hacerlo por sí solo. No hay una fórmula universal para conseguirlo. Depende de los hábitos del sueño nocturno de cada bebé y del estilo educativo de los padres”, aclara Fernández.
“No obstante”, prosigue, “conviene que no cunda el pánico. La mayoría de los niños, a partir del sexto mes, cada día duermen mejor y los padres también. Es recomendable disfrutar del niño y darle mucho afecto durante el día, porque, al igual que con los adultos, la tranquilidad de la noche nos la jugamos por cómo nos va durante la jornada”. El experto enumera varios consejos al respecto:
- Tener con el bebé regularidad en las rutinas de aseo y alimentación.
- Conseguir un ambiente familiar tranquilo y relajante.
- Facilitar el desarrollo de un ritmo circadiano o ciclo de vigilia y descanso adecuado, a través de una exposición a la luz diurna y evitar la vespertina, ya que la melatonina, hormona del sueño, comenzará a segregarse a las dos horas de oscurecer para facilitar el descanso.
- Concentrar las siestas prolongadas del bebé antes de las siete de la tarde.
- Prolongar la lactancia materna lo más posible y procurar distanciar las tomas nocturnas hasta que no las necesite. En caso de tener que hacerlo, que sea con la luz apagada o muy tenue y lo más en silencio posible.
- Atender los llantos nocturnos por hambre pronto con una nueva toma para evitar que aumente el nivel de cortisol, hormona del estrés.
- Establecer separaciones progresivas y proporcionadas de la madre con el niño durante el día y a partir del sexto mes procurar que duerma en su cuna.
- Dejar al lado del bebé su objeto de apego, como el peluche, le puede reconfortar a la hora de dormir.
- Establecer una rutina en las horas de acostarle y despertarle.
- Evitar los juegos y la estimulación antes de dormir.
- Si el niño respira por la boca cuando duerme, aplicar suero fisiológico nasal para evitar la sequedad de la faringe y los mocos que le produzcan tos irritativa, con la consiguiente interrupción del sueño.
- Luz tenue en la habitación para dormir y la televisión apagada.
- Crear y mantener una rutina todas las noches antes de acostar al niño, como un baño, unos minutos de música relajante, pero fuera de su habitación, para que ese cuarto lo asocie solo con el lugar para dormir.
- Los paseos al sol por el parque reservarlos, preferiblemente, a las mañanas para favorecer la secreción de melatonina u hormona del sueño.
- Evitar acostar al bebé con hambre o darle demasiado alimento, esto último puede provocar reflujo, que se puede evitar elevando 15 cm la parte delantera de la cuna o donde el niño apoya la cabeza con unos tacos en las patas o una manta doblada en la mitad superior del colchón.
- Cuando el bebé se despierta, no acudir inmediatamente y esperar para ver si recupera el sueño por sí solo.
- Si se produce un despertar con llanto tras haber calmado al niño en brazos o meciéndole, conviene no cogerle de nuevo para conseguir que, con el tiempo, no lo necesite ni lo reclame.
- Cuando se acude a la habitación porque el bebé está inquieto, es aconsejable hablarle con suavidad a distancia de su cuna, sin encender la luz ni levantarle.
- Repartir y planificar entre los progenitores los tiempos de atención al pequeño durante el descanso nocturno.
Ritmos diferentes del sueño en los bebés menores de seis meses
El ritmo de descanso nocturno de los bebés de seis meses se caracteriza por carecer de una “clara diferencia entre la vigilia de día y el sueño de noche. Está condicionado por otras circunstancias externas, como los horarios de sus tomas. Tienen un ritmo denominado ultradiano, que es más corto que el circadiano, de 24 horas dividido en actividad diurna y descanso nocturno. Durante los seis primeros meses de vida del bebé, se puede intentar que coja el hábito de que, de día es el momento de estar más activo y de noche menos”, comenta Víctor Soto, neuropediatra del Hospital Niños Jesús de Madrid.
La luz es un elemento clave a manejar para conseguir que los bebés ajusten su ciclo natural de sueño. “Por la mañana conviene abrir bien las persianas para que entre luz natural y por la noche lo contrario, que haya bastante oscuridad en la habitación, poco ruido y que la temperatura sea adecuada; ni mucho frío, ni excesivo calor. También, es aconsejable tener en cuenta que más de tres despertares nocturnos se sale de lo normal e implica que hay algo que altera el sueño del bebé, por lo que conviene consultar con el pediatra para descartar problemas en la piel, estreñimiento, reflujo o cualquier tipo de dolor. En cuanto al colecho, no se recomienda en los menores de seis meses por riesgo de muerte súbita”, concluye Soto.
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