La metamorfosis de la mujer embarazada: cambios visibles e invisibles en cuerpo y mente
La gestación implica modificaciones, no solo físicas, que son los más evidentes, sino también psicológicas y emocionales, que descubren facetas desconocidas a la gestante
Los nueve meses de embarazo provocan una potente metamorfosis en cuerpo, mente y emociones de la mujer gestante que pueden dar un vuelco a los esquemas y percepción que tiene de sí misma. El popular comentario de que un hijo te cambia la vida tiene mucho de real y ocurre ya desde la gestación. “Para muchas mujeres, el embarazo nos devuelve a nuestra corporalidad con contundencia. Las náuseas; la sensibilidad de nuestros pechos; su plenitud; el sueño; los calambres; los ardores; el hambre; la sed; el deseo constante de orinar; las nuevas redondeces y su nuevo caminar. El cuerpo pasa a ser inevitable y esto, para muchas, es una experiencia nueva; una manera nueva de habitarnos, poner más atención y redescubrirnos”, explica Miriam Sobrino, sexóloga y matrona en Atención Primaria de la Comunidad de Madrid. Cada embarazo es diferente, pero suele haber ciertos cambios comunes que afloran y que, según la sexóloga Miriam Sobrino, se traducen en:
Actitud de hipervigilancia en la gestación: El hecho de que el cuerpo femenino se convierta en el hogar para su futuro hijo implica incorporar revisiones médicas y sentir que el cuerpo está observado y atendido con mucho detalle. La mujer embarazada estrena en su vida una actitud vigilante para que su embarazo y parto se desarrollen bien.
Sentir la responsabilidad durante el embarazo: Es habitual, que las mujeres embarazadas sientan un mayor peso por la responsabilidad de que su embarazo se desarrolle dentro de los considerados parámetros normales y, de no ser así, pueden sentir culpa por cuestiones como no haber descansado más o hecho más ejercicio. No obstante, sentir esa responsabilidad durante la gestación puede producir el cambio en la mujer para adquirir nuevos compromisos con el bienestar y cuidado de su cuerpo y el de su bebé, lo que puede conducir a la futura mamá a ser consciente de la extraordinaria y mágica experiencia que supone dar vida a un ser humano.
Aprender a esperar sin miedo durante nueve meses: El embarazo está lleno de tiempos de espera; la siguiente revisión; ecografías. Todo ello, suele introducir en la vida de la futura mamá el hecho de convivir con incertidumbre que la haga sentirse vulnerable y frágil y que la conduzca a intentar controlar esa sensación devorando información sobre el embarazo y la maternidad u ocupando su tiempo en multitud de actividades para desconectarse de la intensa experiencia de la gestación y las nuevas sensaciones que le provoca.
Cambios físicos visibles e invisibles durante el embarazo
Los cambios emocionales y psicológicos en la mamá gestante son potentes y los físicos no se quedan atrás. La metamorfosis de su cuerpo pasa por transformaciones que durante los tres primeros meses del embarazo implican “la desaparición de la menstruación, aumento de tamaño y sensibilidad en las mamas, náuseas, alteraciones del gusto y el olfato, cansancio y somnolencia”, describe Antonio García, Jefe de Sección de Obstetricia del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid, que explica el resto de cambios que se producen en el cuerpo de la mujer gestante durante la segunda mitad del embarazo:
- Aumento de peso paulatino. Como promedio, una mujer con peso normal, al inicio del embarazo, debe ganar entre 11 y 15 kilogramos durante todo el proceso de gestación.
- Cambios cardiocirculatorios. Estos se producen porque la cantidad total de sangre durante el embarazo aumenta en un 50 % y los glóbulos rojos maternos en un 25 %. Como consecuencia, el corazón de una embarazada trabaja alrededor de un 50 % más.
- Transformación en riñones y sistema urinario, ya que estos órganos reciben una mayor cantidad de sangre y el trabajo de filtración también aumenta. Como consecuencia del aumento del tamaño del útero, los uréteres adoptan un trayecto más sinuoso hasta la vejiga y son más frecuentes las infecciones de orina.
- Modificaciones en el aparato digestivo, debido al aumento del tamaño del útero y a la acción de la progesterona, hormona que ralentiza los movimientos del aparato digestivo, son frecuentes los “ardores”, que la creencia popular atribuye a que el bebé tendrá mucho pelo. Asimismo, las digestiones son más lentas y es frecuente el estreñimiento.
- Cambios en la piel, que se traducen en el aumento de la pigmentación en zonas como las areolas del pecho. También pueden aparecer pecas, manchas y estrías.
- Varía la forma de moverse, sobre todo al final del embarazo, ya que la columna vertebral modifica su postura para compensar el aumento del abdomen materno y mantener el centro de gravedad.
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