La maternidad en la literatura: ¿territorio fértil por explorar o un tema no tan universal hiperexplotado?
Autoras como Nuria Labari, Silvia Nanclares y Carmen G. de la Cueva reflexionan sobre si existe un auge de libros cuyo epicentro son las madres y su rol en la familia y en la sociedad y si estos son necesarios, útiles o interesantes
En su libro Linea nigra (Pepitas de Calabaza), Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) ya apuntaba lo que opinaba sobre la reciente incorporación del tema de la maternidad al discurso cultural y literario: “Quiero que sobren los libros, que los haya buenos y malos. Quiero un canon, una tradición. Y también una ruptura, libros en contra del canon. Nuevos géneros literarios”. Lo escribía como respuesta a la opinión expresada por un hombre en un club de lectura que no entendía por qué estaba “tan de moda” la maternidad en la literatura. “Los temas asociados a las mujeres estuvieron tanto tiempo acallados que ahora que empiezan a ver la luz hay un contraataque, esa idea de que son ‘una moda’ o ‘un exceso”, explica a EL PAÍS Barrera. En esa misma línea, la escritora Nuria Labari (Santander,1979), autora de La mejor madre del mundo, considera que es curioso que se diga esto precisamente de los libros de maternidad: “¿Hay demasiados libros sobre la Guerra Civil? ¿Y sobre el amor romántico? ¿Hay demasiadas novelas negras? Los buenos libros de todos los temas están por escribir y siempre son bienvenidos”, reflexiona.
Universal, pero no tanto
La escritora Katixa Aguirre (Victoria, 1981), que abordó los abismos de la maternidad en su novela Las madres no (Tránsito), contaba en una entrevista que la maternidad lo tiene todo para convertirse en tema literario universal. ¿Por qué lo son temas como el amor o la muerte, pero no lo es la experiencia que inequívocamente nos atraviesa a todos y todas? A esta anomalía cultural e histórica, Nuria Labari le encuentra explicación en que ciertos temas han estado expulsados de la alta literatura porque la agenda la marcaban los hombres. La maternidad, obviamente, quedaba lejos de dicha agenda.
En Pechos y huevos (Planeta), de Mieko Kawakami (Osaka, 1976), hay un momento que puede ejemplificar lo fuera que está la maternidad de la que es considerada alta literatura. En un encuentro con una amiga escritora y con su editora, la primera sugiere a la protagonista que escriba sobre su deseo de ser madre sin pareja. De vuelta a casa, su editora insiste en que acabe la novela en la que ya estaba trabajando y se quite de la cabeza esas ideas —la maternidad y la posibilidad de escribir sobre ella—. “Los escritores verdaderamente grandes, sean hombres o mujeres, no tienen hijos. En su vida no caben los hijos. Porque un escritor se siente arrastrado por su talento y por su obra, va viviendo en su propio centro de gravitación”, le dice. La idea de que la maternidad nos lastra o del “podemos ser madres, pero sin que se nos note” también se aplica a la escritura relacionada con la experiencia: se puede escribir sobre ella, pero sin que se aprecie demasiado porque de lo contrario será automáticamente etiquetada e ignorada.
Socialmente se sigue pensando que la maternidad no va con las mujeres si no les afecta. Cuenta Barrera que uno de los comentarios que más ha recibido sobre su obra es: “Me gustó, a pesar de que no soy madre”. Ese tipo de comentarios revelan, para la escritora, que se sigue “considerando que la crianza y la reproducción son temas que incumben solo a las madres”. Silvia Nanclares (Madrid, 1975), autora de ¿Quién quiere ser madre? (Alfaguara), dice estar un poco cansada de que mujeres potentes de la cultura no se sientan autorizadas a hablar de maternidad desde sus tribunas como si el tema no fuera con ellas por no haberlo experimentado y, sin embargo, sí hablan de cualquier otro asunto sin necesidad de haberlo encarnado o no.
Para la escritora, “esta literatura también se ha visto lastrada por los muchos equívocos culturales, sociales, estereotipos y tabúes que rodean a la experiencia y que hacen que se convierta en un tema algo cansino para algunos”. Barrera, por su parte, no duda en que las temáticas que atraviesan la maternidad son inagotables. “Las maternidades, la crianza, los cuidados y la reproducción son temas que están siempre atravesados por otros miles de temas (la economía, la cultura, el carácter, la familia...) y esto hace que cada experiencia sea siempre única, por más que se parezca a otras”. Según esta autora, una de las mayores virtudes de la literatura es que acerca a experiencias con las que el lector no necesariamente se identifica o que no ha vivido. Pero incluso si se quisiera exigir a la literatura que hablara siempre de experiencias cercanas a las propias, todas las personas participan de una sociedad que se reproduce: “Ningún relato sobre reproducción, cuidados y crianza tendría que resultarnos exótico”.
Nanclares añade que quizás no está habiendo “muchos libros de maternidad”, sino que simplemente el tema está permeando muchas creaciones, ensayos, novelas, obras de teatro, películas. “¿Dirías que Cinco lobitos es una peli sobre maternidad? Para mí es una muy buena peli, sin más. Ese es el salto que deberíamos dar, sentirnos interpelados como sociedad, por lo que cuenta un libro o una película más allá del nicho o de que hable de mí o de mi experiencia, que es cuando se produce ese rechazo por parte de otras personas”, afirma.
Un terreno fértil e inexplorado
“En estos últimos 50 años han aparecido muchos relatos y literatura de calidad en torno a temáticas nuevas. Esto es una maravilla, porque lejos de ser el fin de la novela estamos en la revolución. Hay mucho terreno fértil, salvaje, por explorar y gran parte de este terreno formaba parte de la experiencia de las mujeres; siendo la maternidad parte de esa experiencia. Nunca hay demasiada buena literatura de ningún tema y en el caso de la maternidad era un terreno virgen”, explica Labari, para quien las madres de este siglo son en muchos aspectos las primeras madres del mundo para muchas cosas: tener hijos con otra mujer o engendrar con los óvulos de otra, por ejemplo. “Hay muchas maternidades que estamos descubriendo, viviendo y contando”.
La ruptura con la maternidad patriarcal e idealizada es clave para Carmen G. de la Cueva, escritora y creadora del proyecto La tribu que nace con la vocación de ser un espacio de diálogo, lectura y aprendizaje. “Llevamos unos años rompiendo ciertos tabúes en torno a esa maternidad patriarcal que hemos visto reproducida infinitamente en todos los productos culturales y de ahí que se escriban y se publiquen libros que se alejen de ese relato poniendo luz en lo más tenebroso de la experiencia”. Al mismo tiempo, también cree que hay una ausencia de relatos que la aborden desde el goce, algo que ha comenzado a interesarle mucho: “Ahora que estoy en el camino de encajar mi propia maternidad, echo en falta libros que hablen desde el goce y la ternura”.
Es por ello que para la autora nunca habrá demasiados libros sobre maternidad: “A medida que vayamos leyendo y cambiando, nuestra propia experiencia se nos antojará distinta y necesitaremos relatos que nos reconcilien con todas esas madres que hemos sido y que seremos. Es un tema tan profundo y complejo que quedan muchísimos libros por escribirse y publicarse. Yo lo celebro porque ahora es cuando empezamos a leer nuestras experiencias a través de esos libros y a completar la propia maternidad o no maternidad que tan numerosos y profundos agujeros ha creado en nuestra identidad”.
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