Niños orquídea: los más sensibles de los niños altamente sensibles
Estos menores pueden sentirse muy afectados por el entorno, pero al mismo tiempo tienen una gran capacidad de resiliencia. Una crianza segura en respuesta a sus necesidades, pero con unos límites firmes y claros, puede ayudarles a reducir la ansiedad y el estrés
La sensibilidad que desarrolla un niño es producto de su genética, el entorno que le rodea y la crianza o el estilo de apego recibido. Y si bien, popularmente, se conoce a los Niños Altamente Sensibles (NAS) por su extrema sensibilidad al ambiente, ser reflexivos y muy poco impulsivos, no es tan común un conocimiento más profundo sobre los diferentes grados de perceptibilidad que estos menores pueden tener. Hablamos de los niños orquídea, un tipo de NAS con unos niveles más elevados de afectividad o delicadeza que, además, y según en qué circunstancias, crianza y entorno sean educados, les influirá para bien o para mal en su vida adulta.
¿De dónde viene este término? Fue acuñado por dos especialistas en desarrollo humano: Bruce J. Ellis, de la Universidad de Arizona, y W. Thomas Boyce, de la Universidad de California (Berkeley), quienes a partir de su estudio Sensibilidad biológica al contexto, realizado en 2015 y publicado en la revista Development and Psychopathology, eligieron un neologismo sueco para nombrar un nuevo concepto de desarrollo infantil: orkidebarn, o niños orquídea. Es decir, aquellos menores con el mayor grado de sensibilidad e hiperestesia que existe. Un término que no está recogido en ningún manual diagnóstico como un trastorno, pero del que ya existen muchas teorías avaladas por expertos en salud mental.
El profesor británico Michael Pluess, psicólogo del desarrollo y uno de los principales autores en el campo de la sensibilidad, en su investigación de 2020 Las personas se clasifican en diferentes grupos de sensibilidad: orquídeas, tulipanes y dientes de león, clasifica a los NAS en tres grupos de sensibilidad: “El primero, los niños orquídea o almas más sensibles, representan el 30% de las personas, seguidos en un 40% de los tulipanes, quienes tienen una sensibilidad promedio que puede verse afectada según factores circunstanciales y, por último, los dientes de león, pequeños con el grado de sensibilidad más baja registrada, que son el 30% restante”.
“La sensibilidad de los niños NAS se debe a dos factores principales: el componente genético y la influencia del ambiente”, explica Pablo Villagrán, consultor y divulgador especializado en Personas Altamente Sensibles (PAS). Para este experto, tanto ciertos genes relacionados con la sensibilidad como el ambiente desempeñan un papel fundamental en el nivel de sensibilidad de una persona. “Que algo sea genético no significa que un niño sensible tenga necesariamente un progenitor altamente sensible, sino que sus padres le han transmitido genes que afectan la sensibilidad. Es erróneo afirmar que un niño sensible siempre tiene un padre o madre PAS, ya que la epigenética demuestra que heredar genes no siempre implica que estos se manifiesten”, aclara.
Para los científicos encargados de estudiar la genética y el desarrollo infantil, la noción del niño altamente sensible o especialmente vulnerable no es algo nuevo. Lo realmente novedoso fue cuando descubrieron cómo algunos menores (los niños orquídea, nombre que acuñó Thomas Boyce, profesor emérito de Pediatría y Psiquiatría de la Universidad de California en 2020) son tan sensibles y reactivos que pueden sentirse muy afectados por el entorno, pero que al mismo tiempo tienen una gran capacidad de resiliencia. A este respecto, Villagrán, autor, entre otros libros, de Niños Altamente Sensibles: Guía Esencial 2022, describe cómo la sensibilidad elevada de los niños orquídea hace que las interacciones con el ambiente sean especialmente influyentes: “Esto incluye tanto influencias negativas como positivas. Contrariamente a lo que se podría pensar, algunas revisiones científicas [como el informe publicado en el National Library of Medicine titulado Sensibilidad a través de la lente de los padres: validación de los padres de la escala de Niños Altamente Sensibles, y llevada a cabo por neurólogos y psicólogos] indican que la sobreprotección, por ejemplo, no es beneficiosa para estos menores”. Unos niños, quienes, además, y según recoge la investigación, son especialmente sensibles a la calidad de la crianza que reciben. Tal y como afirman los expertos en el informe bajo un poético lenguaje: “Si se descuidan, estos pequeños se marchitan rápidamente, pero si se cuidan, no solo sobreviven, sino que florecen, llegando a convertirse en una flor de una belleza y delicadeza inusuales”.
Según indica Villagrán, en estos casos lo más adecuado es un tipo de apego democrático, pero con tendencia autoritaria, es decir, una crianza segura en respuesta a las necesidades del niño, pero con unos límites firmes y claros podría ayudarles a reducir la ansiedad y el estrés. “Basándonos en la experiencia, creemos que un apego seguro y una educación respetuosa y adaptada a las etapas y singularidades de cada niño son lo más adecuado”, explica.
Por su parte, Beatriz Sánchez, autora del blog mamavaliente y madre de un niño NAS, relata lo importante que es informarse primero sobre el rasgo y el subtipo de sensibilidad y acompañar al pequeño sin juicios. “Escucho mucho la frase ‘Tiene que acostumbrarse a que el mundo es duro’. Yo diría que a lo que tiene que habituarse es a que, pese a la dureza de este mundo, tiene un sitio seguro en el que expresar sus emociones intensas y compartirlas, hacer algo nutritivo con ellas y devolverlas al mundo. Y ojalá ese sitio seguro puedan ser sus padres y cuidadores”, expresa.“Es eficaz aprender a gestionarles los tiempos”, prosigue esta madre, “dejándoles espacio entre actividad y actividad para ese procesamiento profundo que tienen y, especialmente, ayudarles a gestionar su energía, porque si hay algo más valioso que el tiempo para las personas sensibles es su energía”.
Además, pone énfasis en que estos niños son un regalo. “Mi hijo tiene una gran capacidad de observación, y esa habilidad para detectar diferencias no solo la aplica a lo tangible, sino que es capaz de darse cuenta de sutiles diferencias en los estados de ánimo del otro. Esa empatía innata y profunda hace que no se le escape nada, pregunta por ello, se interesa y se hace cargo”, explica. Sin embargo, la alta capacidad de empatizar puede llegar a ser un arma de doble filo. “Puede hacerse responsable de cosas que no le competen y de emociones que deben ser guiadas”, continúa, “cuando caemos en la trampa de ver a ese menor que nos parece tan adulto en su forma de responder, interesarse y hablar, podemos dar por hecho que puede gestionarlo como un adulto, pero sigue siendo un niño, de esa forma, las fortalezas pueden ser justamente sus debilidades en un entorno hostil que no acompañe debidamente al menor hiperperceptivo”.
Y a estos menores no solo les influye el hogar, también cómo se desarrollan en el colegio. De hecho, el estudio más reciente sobre los niños NAS publicado este mismo año en la American Psychiatric Association (APA), llamado Desarrollo de la Alta Sensibilidad en niños de Primaria, pone de manifiesto la importancia de realizar una entrevista a todos los pequeños desde que entran en Primaria sobre su rango de sensibilidad, dada su gran utilidad para los psicólogos educativos en los siguientes cursos o para su historial médico en general.
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