Miriam Tirado: “Los padres deben ser conscientes de sus heridas para poder sanarlas y, desde ahí, ayudar a crecer a sus hijos”
La periodista y autora de cuentos como ‘El círculo’ defiende una crianza consciente, alejada del adultocentrismo y el autoritarismo, en la que el respeto y el autoconocimiento sean los ejes principales
La crianza consciente es un cambio de paradigma de la crianza que se ha llevado a cabo durante siglos. Para los expertos, ha quedado claro, a día de hoy, que la educación tradicional de los niños, que era adultocentrista, autoritaria y estaba basada en el “porque yo lo digo y yo mando”, no funciona. Además, esta desconecta a padres e hijos y deja unas consecuencias a corto, medio y largo plazo que no son beneficiosas ni para los adultos ni para los niños, afectando, incluso, a su autoestima y a su nivel de confianza. “En la crianza consciente, de lo que habla, es de que padres y madres nos debemos hacer conscientes de nuestro propio camino, de saber de donde venimos, de conocer esos patrones y creencias que a veces nos impiden criar desde el respeto y desde la conexión con nuestros hijos”, explica Miriam Tirado, consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza.
“Para mí, el pilar esencial de la crianza consciente es el autoconocimiento, de forma que sepas de donde vienes y cómo has vivido para poder ayudarte a ti, al adulto, a crecer”, añade la también autora de los cuentos El círculo o El hilo inivisible. “De este modo”, prosigue, “los dos, adultos y niños, van creciendo juntos, uno al lado del otro”. Normalmente, todos tenemos unos déficits y estos se ven muy claros cuando nos ponemos a criar: “Por ejemplo, los adultos saben que gritar no es nada bueno, ni para ellos ni para los niños, y muchos conocen que no es el patrón de crianza que quieren llevar a cabo. Pero en periodos de tensión, de conflicto, de estrés, porque es lo que han vivido, porque es como les criaban a ellos, pues les sale gritar. El cerebro siempre va a lo que le es familiar”.
En resumen, según explica la experta, nuestra mente busca como resolver el conflicto que tiene con un hijo y se va al referente que tiene más cercano, que suele ser su madre y su padre. Si estos gritaban, y no le pongo conciencia y pienso sobre lo que yo quiero hacer, me calmo, me sereno y respiro, “haremos lo que ellos hacían y nos va a salir siempre el mismo patrón”.
“Es necesario y urgente hacernos conscientes, los adultos, de nuestras propias experiencias y heridas para poderlas sanar, y desde ahí, ayudar a crecer a nuestros hijos de una forma más orgánica”, incide Tirado. O dicho de otra manera, para la consultora, hay que escapar del adultocentrismo, en el que el adulto manda, y dirigirse hacia la crianza consciente: “Una en la que tomamos conciencia de que la otra persona también es un ser y, aunque obviamente yo soy la adulta y tengo que poner unos límites porque yo sé más cosas, por ejemplo, también debo escuchar su voz. Mi hijo puede hablar, puede llorar, puede no estar de acuerdo con mis decisiones… por lo que debo tratarle y respetarle como la persona que es”.
Para la experta, hay mucha confusión entre permisividad y crianza consciente porque muchos piensan que si a un niño no le riñes, le estás dejando hacer lo que quiere: “Y esto no es así, tú puedes poner unos límites absolutamente claros y firmes desde la serenidad”.
Informarse sobre crianza
“Yo soy periodista y para mí la información es lo que te ayuda a crecer y a aprender. Por lo que es básico que las madres y los padres se informen sobre cómo es un niño”, dice Tirado. “Piensa”, prosigue, “que la mayoría de personas se informan más para saber cómo es un coche, en conocer sus prestaciones, que en cómo es un bebé de cuatro meses”. Para la experta una de las cosas más difíciles de la vida es criar a un hijo, a otro ser humano.
“La información es clave porque los niños no son cómo nos contaron, nos dijeron que tenían que obedecer, que los niños debían estarse quietos y no, los peques tienen necesidades básicas que apelan al movimiento, al juego libre, no tienen autocontrol, tienen emociones muy intensas, y todo esto es normal”, insiste la consultora. “Hay toda una serie de cosas que si las sabemos hacen más fácil la crianza porque hará que les entendamos, que les comprendamos”, prosigue. “Pero, si, en cambio, no lo sabemos, no tenemos información, entramos entonces en ese rol; en ese juego de poder; en la batalla, en el enfrentamiento, y nos convertimos en enemigos más que en compañeros de este viaje que se llama vida”, concluye Tirado.
Ante una crisis, los niños a un lado
“En un mundo capitalista, la infancia no es productiva, no genera beneficios, es una etapa que no se tiene en cuenta. Y deberíamos cambiar esto y pensar que son ellos, los que van a ser los adultos del futuro”, explica la periodista. “Hay algo claro, las etapas más vulnerables de la vida son la vejez y la niñez y son las más maltratadas”, añade. Por ejemplo, con la pandemia, “que es un ejemplo más de este pasotismo ante la infancia, no se han tenido en cuenta los derechos de los niños, primero les confinamos sin tener en cuenta sus necesidades básicas de movimiento y de aire libre, y ahora, leo, que esta sexta ola se podría deber a que ellos no estaban vacunados. Esto, todo, es tremendo. Se ha hecho tan mal con ellos”.
“No nos olvidemos que estos niños serán los adultos del futuro, los adolescentes dentro de unos años, y si ahora sufren según que consecuencias, pues o ponemos mucha atención a en su bienestar emocional y psíquico o dentro de unos años lo vamos a pagar caro”, termina Tirado.
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