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Día de la madre: 10 novedades de lecturas relacionadas con la maternidad

Libros, de ficción y no ficción, para acercarnos a distintas maternidades como nos acercaríamos a uno de esos ‘collages’ infantiles repletos de tonos y figuras.

Diez novedades de lecturas relacionadas con la maternidad.
Diez novedades de lecturas relacionadas con la maternidad.

Contaba Carme Riera en Tiempo de espera (Lumen) que cuando se quedó embarazada empezó a buscar entre sus libros alguno que tratara de la maternidad. “Me apetece saber cómo otras mujeres han vivido esta maravillosa y a la vez terrible metamorfosis”. Por aquel entonces –años ochenta del pasado siglo– no encontró mucho. Ni siquiera preguntando a su librero de confianza, quien sólo recordaba obras sobre abortos. Hoy es mucho más fácil encontrar libros que aborden cómo han vivido esta ambivalente experiencia sus autoras, o que analicen aspectos relacionados desde diferentes ámbitos (los cuidados, el trabajo doméstico, la (in)conciliación…). También obras de ficción que retraten a la perfección sus luces y sus sombras. Hemos seleccionado 10 libros, de ficción y no ficción, para acercarnos a distintas maternidades, este domingo 2 de mayo Día de la Madre, como nos acercaríamos a uno de esos collages infantiles repletos de tonos y figuras.

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Hamnet (Libros del asteroide): «Lo que se nos da se puede quitar en cualquier momento. La crueldad y la devastación nos aguardan a la vuelta de la esquina, dentro de un arcón, detrás de una puerta: saltan sobre una en cualquier momento como un ladrón o un bandido. La cuestión es no bajar nunca la guardia. No creer nunca que se está a salvo. No dar nunca por hecho que el corazón de tus hijos late, que tus hijos beben leche, que respiran, qué andan y hablan, sonríen, discuten y juegan. No olvidar ni un momento que pueden desaparecer, que te los pueden robar en un abrir y cerrar de ojos, que se los pueden llevar como leves villanos». La escritora Maggie O’Farrell imagina cómo ocurrió el terrible suceso que dio pie a que Shakespeare escribiera Hamlet. Lo hace con una narrativa fluida, bella, repleta de extraordinarias descripciones, que atrapa desde la primera página. Una se siente un poco como una observadora indiscreta observando a través de una ventana de páginas la vida familiar, los dramas, y la angustia de unos personajes y de unas situaciones tan creíbles que cuesta pensar en ellos desde la fabulación. Una ventana que nos permite observar lo “pequeño”, lo que se sitúa en los márgenes de la historia, para poder entender todo lo demás. Merecidísimo su éxito internacional.

Esta herida llena de peces (Tránsito): Hay libros que duelen. Y éste, de la escritora Lorena Salazar Masso, es uno de ellos. Porque Esta herida llena de peces –ya el título se clava como una astilla– nos lleva de viaje por el río Atrato mostrándonos la dureza de la selva colombiana: la pobreza, los peligros que acechan, la violencia brutal y despiadada. El viaje recorre el río y los miedos universales de las madres, de su sufrimiento, y evidencia la fragilidad de ese privilegio que es el derecho a una infancia feliz, amorosa y segura. Este libro también es una pregunta: ¿cuántas formas distintas hay de ser madre? En sus páginas, algunas repuestas: «Camino entre azoteas en un patio donde a todo le nace algo propio: la gallina, el pollito. El árbol, la ramas. Me detengo frente a una planta a punto de parir un retoño: a mitad del tallo sobresale un bulto, un rollito verde. Una madre es una cáscara. Guarda la semilla, cubre, protege, se abre para que salga el fruto. La madre tiene el hijo adentro, el hijo tiene a la madre alrededor. El niño es un brote que sembraron junto a mí en la misma maceta, hace algunos años».

La doble jornada (Capitán Swing): Arlie R. Hochschild, reconocida socióloga estadounidense, publicaba hace más de 20 años La doble jornada, un libro en el que se analizan las conclusiones de una investigación sobre la vida interna de las familias –el reparto de tareas y los cuidados– realizada por la propia Hochschild y sus investigadores asociados entre 1970 y 1980. Capitán Swing recoge el testigo y publica en España este libro que, oh, sorpresa, sigue de completa actualidad. ¿Cuántas horas dedica cada miembro de la pareja a las tareas del hogar? ¿Y al cuidado de sus hijos e hijas? ¿Cómo afrontan el día a día las parejas en las que ambos tienen un trabajo remunerado y, al mismo tiempo, deben cuidar? ¿Puede conseguirse la armonía conyugal sin que exista un reparto de las tareas de la casa y de los cuidados? Cuenta su autora en el prefacio que el nacimiento de su primer hijo –al que se llevaba a la oficina– puso aún más de relieve las contradicciones entre las exigencias de la maternidad y las de su carrera profesional. “Las reglas del juego están pensadas para gente sin familia”, dice. También que se sentía en cierto modo “afortunada” porque su pareja cuidaba de sus hijos igual que ella, algo que reconoce que es (y ha sido) algo “poco frecuente y extraordinario”. La doble jornada es un libro imprescindible para reflexionar sobre cómo mejorar la vida en los hogares, para abrir caminos del deseo que nos acerquen a soluciones reales y coherentes.

La revolución de los cuidados (txalaparta): María Llopis, autora de Maternidades subversivas, vuelve a reflexionar acerca de la maternidad y los cuidados en La revolución de los cuidados. A través de diversas entrevistas a mujeres con maternidades situadas en los flancos de ese ideal materno de “normalidad” que nuestra sociedad ha construido, Llopis nos abre los ojos a la realidad, a otras realidades. Y pone el acento en las complejidades actuales de las familias –de todas– para poder cuidar: cuidar de la infancia, del otro, de nosotras. “Cuidar es amar y es el único amor que existe”, dice en la introducción su autora. ¿Se puede cuidar de forma saludable en un sistema capitalista y patriarcal y salir indemnes? ¿Se puede escapar de ese sistema? Quizás ya sabemos la respuesta, por eso cuidar se ha convertido hoy en un acto revolucionario.

La deseada (Impedimenta): Impedimenta ha vuelto a acercarnos en 2021 a la imprescindible obra de la escritora antillana Maryse Condé, marcada por el colonialismo, el racismo, la esclavitud, la memoria y, sobre todo, la búsqueda de identidad. Precisamente este último aspecto, que estaba muy presente en las dos obras anteriores y de tintes más autobiográficos publicadas por Impedimenta (‘Corazón que ríe, corazón que llora’ y ‘La vida sin maquillaje’), se convierte en La deseada en el tema principal. La novela está protagonizada por una niña (luego mujer) que desconoce quién es su padre y que es criada por una nodriza al ser rechazada por su madre al nacer (“Para el niño que crece sin el amor de su madre, no existe en la Tierra una sola sombra bajo la que cobijarse. El sol lo quema. Le abrasa el alma y el corazón por completo. La vida es para él un tormento”); una madre que la recupera 10 años después -con un brutal desarraigo de por medio- para volver a ningunearla. “Tendré simplemente que aprender a vivir con lo desconocido, con la oscuridad absoluta detrás de mí. Soy hija de la oscuridad”, se intenta autoconvencer Marie-Noëlle, la protagonista de esta novela que, en la búsqueda de la individualidad de la protagonista, de su propio relato y su propia historia, aborda muchas y cortantes aristas de la maternidad.

Los pequeños (Nórdica): Hay gente que tiene tal talento para la ilustración que le sobran las palabras. Incluso a la hora de tratar un tema como la maternidad/paternidad y las implicaciones que ella conlleva, esas ambivalencias que a uno le resultaría imposible abordar sin la muleta de la palabra. Hay gente como la artista francesa Marion Fayolle capaz de crear libros mudos como Los pequeños que, merced a su potencia visual, deja al lector con la boca abierta y reflexionando largamente sobre lo observado. Fayolle dio forma a Los pequeños durante el primer año de vida de su hijo. “Dibujar fue una forma de mirar atrás, de mirar de repente las cosas desde un poco más lejos, con más perspectiva, de poder reírme de determinadas situaciones, de poder liberarme de ciertas culpas o ansiedades”, comentaba en una entrevista reciente. Hay humor en sus ilustraciones, porque como escribe Luna Miguel en el prólogo a la edición española, la ilustradora francesa “se ríe de todo”; pero también hay temas serios, porque como ella misma los define sus trabajos son un “juego de contrastes” entre la ingenuidad y la limpieza de los dibujos y los temas que aborda en ellos, que también son duros. Sirva de ejemplo el impacto que causan algunas ilustraciones, como las que muestran a niños llevados con cadenas o siendo animales de circo; o la de los padres tallando al bebé para moldearlo a su gusto. También la que muestra a una niña cavando un foso entre sus padres, separándolos. “Mi sensación es que el niño crea un puente y un abismo entre sus padres”, comenta Fayolle. Cuánta verdad en esta pequeña joya.

El final del que partimos (Vegueta Ediciones): Hay mucho miedo de madre en las páginas de El final del que partimos. Y es que cómo no va a reinar el miedo cuando una, que acaba de ser madre, abandona el Hospital y se encuentra un mundo apocalíptico, un Londres en mitad de una inundación bíblica por una repentina crisis ambiental. En ese escenario tenebrosos de cambio climático arranca esta novela que transcurre durante el primer año de vida de Z, el hijo de la protagonista. Lo vemos crecer a través de los breves textos de su madre, de esas frases cortantes y afiladas con las que, a la vez que plasma la evolución de su pequeño, narra la huida de su familia, su conversión de ciudadanos privilegiados en parias sin derechos, en habitantes de campos de refugiados. El final del que partimos, con el que Megan Hunter acaparó varios premios del mundo literario indie, es una novela con ecos de La Carretera de Cormac McCarthy, un relato sobre la maternidad, sobre la lucha por la supervivencia, sobre la necesidad de vivir que impone un hijo, sobre la camaradería y el apoyo entre madres. Todo ello con un lenguaje seco, minimalista, repleto de elipsis y vacíos que el lector puede rellenar a su antojo. Porque las grandes catástrofes no dan tiempo para grandes reflexiones ni para párrafos elaborados. Al menos, mientras se sufren.

Llamadas de mamá (Sexto Piso): “Me gustaría que me llamases todos los días, a la hora que te venga bien, no sé, por ejemplo, cuando me despierto por la mañana, a eso de las siete, las ocho, y por la tarde, cuando me vengo un poco abajo, sobre las cinco o las seis. (…) Para ti no supone nada, pero a mí me ayuda; la soledad afectiva me tiene tocada”. Esta reflexión dice mucho del monólogo que es Llamadas de mamá, la novela (o la sucesión de llamadas telefónicas) con la que Carole Fives da vida a un personaje tan caótico como conmovedor y entrañable, Charlène; una madre (ya abuela) que llama con asiduidad a su hija, necesitada como está de compañía, aunque sea vía telefónica, para hacer frente a la soledad. Llamadas de mamá es el registro de esas conversaciones, pero sólo de la parte de Charlène. Las respuestas de su hija sólo las intuimos por las reacciones de esta mujer que se enfrenta al cáncer, la depresión y la vejez con un sentido del humor y una ironía completamente naturales, también con unas increíbles ganas de vivir y de enamorarse de la vida, aunque la vida haya sido un poco perra con ella. Al menos así lo siente Charlène, que a la vez que utiliza a su hija como diana de frustraciones, pullas, quejas y reproches (pero también de inesperadas declaraciones de amor), comparte sin tapujos con los lectores muchas verdades sobre el aislamiento y la soledad de las personas mayores ante las que como sociedad preferimos cerrar los ojos.

Tienes que mirar (Impedimenta): Tienes que mirar sería un extraordinario cuento de terror si no fuese porque todo lo que cuenta es real y lo sufrió en sus carnes la periodista y escritora rusa Anna Starobinets. El cuento son realmente unas memorias terroríficas, en las que Starobinets narra el sufrimiento que tuvo que pasar en el sistema sanitario ruso cuando poco antes de la mitad del embarazo se enteró de que su hijo venía con una malformación incompatible con la vida. “No se puede recuperar lo perdido. Aquellos que han perdido su apariencia humana no pueden convertirse de nuevo en personas. Pero el sistema se puede corregir y esa es mi esperanza. Por eso indico los nombres reales de personas e instituciones. Por eso escribo la verdad”, afirma en el prefacio de un libro que duele y emociona a partes iguales, de unas memorias que a uno le hacen sentir afortunado por estar en este lado del mundo; de casi 200 páginas valientes y escritas con una increíble contención en las que acompañamos a Starobinets en una caída a los infiernos de la que se salvará por puro instinto de supervivencia, cuando comprende, como decía el título de una maravillosa novela de Concita de Gregorio, que parece que fuera es primavera.

El instinto (Alfaguara): Siendo una novela negra llamada a reinar en la lista de superventas de muchos países (ya lo ha hecho en Canadá y EEUU) y careciendo de la profundidad de otras novelas con la maternidad como protagonista, Ashley Audrain consigue con El instinto un relato adictivo, un thriller psicológico que brilla por la cantidad de temas que aborda: desde el lado oscuro de la maternidad y las expectativas que ponemos sobre las madres, hasta la imposibilidad de escapar a la herencia y la genética materna, pasando por el derrumbe de la pareja (“No hay pareja capaz de imaginar cómo será su relación después de tener hijos”) y la figura de una niña que hace pedazos el mito de la inocencia y la pureza infantiles. “Desde que soy madre veo que hay una conexión muy grande entre la maternidad y el miedo. Tan grande como entre la maternidad y el amor. Una no puede ser madre sin sentir ese profundo miedo de que algo le ocurra a su hijo, de estar haciendo las cosas mal como madre… Es un miedo que te consume y la literatura es un muy buen lugar para explorarlo”, decía Audrain en una entrevista reciente. Sirva su novela como ejemplo.

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