‘The Mandalorian’ | Paseando a Baby Yoda
Todos los padres somos mandalorianos. Nos hacemos cargo del bebé con todo el cuidado del mundo, pero siempre estamos buscando a alguien más responsable para dejárselo y que lo cuide mejor
El nacimiento de nuestro segundo hijo coincidió con la segunda temporada del The Mandalorian. Y sentí que tener una nueva criatura es como estar viendo a la vez una serie que lleva tiempo en emisión y de repente y con prisas revisitar a tope la primera temporada para acordarte de quién era quién sin perder el ritmo de los nuevos capítulos y sin dormirte en el sofá. (O sea, seguir haciéndole el mismo caso a nuestra hija mayor y cuidar del pequeño con la energía de unos padres primerizos y jóvenes aún no agotados por la crianza de varios años).
Para los que aún no habéis visto la serie ambientada en el universo Star Wars, básicamente va de un tío con armadura que se pasea por planetas con un bebé (el famoso Baby Yoda que luego tiene nombre, pero siempre será Baby Yoda) en brazos o con un cochecito volador que ríete tú del último modelo del YOYO, hace gestiones, se pelea con gente y busca canguro.
Y, a nuestra manera y sin armas láser, todos los padres somos mandalorianos. Nos hacemos cargo del bebé con todo el cuidado del mundo, lo paseamos, lo vigilamos, lo protegemos, conciliamos como podemos con él a hombros y nos derretimos cuando mueve las manitas o nos mira con sus ojitos… pero siempre estamos buscando a alguien más responsable para dejárselo y que lo cuide mejor.
Eso sí, aunque nunca nos atreveríamos con el compromiso monoparental 24/7 de muchas madres heroicas, en nuestro tiempo paternal abrazamos el concepto “lobo solitario transitando por la galaxia”, o la versión lowcost, “padre ermitaño paseando bebé mientras escucha podcast y compra en el súper”. Si Mando se enfrenta a cazarrecompensas despiadados, nosotros a la tendinitis y el dolor de espalda de cargar con el crío.
En cambio, las mujeres viven el pack completo de la sororidad y cuanta más comunidad, mejor. Antes de parir participan en cursos donde conocen a otras futuras mamás y se dan los números de móvil y venga grupo de WhatsApp a lo loco. Nacida la criatura, que no falte el grupo de postparto para ayudarse mutuamente, darse consejos y hablar de grietas en los pezones, que el dolor de la lactancia une mucho. Y, por supuesto, quedan para pasear, para tomar un café, para dar el pecho los lunes al sol…
Me fascina esta dualidad de comportamientos. ¿Es que los tíos no queremos hacer amigos pasados los treinta y tantos? ¿O es que las horas paternales a solas con el bebé no queremos compartirlas?
¿Hay grupos de padres que paseen a sus hijos, que hagan Zoom para comentar lo inútiles que se sienten a veces y lo que les cuesta meter los bracitos dentro de los minijerséis? Pues ya va siendo hora de fundar uno. This is the way. ¿Quién se anima?
Pd: Hoy llegamos a la columna 150, así que muchas gracias por el apoyo, la compañía y la difusión durante tantos años, harrypaters. ¡Feliz crianza!
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