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Nutrición
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nutrición infantil: ¿cómo introducimos la fruta en el día a día de los niños?

En 2019, la mitad de los menores de entre ocho y 16 años no consumía dos o más piezas al día. Este dato pone en evidencia la necesidad de seguir promoviendo hábitos de alimentación saludables

Un niño come sandía.
Un niño come sandía.pexels

En el año 2019, la mitad de niños y niñas españoles de entre ocho y 16 años no consumía dos o más piezas de fruta al día. Este es el dato que se desprende de nuestro estudio PASOS 2019, y que pone en evidencia la necesidad de seguir promoviendo hábitos de alimentación saludables que nos permitan acercarnos a la recomendación de comer un mínimo de cinco raciones de frutas y verduras al día. La fruta es un elemento fundamental de cualquier dieta equilibrada, ya que aporta vitaminas, minerales y fibra, nutrientes esenciales para nuestro organismo.

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El bajo consumo de fruta en la alimentación de los menores no es solo una realidad en España. Según datos de la iniciativa COSI (Childhood Obesity Surveillance Initiative) de la OMS publicados recientemente en la revista científica Nutrients, un 57,5 % de los niños y niñas europeos de entre 5 y 9 años no comen una pieza de fruta al día. Es decir, que la mayoría de menores en Europa no reciben los nutrientes que aportan estos alimentos tan necesarios en nuestro día a día.

Esta es una realidad que se puede estar viendo acrecentada con la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias socioeconómicas. Durante años se ha observado que las familias en situación de vulnerabilidad tienen más dificultades para seguir una dieta saludable y equilibrada o de mantener un nivel adecuado de actividad física.

Ahora, muchas familias corren el riesgo de experimentar estas situaciones de vulnerabilidad que afectan directamente a los hábitos de vida saludable de los menores, y por supuesto, de los adultos. El incremento de la vulnerabilidad socioeconómica, la pérdida de rutinas, los diversos confinamientos y la reducción de interacción social son algunos de los problemas que hay que sumar al día a día de los niños y niñas.

Algunas de las recomendaciones que hacemos a las familias que participan en nuestros programas tienen que ver con cosas tan sencillas - e importantes - como compartir el momento de la comida juntos, planificar el menú de la semana entre todos para incluir tres piezas de fruta al día, o experimentar los diferentes colores, texturas, olores y maneras de disfrutar la fruta con los más pequeños.

Involucrarles en el proceso de preparación y elaboración de la comida es una manera ideal de hacerles sentir protagonistas y generar ilusión por la alimentación saludable. Por supuesto, es importante liderar con el ejemplo, y compartir con ellos el placer de comer fruta y verdura, animándoles a probar nuevos platos y sabores. En nuestros programas vemos como la primera vez los niños y niñas suelen rechazar las frutas que desconocen, pero poco a poco descubren los nuevos sabores y acaban disfrutándolos con una sonrisa.

Otro de los aspectos que trabajamos con las familias es facilitar el acceso a alimentos saludables, y especialmente a la fruta, de los menores. Tener fruta fresca (si es de temporada mejor) siempre visible y a su alcance, hace que esta se convierta en la primera opción a la hora de desayunar, merendar o como postre. Si resaltamos los aspectos positivos de la fruta, tanto sus propiedades nutricionales como sus sabores, texturas e incluso sensaciones positivas que provoca, los más pequeños se acercarán con curiosidad y expectativas positivas a estos alimentos. Además, asociar su consumo a una experiencia divertida puede contribuir reforzar ese interés de los más jóvenes por la fruta. Con este objetivo, recientemente hemos lanzado en redes sociales el reto #fruitimpact, con el que proponemos encestar tres clementinas en una bolsa a modo de tiros libres, y al que ya se han unido Pau Gasol, Fernando Alonso, Ona Carbonell o David Bisbal, entre otros.

A su vez, evitar asociar alimentos poco saludables como recompensa es otra manera de reconocer el valor de la fruta. Premiar a un niño o niña con un postre con alto contenido en azúcar puede crear la sensación de que para disfrutar es necesario consumir un alimento con poco valor nutricional, cuando la fruta puede convertirse en un premio más saludable e igual de apetecible si destacamos sus sabores, texturas y olores.

Pequeños gestos como estos pueden suponer la diferencia tanto a corto como a largo plazo. Generar hábitos de vida saludable desde pequeños requiere de un esfuerzo inicial, pero los beneficios son múltiples tanto para los niños y niñas como para sus familias, y para la comunidad en general.

*El doctor Santi F. Gómez es responsable de Programas de la Gasol Foundation.

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