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Elecciones EE UU
Tribuna
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Judíos y latinos pueden contribuir a sanar las brechas en la sociedad norteamericana

Ambas comunidades indiscutiblemente tendrán un lugar en la mesa de la toma de decisiones durante el Gobierno de Joe Biden por su sobresaliente rol político

Una bandera de Estados Unidos, en la Suprema Corte.
Una bandera de Estados Unidos, en la Suprema Corte.Patrick Semansky (AP)

Los resultados de las recientes elecciones en Estados Unidos, el triunfo del exvicepresidente Joe Biden como el próximo presidente de la nación norteamericana, el retorno de la muralla azul demócrata, los cambios sorpresivos en dirección política en estados otrora consolidados como republicanos como es el caso de Georgia y Arizona así como de márgenes cada vez mayores para los demócratas en Texas, todo ello aunado a una ya lamentable polarización política y cultural en este país, continúan dando mucho de que hablar. Dos comunidades que jugaron un rol fundamental en empujar dichas transformaciones fueron los votantes judíos y latinos.

Como observadora permanente de los rasgos y las realidades particulares de ambas comunidades, así como de sus afinidades y agendas compartidas, no podemos evitar comparar y contrastar permanentemente su presencia en este país, así como las percepciones generalizadas sobre su influencia determinante en estos comicios. Ello a pesar de que estamos hablando de diferencias sustanciales en términos numéricos y niveles de empoderamiento político, pero similares en su impacto en la transformación de contextos otrora estáticos. Adicionales rasgos comunes existen en las percepciones erróneas sobre sus identidades, su agenda electoral, sus antecedentes en cuanto diásporas que pesan- a pesar del tiempo- así como su vulnerabilidad compartida como blancos de ataques racistas como arma política.

Uno de los aspectos sobresalientes de estas elecciones ha sido sin lugar a dudas el rol determinante que han jugado los latinos alrededor de Estados Unidos en este panorama cambiante. Desde el censo de 2000 que los identificó como la minoría no solo más numerosa en este país sino en crecimiento sostenido, comicio tras comicio, las expectativas desmesuradas en la ascendencia del poder político latino han sido un cuando tanto decepcionantes. No en estas jornadas donde los votantes latinos no defraudaron, experimentando una expansión estelar con los números absolutos aún por definirse. 66% de latinos votaron por Biden mientras que Trump consiguió más votos latinos que en 2016, 32%. Fue significativo también la elección de candidatos latinos a todos los niveles, incluyendo un nuevo senador federal, aunque en ese ámbito el crecimiento es paulatino.

Los judíos de este país, apenas seis millones, votaron una vez en números récord, 67% por Biden y 30% por Trump, y su voz fue determinante en Pensilvania, Michigan, Georgia, Florida e incluso Arizona. Su presencia en el Congreso de EE UU se mantendrá constante en 6%.

Es cada vez más claro que ningún partido puede ser complaciente y dar por un hecho que cuenta permanentemente con el voto latino o judío.

El caso de Florida es paradigmático. En el condado de Miami-Dade, el más densamente poblado del Estado, judíos y latinos votaron en forma desmesurada por el presidente Trump, a pesar de actitudes simplistas que siguen considerando a ambas comunidades monolíticas o monotemáticas.

Mensajes republicanos continuos sobre el supuesto socialismo de una Administración Biden jugaron un rol importantísimo entre cubanos, colombianos y venezolanos, además de las políticas de Trump en contra de Cuba y Venezuela.  Este fue uno de los únicos indicios, durante la campaña, en que aspectos de política exterior afectaron los resultados. Apelando efectivamente a los temores de estas diásporas, los republicanos lograron mover la aguja y ganaron el estado, además de dos escaños en la Cámara de Representantes.

Lo que salió a relucir claramente es que tanto la comunidad latina como la judía son sumamente complejas y que su decisión de voto está determinada por muchos factores que incluyen el lugar en el que viven, su contexto nacional y cultural, su nivel socioeconómico, su edad su educación y su fe.

La agenda de ambas comunidades está lejos también de concentrarse solo en un tema.

Encuestas año con año del Comité Judío Americano (AJC) revelan que el colectivo judío de EE UU le da prioridad al estado de los sistemas de salud y educación, así como la economía entre otros temas que afectan a este país y a su sociedad en su conjunto. Donald Trump es considerado por muchos judíos americanos como el presidente más pro-Israel en la historia de este país. Gestos como la transferencia de la Embajada de EE UU a Jerusalén, el apoyo a la anexión de las Alturas del Golán, las sanciones sobre Irán y los Acuerdos de Abraham que marcan un avance significativo en las relaciones entre Israel y el mundo árabe han sido aplaudidos por vastos segmentos de la comunidad judía. Sin embargo, esto no fue suficiente para persuadir a la mayoría a votar por el presidente Trump. De hecho, solo un 5% considera el tema de Israel como central en su decisión.

Este es el caso también para los latinos que colocan inmigración muy por debajo de aspectos como el manejo de la pandemia, la economía y fuentes de trabajo, así como el acceso a una educación pública de primer nivel. Esto no quiere decir que no son sensibles al tema y que no continuarán abogando por una reforma migratoria en el Gobierno entrante, indispensable para este país en su conjunto.

Una temática que en los últimos años lamentablemente se ha tornado de gran relevancia para ambas comunidades es el incremento en crímenes de odio. De acuerdo al alarmante reporte del FBI que salió a la luz hace unos días, en 2019 hubo un aumento significativo en los ataques contra latinos y judíos. De hecho, la patología social del antisemitismo ha crecido en forma descomunal en este país, alimentada por teorías conspiratorias por parte de grupos supremacistas blancos que también colocaron a los latinos como sus blancos en estas elecciones.

Durante la Administración Biden, ambas comunidades indiscutiblemente tendrán un lugar en la mesa de la toma de decisiones por su sobresaliente rol político. Dadas sus crecientes afinidades y los inmensos retos compartidos, su contribución conjunta para sanar las brechas existentes en esta nación y fortalecer su entramado social puede ser de gran valía.

Dina Siegel Vann es directora del Instituto Belfer para Asuntos Latinos y Latinoamericanos del Comité Judío Americano (AJC) basado en Washington, DC.

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