La semiótica del traje blanco de Kamala Harris
La próxima vicepresidenta homenajea a las sufragistas estadounidenses con un diseño de la firma Carolina Herrera
En política —y en la vida— la moda es una poderosa herramienta de comunicación. Y Kamala Harris lo demostró en la noche del sábado en su primer discurso como vicepresidenta electa de Estados Unidos. Lejos del clásico y aséptico atuendo del presidente Joe Biden —traje azul marino, camisa blanca, corbata celeste a juego con sus ojos—, nada quedaba al azar en el estilismo de la californiana, llamado a pasar a la historia y cargado de significado. La demócrata apostó por el blanco, símbolo de la lucha por los derechos de la mujer desde que en 1913 el National Women’s Party lo escogió junto al dorado y al púrpura como bandera sufragista.
Se trata de un color con una larga historia entre las políticas estadounidenses. En 1978 cuando miles de mujeres, lideradas por Gloria Steinem y Betty Friedan, marcharon sobre Washington para apoyar la Enmienda por la Igualdad de Derechos, lo hicieron vestidas de blanco. Geraldine Ferraro, la primera candidata a la vicepresidencia de EE UU, llevó también un traje de este color cuando aceptó la nominación del Partido Demócrata en 1984. Igual que Hillary Clinton al asumir la suya a la presidencia en 2016. En este caso, con un modelo de Ralph Lauren que espoleó en redes sociales la campaña #wearwhitetovote (lleva blanco para votar). El pasado febrero, las demócratas de la Cámara de Representantes acudieron al discurso del Estado de la Unión de blanco en reivindicación por la igualdad de género. Y para anunciar que presentaría cargos contra Donald Trump, su presidenta, Nancy Pelosi, utilizó un traje de este color, convertido en una suerte de uniforme del empoderamiento, que lució también Alexandria Ocasio-Cortez en Vanity Fair.
El modelo de Harris es una creación de Carolina Herrera, una de las marcas más icónicas de EE UU junto a Ralph Lauren, Tommy Hilfiger y Calvin Klein, pero fundada en 1981 por una mujer —la diseñadora que le da nombre— que no es estadounidense sino venezolana: una inmigrante. La firma, que pertenece a la compañía española Puig, está capitaneada desde 2018 por Wes Gordon, un director creativo de 33 años nacido en Atlanta, blanco y gay. El atuendo de Harris constituye, además, un acto de autorreafirmación. Resultaría inverosímil aunque respetable que la vicepresidenta —famosa por combinar trajes y zapatillas Converse— se dirigiese por primera vez a la nación enfundada, por ejemplo, en un vestido de fiesta. Sacrificó, eso sí, las deportivas, un gesto acorde con la trascendencia de la ocasión. No era la noche para romper (también) ese código.
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