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Estados Unidos somete a plesbiscito la ola de populismo mundial

Los votantes eligen este martes entre el sello nacionalista de Donald Trump y la moderación de Joe Biden

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, durante el mitin en Opa Locka (Florida), el lunes. En vídeo, la apertura de los colegios electorales.Foto: AFP | Vídeo: Brendan Smialowski
Amanda Mars

Con las elecciones presidenciales de este martes, Estados Unidos somete a plebiscito la ola de populismo que ha sacudido la política a uno y otro lado del Atlántico en los últimos años. La apertura de los primeros colegios electorales en la costa este del país supone el arranque de una jornada clave dentro y fuera de Estados Unidos. Una derrota contundente de Donald Trump supondría un repudio al giro nacionalista y divisivo que ha experimentado el país, del mismo modo que su reelección causaría conmoción en medio mundo. Su rival demócrata y favorito en las encuestas, Joe Biden, encarna a un político tradicional y moderado, un veterano ejemplar de ese establishment de Washington al que, con sus glorias y miserias, muchos añoran.

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Un votante con una máscara en la que se puede leer "Vota" hace cola en un centro de votación en el Parque Nacional, en Washington, DC. Las de este martes serán unas elecciones complejas. El alto número de votos recibidos antes de la jornada electoral y las leyes de cada uno de los 50 Estados hacen impredecible definir el desarrollo de la noche.
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Los estadounidenses eligen algo más que a su líder de los próximos cuatro años, escogen a la persona con la que salir de la crisis económica más grave desde la Gran Depresión de 1929; la peor pandemia en un siglo y, también, deben superar una ola de tensiones raciales que no vivían desde la muerte de Martin Luther King. Para cuando abran las sedes electorales este martes, casi 100 millones de ellos habrán votado ya de forma anticipada, un récord que apunta a una gran participación y da muestra de ese convencimiento general de que, en efecto, este país de 330 millones de habitantes, del tamaño de un continente y la economía de un gigante, se juega el futuro de varias generaciones.

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An image of U.S. President Donald Trump, who was diagnosed with the coronavirus disease (COVID-19), is held aloft amongst supporters as they gather at the New York Triumph Rally on Staten Island in New York City, U.S., October 3, 2020. REUTERS/Andrew Kelly     TPX IMAGES OF THE DAY
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Joe Biden, exvicepresidente de Estados Unidos y candidato nominado del partido demócrata en las elecciones presidenciales del 2020, con la senadora Kamala Harris, en una imagen eleectoral difundida el 11 de agosto, tras conocerse que Harris le acompañará en la candidatura.
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¿Por qué puede que no sepamos los resultados la noche electoral?

Varones, blancos y mayores. Trump, de 74 años, y Biden, de 77; resultan antagónicos en todo lo demás. El actual presidente percibió el hartazgo de la clase trabajadora blanca, empobrecida y temerosa de la inmigración, y ganó las elecciones con la promesa de un renacer industrial, bajo la premisa de que un hombre de negocios sabría dirigir el país mejor que la clase política. El ascenso del populismo no comenzó aquel 8 de noviembre de 2016. Para entonces, Francia ya había contemplado el auge de un nuevo lepenismo y el Reino Unido había votado a favor del Brexit. La victoria de Trump, sin embargo, ejerció de amplificador, alumbró una recua de imitadores y convirtió a personajes periféricos como Steve Bannon en estrellas ultraconservadoras en Europa. Ahora, el populismo ha sufrido retrocesos en países como el Reino Unido, donde mengua el apoyo al Brexit; o en Alemania, con un frenazo de la extrema derecha. Estados Unidos ofrece una nueva gran prueba de resistencia a los movimientos populistas. Si estos crecen ante el desgaste del poder, ¿cómo navegan su propia erosión cuando se convierten en aparato de Gobierno?

El propio Trump ha planteado la elección como un plebiscito sobre su persona y su liderazgo. El Partido Republicano ni siquiera se ha molestado en aprobar una nueva plataforma, una suerte de principios y promesas que equivale a los programas electorales europeos que los partidos deliberan en su convención del verano, cuando votan a sus candidatos presidenciales. Por primera vez, el Grand Old Party de Abraham Lincoln anunció que se limitaba a “respaldar de forma entusiasta” la agenda del presidente.

Dos mujeres sosteniendo carteles en apoyo a Joe Biden y Kamala Harris mientras se hacen una foto durante un mitin de los candidatos demócratas en Duluth (Georgia), el 24 de octubre.
Dos mujeres sosteniendo carteles en apoyo a Joe Biden y Kamala Harris mientras se hacen una foto durante un mitin de los candidatos demócratas en Duluth (Georgia), el 24 de octubre.

La pandemia ha arrebatado al magnate una de sus grandes bazas electorales, una economía que iba viento en popa, con el nivel de desempleo más bajo en medio siglo y el ciclo expansivo más prolongado de la historia. La crisis sanitaria ha mostrado, además, la versión más errática de Trump, decidido a jugar el papel de antisistema desde el corazón del sistema, declarando la guerra a las directrices de prevención de su propio Gobierno. La media de sondeos nacionales le sitúa a seis puntos y medio de distancia de Biden, según el sitio web de encuestas Real Clear Politics, una brecha amplia, pero que se ha estrechado en los últimos días.

Temor a disturbios

El presidente sigue abonado al mensaje antiestablishment —"Derrocaremos a la clase política fracasada y salvaremos el sueño americano", tuiteaba el lunes— y agita miedos ancestrales para tratar de movilizar a sus bases. Promete ley y orden ante las protestas contra el racismo y un escudo ante el comunismo. Alerta de que, con Biden, la economía tardará más en abrir y caerá en manos del socialismo autoritario.

No está claro el efecto que pueda lograr esta advertencia más allá de sus seguidores más fieles. La trayectoria moderada del vicepresidente de la era Obama, elegido senador por primera vez en 1972, es de sobra conocida y, aunque con el tiempo ha virado a la izquierda, como lo ha hecho el conjunto del Partido Demócrata, forma parte de la corriente centrista. El sector más progresista asumió que el veterano político concentraba el mayor número de apoyo y decidió cerrar filas. Biden avisa de una subida de impuestos “a los más ricos”, al mismo tiempo que lanza guiños a los propios votantes republicanos.

Joe Biden durante una visita en Pensilvania, en octubre de 2020. En vídeo, el perfil del candidato a la presidencia de los Estados Unidos.Foto: V. FIGUEROA | Vídeo: THE WASHINGTON POST | GETTY

Los demócratas buscan superar el trauma de 2016, cuando una candidata de manual como Hillary Clinton cayó derrotada, en contra de los pronósticos, ante un millonario sin ninguna experiencia política, famoso por su papel de presentador ogro en un programa de telerrealidad, El Aprendiz.

Como hizo en 2016, Trump vuelve a sembrar las dudas sobre el rigor del proceso, a alentar, sin base, las sospechas de fraude. La polarización política se ha agravado y el país que siempre se ha enorgullecido de sus transiciones pacíficas de poder, amaneció ayer tapiado y repleto de guardias de seguridad adicionales ante el temor a disturbios. El hombre que gane las elecciones asume las riendas de un país roto.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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