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Los más ricos también votan

Casi todos los grandes multimillonarios tienen casa en Florida y solo la mitad de ellos apoya a Trump

Enric González
Una familia apoya a Trump desde su bote en Palm Beach, cerca de la residencia del republicano en Mar-a-Lago.
Una familia apoya a Trump desde su bote en Palm Beach, cerca de la residencia del republicano en Mar-a-Lago.Joe Raedle (Getty)

El Eden Roc fue un hotel celebérrimo medio siglo atrás. Cuando no estaban en Las Vegas, Frank Sinatra y su pandilla viajaban a Miami y montaban grandes fiestas en este edificio de estilo neobarroco, situado en lo que se llamaba, y sigue llamándose, Billionaires Row. Los propietarios de mansiones en esta exclusiva zona de Miami Beach eran, evidentemente, multimillonarios y, casi sin excepción, fieles votantes del Partido Republicano. Las cosas han cambiado. El Eden Roc es ahora un hotel como cualquier otro. Los auténticos multimillonarios no están ya en Billionaires Row, sino en otras zonas de Florida. Y los más alucinantemente ricos entre ellos no votan a Donald Trump y al Partido Republicano, sino a Joe Biden y al Partido Demócrata.

A veces se cae en la simplificación y se identifica al votante de Donald Trump con las clases adineradas. La cosa es más compleja. En realidad, el “monstruo naranja”, como le llama una amiga, tiene su base más entusiasta entre los obreros industriales, los pequeños granjeros, parte de la inmigración latinoamericana y esa clase social de perfil difuminado que suele denominarse white trash: blancos tirando a racistas que no soportan ser tan pobres como los negros.

Por la “Acera de los Billonarios”, en Collins Avenue, no pasa un alma. Tampoco se ven las mansiones que uno imaginaba. Hay bloques de apartamentos, como en toda la playa. Los precios de las viviendas resultan bastante accesibles para lo que es el barrio: a partir de un millón de dólares. Como norma general puede afirmarse que, en Miami, cuanto más se exhibe, menos se tiene. Entendámonos: la residencia de Julio Iglesias está muy cerca de aquí, al otro lado de la península playera, en una isla privada de nombre Indian Creek, y hace unos pocos años puso en venta una parte del terreno que le sobraba por 150 millones de dólares. Hay riqueza. Quienes triunfan en la farándula muestran preferencia por Miami Beach, donde pueden tener el yate amarrado en el muelle de casa. El dinero “antiguo” tiende a camuflarse discretamente en las zonas nobles de Coral Gables.

El reportero puede por fin establecer contacto visual y verbal con alguien que no parece un turista en Billionaires Row: una pareja joven que circula muy, muy lentamente a bordo de un Ferrari descapotable de color gris oscuro y disfruta del atardecer. “¿Residen ustedes por aquí?”. “No, estamos de turismo”. Tanta lentitud era sospechosa. Quieren ver y, sobre todo, ser vistos. Alquilar un Ferrari suele costar entre 600 y 1.000 dólares diarios, pero ahora, debido a la pandemia, es posible hacerse con uno por algo menos de 500. Y, por poco más de 1.000, gozar del sueño de andar por ahí en un Rolls-Royce. En la playa de Miami predomina lo ficticio. Por definición, no ves por la calle a los ricos de verdad. Menos durante una pandemia.

Los ricos-ricos siguen teniendo mansiones en Florida, aunque se concentran a unas 70 millas (110 kilómetros) al norte de Miami, en Palm Beach. Y, según un sondeo de la revista financiera Forbes, están divididos casi al 50% entre Donald Trump y Joe Biden.

En Palm Beach, además del propio Trump (que no posee un auténtico palacio privado sino un complejo turístico de lujo, Mar-a-Lago, y es como de clase media en comparación con los auténticos cresos), tenía una residencia suntuosa David Koch (patrimonio estimado en 59.000 millones de dólares), fallecido el año pasado, patrocinador junto a su hermano Charles de casi todas las causas de ultraderecha y gran aliado de Trump.

También tiene casa allí Michael Bloomberg (patrimonio estimado en 50.000 millones), demócrata y adversario encarnizado de Trump. Y dicen que anda buscando residencia en Palm Beach, porque ya tiene mansiones en casi todas partes y le falta esa ficha, Jeff Bezos, dueño de Amazon (patrimonio estimado en 200.000 millones), el empresario más rico del mundo y uno de los más feroces enemigos personales de Trump. En un rasgo de originalidad, el segundo empresario más rico del mundo, Bill Gates (patrimonio estimado en 115.000 millones de dólares), otro que es muy poco amigo de Trump, no compró su casa de Florida en Palm Beach, sino en Naples, a unas 150 millas.

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