La generación antiarmas de Estados Unidos llega a las urnas
El voto de los jóvenes, más numerosos y étnicamente más diversos, resultará clave para las opciones demócratas
Un efecto colateral de cerrar los colegios en Estados Unidos por el coronavirus fue que, por primera vez desde 2002, no se registró ningún tiroteo en un centro escolar durante todo el mes de marzo. Muchos de los estudiantes que han lidiado con la pandemia de la violencia armada durante toda su etapa escolar ya han cumplido 18 años, y el 3 de noviembre podrán votar en las elecciones presidenciales.
Son parte de los cientos de miles de jóvenes que salieron a las calles hace dos años y medio en la llamada March for Our Lives (marcha por nuestras vidas), encabezada por los alumnos de un instituto de Parkland (Florida) donde un antiguo estudiante asesinó con un fusil de asalto AR-15 a 14 menores y tres adultos. La generación estadounidense más interconectada y étnicamente diversa fue capaz de organizar la mayor manifestación contra las armas en la historia del país. Ahora, si acude en masa a las urnas, podría resultar clave para el desenlace de los comicios.
Durante las últimas tres décadas, los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) han marcado la política estadounidense, al tratarse de la generación más numerosa y al haber registrado índices de participación en los comicios superiores a la media nacional. Pero en 2019 la demografía de Estados Unidos alcanzó un hito: los mileniales (1981-1993) se convirtieron en la generación mayoritaria. Junto a los centeniales (1994-2010), que ya han cumplido la mayoría de edad, suman el 37% del electorado, mientras que los baby boomers ya han caído por debajo del 30%, según el Centro de Investigaciones Pew. Las dos generaciones representan dos Américas muy distintas. Casi la mitad de los centeniales pertenece a una minoría étnica y, al igual que la generación milenial, han podido tener una educación mejor que sus padres y abuelos, especialmente en el caso de las mujeres. Por su parte, un 75% de los baby boomers son blancos y solo el 25% tiene un título universitario.
Los miembros de la primera línea contra el mercado estadounidense de armas chocan de frente con el presidente Donald Trump, que cuenta con el respaldo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) —el poderoso lobby a favor de la posesión de armas—. Los jóvenes no están entusiasmados con el demócrata Joe Biden, representante del establishment demócrata, pero sí lo ven como un potencial aliado en la Casa Blanca. Aalayah Eastmond, superviviente afroamericana del tiroteo de febrero de 2018 en Parkland, ha sido una de las voces más destacadas en Washington durante las recientes protestas contra la brutalidad policial hacia los negros. En sus discursos ha alertado de que el uso injustificado de las armas, resultado de décadas de “racismo, traumas e indiferencia”, va mucho más allá de los tiroteos en los colegios y que crea ciclos de pobreza e injusticia social que afectan principalmente a las comunidades afroamericanas.
Eastmond se considera a la izquierda de la candidatura presidencial demócrata, pero tiene la esperanza de que una victoria de Biden abra las puertas de la Casa Blanca a los jóvenes negros que protestan en las calles. “Con esta Administración no podemos contar nuestras historias. Nos reprimen. Estoy segura de que con Biden y [la candidata a la vicepresidencia, Kamala] Harris sería diferente”, explica durante una videoconferencia sobre el control de armas.
Juan Carlos Mora, director del grupo Universitarios Demócratas de Washington, de 19 años, se muestra sincero cuando le preguntan si cree que Biden es capaz de ilusionar a jóvenes como sus amigos Rory y Donna Biggs, Bryan Romero y Melissa Donnan. “No”, responde entre risas. “Quizá no vayamos a tener una sanidad universal o el Green New Deal (una batería de medidas contra el calentamiento global)”, apunta Mora, en alusión a dos propuestas del senador demócrata Bernie Sanders, derrotado por Biden en las primarias de su partido, “pero sí vamos a tener dignidad, decencia y respeto por los derechos humanos”, agrega.
La llamada revolución democrática de Sanders tenía tirón entre los jóvenes. A pesar de que el veterano senador por Vermont no logró hacerse con la candidatura demócrata, su mensaje sí ha calado. El 61% de los estadounidenses de entre 18 y 24 años tiene una idea positiva sobre el socialismo, superando al capitalismo, con un 58%. Solo un 28% de los adultos tiene una buena impresión del socialismo, según una encuesta de febrero de NPR.
Las propuestas más progresistas que algunos votantes de Biden extrañan son las que espantan a los simpatizantes de Trump. Christina Herrera, de 24 años y miembro de la NRA, rechaza “las ideas socialistas” del programa demócrata. “Como hispana, he visto los efectos del socialismo. Mi familia escapó de Nicaragua por eso”, explica, y defiende que, aunque Biden y Harris intenten desmarcarse de la ideología de Sanders, “la abrazan cada día con sus propuestas”.
Baja participación electoral
A pesar del inmenso activo que suponen para los demócratas, los jóvenes suelen participar menos que los adultos en las citas electorales. En 2016, el 71% de los mayores de 65 años acudió a las urnas, mientras que solo el 46% de los ciudadanos entre 18 y 29 años hizo lo propio. De ellos, dos tercios votaron por Hillary Clinton. La campaña de Biden mira con optimismo lo que puede suceder en las presidenciales basándose en los datos de las legislativas de 2018: la participación de los menores de 30 casi se duplicó respecto a la de 2014. Sus votos fueron fundamentales en la elección del Congreso más diverso que ha tenido EE UU.
“En las legislativas, los jóvenes votaron por representantes que compartían sus banderas de lucha, pero en esta elección están más preocupados de sacar a Trump que entusiasmados por Biden”, opina William Frey, demógrafo de la Brookings Institution.
Frey, al igual que Lubna Sebastian, directora de Jóvenes por Biden, achaca la falta de participación al confuso sistema de votación que obliga a registrarse según el lugar de residencia, que muchos cambian cuando comienzan su etapa universitaria. Sebastian, que lleva un año trabajando para el candidato demócrata, concluye que muchos jóvenes estadounidenses quieren participar y no saben cómo.
La preocupación por el clima, el racismo y la desigualdad
Las principales preocupaciones de los jóvenes estadounidenses, según diversas encuestas, son el cambio climático, el racismo y la desigualdad económica. Los sondeos muestran que la generación milenial y la centenial expresan un interés mucho mayor que el de los baby boomers por la protección del medio ambiente y las energías renovables.
“A los jóvenes también nos importa lo que pase en el Tribunal Supremo”, explica Lubna Sebastian, quien trabaja en la campaña de Biden. “Nuestros derechos reproductivos están en juego, nuestro acceso a la salud, y por todo eso vamos a salir en masa a votar”, concluye Sebastian.
Hay otros miembros de ambas generaciones juveniles con preocupaciones bien distintas de las que resultan mayoritarias en las encuestas. Es el caso de Kristan Hawkins, de 35 años, presidenta del grupo Students for Life y para la que existe un único tema que determina su voto: la posición respecto al aborto.
La treintañera acudió la semana pasada a apoyar a la juez conservadora Amy Coney Barrett a las escaleras del Supremo durante las audiencias para su confirmación como sustituta de Ruth Bader Ginsburg, magistrada progresista fallecida en septiembre. “Los jóvenes estamos en contra del aborto. Los que lo defienden son mujeres mayores, que tuvieron que decidir entre su carrera profesional y la familia. Eso ya no es así”, sostiene fuera del Supremo, acompañada de varias jóvenes blancas.
Hawkins cree que debería haber un mayor control de las armas, pero es tajante: nada protegerá más la vida de los estadounidenses que ilegalizar el aborto. A pocos metros de ella, un grupo está en desacuerdo. Son menores de 30 años y de diferentes orígenes.
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