_
_
_
_

¿Quién manda en Europa? El centro de gravedad se desplaza al este, y las élites también

En Natolin, sede en Polonia de la ‘fábrica’ de dirigentes de la UE, la proximidad de Ucrania y la geografía modifican la visión del continente

Elecciones Europeas
De izquierda a derecha, los estudiantes del Colegio de Europa en Natolin Polina Gorelina, Feres Oueslati, Natela Gigatadze, Eva van Zanten y Álvaro Rodríguez.Marek M. Berezowski
Marc Bassets

Un mediodía soleado de junio en un bosque en el sur de Varsovia. Un palacete del siglo XVIII que a lo largo de la historia albergó a reyes polacos y jerarcas comunistas. Una mesa bajo los árboles y una tertulia entre cinco veinteañeros: algunos quizá estén llamados un día a ponerse al mando de las instituciones europeas. El ruido de la pelea política ―cualquier ruido, en realidad― queda lejos.

He aquí a nuestros futuros líderes: es fácil llegar a esta conclusión tras una jornada en el campus polaco del Colegio de Europa. En este oasis de saber y fe europeísta se preparan los altos funcionarios y dirigentes de la misma Unión Europea que estos días elige a su Parlamento, y que lo hace en un ambiente de desconfianza ante las élites. Las de cada país y también, o sobre todo, las de Bruselas.

¿Se ven un día como líderes? “Todos podríamos serlo, pero no sería muy humilde decir: ‘Claro, seré un líder de la Unión Europea”, responde, en la mesa bajo los árboles, Polina Gorelina, una estudiante ucrania. Algunos se ven en Bruselas; otros, en sus países. La neerlandesa Eva van Zanten opta por lo primero, pero no descarta volver después a su país: “Hay mucho trabajo que hacer ahí, la gente es mucho más euroescéptica de lo que se piensa”. No todos los alumnos son europeos. Apunta el tunecino Feres Oueslati: “También creo que no todo el mundo quiere ser un líder.”

Ewa Osniecka-Tamecka, vicerrectora del Colegio de Europa en Natolin.
Ewa Osniecka-Tamecka, vicerrectora del Colegio de Europa en Natolin.Marek M. Berezowski

Francia tiene la ENA, la Escuela Nacional de Administración, que ha producido presidentes, primeros ministros y altos funcionarios extremadamente competentes, pero a menudo moldeados por un patrón similar y desconectados de la sociedad. Reino Unido tiene Eton, Oxford, Cambridge. Y la UE, el Colegio de Europa, fundado tras la II Guerra Mundial en la ciudad belga de Brujas y, desde principios de los años 90, tras el derrumbe del bloque soviético, con otro campus en el magnífico entorno del bosque y el palacete de Natolin.

“Cuando se creó el Colegio de Europa en Brujas, ¿sabe usted para qué era?”, pregunta, en un salón de las antiguas caballerizas, la vicerrectora, Ewa Osniecka-Tamecka. “A jóvenes que unos años antes habían sido entrenados para matarse entre sí, los pusieron bajo un mismo techo a buscar soluciones para su generación”. Osniecka-Tamecka, una economista que creció en la Polonia comunista, participó en las protestas democráticas en los años ochenta y trabajó en su país para la adhesión, añade: “En Natolin, cuando se fundó hace 32 años, se trataba de poner bajo un mismo techo a personas del este y del oeste”.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Europa cambia; sus élites, también. El centro de gravedad se aleja de la vieja Europa. Y es Natolin, a 250 kilómetros de la nueva Europa en guerra, la fábrica de quienes liderarán en unos años la UE. En estas aulas y en los jardines, es habitual cruzarse con estudiantes ucranios o georgianos. Europa ya se ha ampliado aquí.

“Al encontrarnos en la frontera de la UE”, describe la vicerrectora, “los estudiantes ven desde aquí problemas más habituales en las zonas fronterizas que en el centro”. Y añade: “Quizá el día que se les envíe al centro, estén mejor preparados”.

―¿Elitistas?

―¡Nooo!

La respuesta de una de las estudiantes en la tertulia provoca las risas de demás. Ella insiste:

―Honestamente, no lo creo.

Sede del Colegio de Europa en Natolin.
Sede del Colegio de Europa en Natolin. Marek M. Berezowski

La palabra élite arrastra un estigma, y alimenta teorías de la conspiración, discursos populistas. Pero un aparato político-administrativo como la UE requiere de unos conocimientos precisos que se aprenden en escuelas como las de Brujas y Natolin. Que requieren de una élite.

“La UE es un proyecto de élite, siempre lo ha sido”, dice por teléfono Hans Kundnani, investigador invitado del Institute Remarque en la Universidad de Nueva York y autor de Eurowhiteness. Culture, Empire and Race in the European Project (Euroblanquitud. Cultura, imperio y raza en el proyecto europeo). “La historia de la integración europea empezó en una época en la que nuestras sociedades era más deferentes. Las élites podían avanzar en la integración sin referirse demasiado a las poblaciones de sus países”.

Kundnani ha pasado por algunos de los principales laboratorios de ideas de la UE. Ha enseñado en Natolin. Conoce íntimamente a las élites europeas; a la vez, las observa con la media distancia de un ciudadano británico, e hijo de indio y neerlandeses. Si tuviese que definirlas en algunos rasgos, uno sería que muchas de las personas que se definen como europeas ―los europeístas más convencidos― suelen tener familia con varias nacionalidades europeas. Un padre francés y madre alemana, o un cónyuge de otro país europeo. Cuando van a trabajar a Bruselas, se emparejan con otros europeos, y refuerzan esta europeidad, biográfica más que política.

Rodica Crudu, secretaria de Estado para la Integración europea en Moldavia que participa en un curso en el Colegio de Europa en Natolin.
Rodica Crudu, secretaria de Estado para la Integración europea en Moldavia que participa en un curso en el Colegio de Europa en Natolin. Marek M. Berezowski

Otro rasgo, este más político, o moral, según el experto: “Hay una creencia genuina en que la UE es una fuerza para el bien, una tendencia a idealizar Europa y la UE”. Y subraya que “esta es una élite activamente creada por el Colegio de Europa”.

En estos campus, como en los pasillos de Bruselas, se comparte, parafraseando lo que el general De Gaulle decía de Francia, una cierta idea de Europa. Así la resume la vicerrectora Osniecka-Tamecka: “Europa fue capaz de crear, a través de la UE, mercados económicos exitosos, un orden legal meticuloso y una estructura política inclusiva. Es algo de lo que enorgullecerse”.

Pero, por su situación geográfica, y el contexto político ―hasta hace unos meses gobernaba en Polonia un partido a la greña permanente con Bruselas―, la UE nos se ve igual aquí que en Brujas. Es probable que en 10, 20 años la UE se parezca, más que a Brujas, a Natolin. Tampoco ve igual la UE el estudiante asturiano que la asocia con los fondos para la reindustrialización y la seguridad económica, que las estudiantes georgiana o ucrania, que la asocian a la supervivencia de sus países. O Rodica Crudu, secretaria de Estado para la integración europea en Moldavia, que pasa unos días en Natolin para seguir una formación en vistas a las negociaciones de adhesión. Dice Crudu en la cantina: “Vivo en un país con guerra en la frontera, y la prioridad es la seguridad. Si se mira bien, ¿quién supo mantener la seguridad durante años? La UE se creó para mantener la paz en el continente y lo logró”.

De vuelta a la tertulia del jardín, la estudiante georgiana Natela Gigatadze, define así su UE: “Es la libertad de ser quien eres, en el caso de Georgia una nación independiente y soberana”. “Aquí estás a unos centenares de kilómetros de la frontera y a unos centímetros de personas de Ucrania y de países vecinos que sufren por las políticas de Rusia”, expone otro alumno que viene de la otra punta del continente, el español Álvaro Rodríguez. “Venir aquí es un cambio de mentalidad”.

Alumnas en el Colegio de Europa de Natolin.
Alumnas en el Colegio de Europa de Natolin.Marek M. Berezowski

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_