Von der Leyen recalibra su acercamiento a la extrema derecha y vuelve a mirar a Los Verdes
La candidata principal del PP europeo, que lleva meses coqueteando con Meloni y su grupo ultra, confía en que los resultados de ecologistas y liberales sean mejores de lo esperado y permitan reeditar una gran coalición moderada en la UE
Ursula von der Leyen ha probado las aguas de una posible alianza con la ultraderecha y ha notado que son más turbias de lo que pensaba. La candidata principal de los populares europeos (PPE), que se postula para repetir como presidenta de la Comisión Europea, está recalibrando su acercamiento a la extrema derecha y vuelve a mirar hacia fuerzas más moderadas y europeístas como Los Verdes, que pueden ser decisivos para su posible investidura si los líderes de los Veintisiete la proponen para el cargo tras las elecciones al Parlamento Europeo de este domingo. Von der Leyen es pragmática: los últimos sondeos que manejan los populares apuntan a que Los Verdes y liberales (grupo Renew) pierden fuerza, pero menos de lo esperado, y que si la pauta se mantiene podría construirse, junto a los socialdemócratas, una coalición moderada como la que ha sostenido a la UE los últimos 70 años.
La jefa del Ejecutivo comunitario lleva meses coqueteando con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y con su grupo ultra, el de los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR), en el que están, además de Hermanos de Italia, el español Vox y los ultraconservadores polacos de Ley y Justicia (PiS). Von der Leyen considera a los de Meloni una ultraderecha aceptable, frente a Reagrupamiento Nacional, de la francesa Marine Le Pen, a quien considera parte de lo que llama “amigos de Putin”. Pero su cordón sanitario flexible está contribuyendo a normalizar a los extremistas y está teniendo un coste entre los conservadores tradicionales —cada vez más derechizados—. Además, los partidos progresistas han advertido a la alemana de que no la apoyarán si se alía con la ultraderecha.
Países Bajos votó el jueves en los comicios al Parlamento Europeo, y los sondeos a pie de urna coinciden con los datos europeos que manejan los conservadores. La ultraderecha de Geert Wilders ―que encabezará la nueva coalición de Gobierno tras ganar los comicios generales de noviembre de 2023― ha subido en apoyos, pero la alianza progresista de socialdemócratas y verdes (GroenLinks-PvdA) resiste y gana, según el sondeo a pie de urna de la televisión pública NOS. Las cifras de los conservadores europeos apuntan a un patrón similar sobre los partidos moderados, dicen fuentes populares europeas, aunque también advierten de que puede haber un porcentaje de voto que vaya a la ultraderecha que no esté aflorando en los sondeos. La participación también es una variable clara para que a Von der Leyen le salga las cuentas con sus tradicionales apoyos, dice una alta fuente comunitaria.
Así, Von der Leyen mira ahora de nuevo hacia el grupo europeo Los Verdes, que considera una formación mucho más fiable y constructiva que las formaciones ultras. Los ecologistas, que se abstuvieron hace cinco años en la confirmación en la Eurocámara de la jefa del Ejecutivo comunitario —cuando la alemana salió investida por un margen de nueve votos—, no descartan esta vez apoyarla si con eso tiran del freno de emergencia para evitar alianzas con los ultras, dice su expresidente Philippe Lamberts, que este año no concurre.
A cambio, Von der Leyen tendrá que comprometerse a impulsar la agenda verde. Es algo que la alemana priorizó desde el inicio de la legislatura, pero que ha ido relegando en los últimos tiempos —y aligerando— por las presiones de la derecha y la industria. Con los sondeos en la mano, y ante las presiones de Los Verdes y de grandes fuerzas socialdemócratas —como España, que quiere colocar a la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en uno de los grandes puestos y que sea una cartera verde—, la candidata conservadora podría volver a ponerse la chaqueta ecologista, aunque buscará separar las cuestiones agrícolas tras las protestas del sector.
La situación es extremadamente volátil en Europa. Y pueden tener resultados los movimientos de Marine Le Pen —cuyo partido puede arrasar en Francia— y del nacionalpopulista húngaro Viktor Orbán para crear una gran alianza ultra en la Eurocámara; aunque sea a medio plazo. Un Parlamento Europeo más derechizado y discordante puede hacer las cosas muy difíciles para Von der Leyen y a su Comisión; aunque la alemana (y los populares) sigue sin descartar alianzas con partidos como el de Meloni —cuyo apoyo también necesita en el Consejo Europeo— para regulaciones y medidas concretas, señalan fuentes parlamentarias conservadoras.
A esa volatilidad en Europa, con dos guerras en el horizonte, la de Rusia en Ucrania y la de Israel en Gaza, y con la perspectiva de que el populista Donald Trump pueda volver a la Casa Blanca tras los comicios de noviembre en EE UU, se suma que los polacos del PiS, Vox o incluso Meloni han endurecido sus mensajes ultras en los últimos días.
Inquietud en las filas populares
La UE se juega su credibilidad. Y se ha despertado inquietud en parte de las filas populares. Von der Leyen, que aunque no concurre oficialmente a las europeas se ha embarcado en una intensa campaña con el PPE (al que los sondeos pronostican como el grupo más votado) en varios Estados miembros, salió algo tocada de su visita a Roma hace unos días. En sectores de Forza Italia, el partido que fundó Silvio Berlusconi, y que está dentro de la familia popular, no han gustado los guiños de la conservadora alemana a su rival, Meloni, reconocen fuentes parlamentarias.
No son los únicos. “Creo que no debemos tener ningún tipo de comunicación con este tipo de grupos [de ultraderecha]”, incide en una entrevista Christiana Xenofontos, candidata por Agrupación Democrática (DISY), el principal partido de Chipre y afiliado al PPE. “Esos grupos políticos representan ideas que están muy alejadas de la democracia en la que creemos y de los valores de inclusividad”, señala Xenofontos, también vicepresidenta del Foro Europeo de la Juventud.
La candidata chipriota reconoce que en su partido —como en el grupo europeo— “no todos piensan igual” y hay importantes debates internos, dado que uno de los vicepresidentes de los conservadores chipriotas ha abandonado DISY para sumarse a las listas europeas de ELAM, la formación isleña ligada al partido neonazi griego —ilegalizado en 2020— Amanecer Dorado, a la que las encuestas sitúan como tercera fuerza y candidata a escaño europeo por primera vez en su historia. “Es el momento de diferenciarnos de cualquier elemento de la ultraderecha”, remarca Xenofontos, que advierte que hay que poner “límites”.
El expresidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, del ala moderada de los conservadores, también ha alertado contra esas alianzas con los ultras. “Veo un giro hacia la derecha dentro del PPE y estoy luchado contra ello. Cualquiera que apoye demasiado a la derecha corre el riesgo de caerse por la ventana”, ha dicho en una entrevista con Luxemburger Wort.
Los últimos guiños a los partidos de extrema derecha están despertando a algunos en un grupo popular en el que no han abundado las voces discordantes públicas sobre su derechización y sobre el blanqueamiento de la extrema derecha. De hecho, los partidos conservadores ya se han aliado con ellos para llegar al Gobierno (o dar apoyo parlamentario) en países como Finlandia, Suecia, Austria o Croacia —y ejecutivos regionales y locales en España, con las alianzas entre PP y Vox—.
También el primer ministro conservador polaco, Donald Tusk, está bajo presión por parte del ala progresista de su coalición de Gobierno y ante el PiS, que se mantiene como un rival fuerte. Los partidos ultraconservadores quieren dinamitar el proyecto europeo actual con sus políticas ultranacionalistas y euroescépticas. Y sus mensajes populistas están calando en una parte del electorado traumatizado por las consecuencias de la pandemia, la incertidumbre de las guerras y en busca de identidad en un mundo en proceso de cambio. Y eso está llevando a esas formaciones a rascar votos de la derecha.
Con información de Andrés Mourenza.
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