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La campaña europea ya es un calco del 23-J

El PP y el PSOE lanzan argumentos idénticos a los de las elecciones generales de hace un año: los populares hablan del “okupa de La Moncloa” y Sánchez agita el miedo a la ultraderecha

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la candidata socialista a las elecciones europeas y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la candidata socialista a las elecciones europeas y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.Alejandro Ruesga
Carlos E. Cué

En teoría, un año es una eternidad en política. Pero en la española el tiempo parece haberse detenido. Casi 12 meses después de la tormentosa campaña de las elecciones generales del 23-J, los elementos centrales que dominaron ese mes de julio de vértigo siguen ahí en el eje central de la campaña para los comicios europeos del próximo 9 de junio. El PP parece buscar una segunda vuelta de las generales, demostrar a todos que el 23-J —cuando los populares ganaron pero no lograron gobernar— fue un error, un accidente, algo que no volverá a suceder. Y el PSOE apela a la misma movilización de la izquierda que impidió que el PP y Vox llegaran a La Moncloa para que evite ahora que la ultraderecha llegue al corazón del poder europeo. Sumar y Vox también apelan a sentimientos similares: los primeros para orientar la política hacia la izquierda y los segundos para echar a Sánchez y arrastrar a la “derechita cobarde y estafadora” hacia la derecha.

Un año después de que el antisanchismo se demostrara insuficiente para llevar a Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del Gobierno, los estrategas del PP no han encontrado un argumento mejor para hacer campaña. En la calle Génova, sede de la dirección popular, siguen pensando que nada moviliza más a la derecha que el rechazo a Sánchez, así que todo se repite. Todo gira alrededor de eso en los mítines del PP, y ese será el mensaje estrella en la gran manifestación-mitin que ha convocado el partido este domingo en Madrid. “España responde al peor presidente de la democracia”, dice José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid, en el vídeo promocional de esa concentración.

El antisanchismo ocupa tanto espacio en el PP que incluso dirigentes del sector moderado como Carmen Fúnez, vicesecretaria de organización, se lanzan de cabeza a él. En el mitin del sábado en Tomelloso con Alberto Núñez Feijóo, Fúñez llegó a decir que “Sánchez está de okupa en La Moncloa y no gobierna”. La idea del “okupa de La Moncloa”, que ya se usaba también con José Luis Rodríguez Zapatero, estaba reservada hasta ahora a los sectores más ultras de la derecha, pero se va extendiendo. Fúnez insistió mucho en la idea de que es Feijóo quien tendría que ser jefe del Ejecutivo. “A ti te elegimos como presidente, pero unos pactos indignos te sacaron de La Moncloa, que es donde te habían puesto la libertad y la voluntad de los españoles y te volverán a llevar en cuanto se convoquen las generales”, afirmó.

El PP, que en las elecciones vascas apenas habló de ETA ni de EH Bildu y en las catalanas tampoco lo hizo de la amnistía a los encausados del procés, ahora recupera estos dos asuntos para convertirlos en eje de la campaña de las europeas. El equipo de Feijóo confía en que esta vez la izquierda no se movilizará como el año pasado y podrá lograr una distancia más cómoda —en 2023 fueron poco más de 300.000 votos—. “Hay más razones para votar al PP ahora que el 23-J”, insiste el líder del PP, que además pide concentrar el voto conservador para que no se vaya a Vox. Sin embargo, en estas elecciones con circunscripción única el voto útil tiene mucho menos sentido, porque no se pierden escaños por la dispersión. Además, mientras pide no votar a Vox, Feijóo normaliza posibles pactos futuros con la italiana Giorgia Meloni, que estuvo por videoconferencia en el gran acto de Vox al que asistió Javier Milei y allí defendió a Santiago Abascal y dijo que la trayectoria y las ideas de Vox son muy parecidas a las suyas.

En La Moncloa asumen que ganar al PP el 9 de junio es casi imposible, al contrario de lo que dice un CIS cada vez más criticado, pero sí creen que en el nuevo ambiente generado tras las elecciones catalanas, que han devuelto la euforia al PSOE, al menos sí es posible lograr que la distancia sea pequeña. Los populares señalan que, sea cual sea la diferencia, en cualquier caso el bloque de derechas va a subir y el de izquierdas bajará, y quedará en evidencia así que la hazaña del 23-J es difícilmente repetible para Sánchez. Lo importante para el PP es consolidar esa idea de que 23-J fue un accidente. El PSOE, por el contrario, insiste en que estas elecciones no cambian nada de la realidad del Congreso. Por tanto, Sánchez seguirá y confía en tener al fin un largo periodo sin comicios para que la legislatura eche a andar de verdad.

En el otro lado, en el bloque de la izquierda, también está muy presente el esquema del 23-J. Si Feijóo, un año después, no encuentra nada mejor que el antisanchismo para hacer campaña, Sánchez sigue pensando que nada moviliza tanto a la izquierda como el riesgo de que la ultraderecha llegue al poder no ya en La Moncloa sino en la Comisión Europea. Feijóo, además, ha ayudado mucho a esa campaña con su idea de que Meloni “no es homologable a otros partidos de extrema derecha europeos”. El líder del PP lo dijo en Barcelona el día del arranque de campaña, y Sánchez va a explotar al máximo esa idea. Los socialistas están empeñados en asimilar al PP y Vox, para ellos cada vez más indistinguibles.

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“Esa ultraderecha buena de la que habla Feijóo es la que prohíbe la inscripción de hijos de homosexuales en los registros civiles”, dijo Teresa Ribera en Sevilla en referencia a una decisión de Meloni. “A Feijóo se le ha caído la careta en dos días. Hay una forma directa de votar a Vox y otra indirecta, que es votar al PP. Hay que votar al PSOE para frenar a la ultraderecha”, remató Sánchez. “Los que paramos a la derecha y la ultraderecha el 23-J tenemos que movilizarnos”, insistió, por si hubiera dudas de que la política española sigue clavada en el mismo punto desde hace un año. Sánchez también usó la frase del argentino Javier Milei, que insiste en que “la justicia social es una aberración”, para agitar el combate ideológico entre la izquierda y la derecha. “¿Sabéis qué es justicia social? Que una UCI en pandemia costaba 3.700 euros al día. Un trasplante de pulmón cuesta 135.000 euros. La universidad pública, entre 7.000 y 9.000 euros al año”, planteó el presidente para recordar que, sin Estado, como defiende Milei, aplaudido por buena parte de la derecha española, la clase trabajadora nunca podría pagar con su propio dinero esa sanidad ni esa educación.

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