Líbano prohíbe la importación de chatarra de Siria tras una investigación publicada por EL PAÍS
El reportaje reveló que el país se había convertido en uno de los nodos de la distribución de chatarra procedente de la guerra siria, que sirvió para financiar al depuesto régimen de Asad


El Gobierno de Líbano ha prohibido la importación de chatarra metálica de Siria tras la investigación periodística llevada a cabo por EL PAÍS, The New Arab y el colectivo de periodistas sirios SYRAJ sobre el uso de ferralla procedente de conflictos armados para la fabricación de acero en plantas turcas que suministran a países europeos.
La investigación, que llevó un año de trabajo y fue publicada a finales de octubre con el apoyo de Journalismfund Europe, reveló las rutas por las que la chatarra bélica llega a Turquía desde países como Libia, Rusia o Israel. Sobre Líbano, el reportaje descubrió que se había convertido en un nodo fundamental para la salida de chatarra desde Siria a los mercados internacionales, evadiendo todo tipo de sanciones y permitiendo recaudar fondos a organismos como la 4ª División Acorazada del Ejército Sirio, una fuerza de élite comandada por Maher el Asad (hermano del depuesto presidente Bachar el Asad).
Según documentos exclusivos obtenidos por los periodistas, la 4ª División controlaba todo el proceso: desde la recogida -en la que participan menores de edad- de varillas, vigas y trozos de tejados de edificios destruidos por la aviación rusa y siria a la distribución y reparto de la chatarra entre empresarios cercanos al régimen y a su salida del país en camiones escoltados por convoyes militares.
Las estadísticas oficiales de Líbano no reflejan ninguna importación de chatarra siria durante la última década, pero tanto los documentos obtenidos en Siria como diversas fuentes libanesas han confirmado que este tráfico existe. Y que, luego, la chatarra es exportada a través de los puertos libaneses a Turquía y Egipto. Es más, el presidente de la Asociación de Comerciantes de Chatarra de Líbano, Ahmad Barbish, explicó al diario Nidaa al Watan que el 40 % de la chatarra que se exporta desde los puertos libaneses procede del “contrabando de Siria”.

La prohibición de importar chatarra siria fue tomada el pasado 12 de diciembre en el Consejo de Ministros del Gobierno libanés, presidido por el independiente Nawaf Salam. De entre las decisiones tomadas ese día, publicadas posteriormente en la gaceta oficial, la número 19 establece que: “Se aprueba la petición del Ministerio de Finanzas de impedir los envíos de chatarra metálica procedente de Siria, cuyo propósito es su exportación desde puertos libaneses”. Líbano carece de plantas de reciclaje, por lo que toda la chatarra que recibe de Siria es destinada a la reexportación. En cambio, Siria sí que posee algunas plantas de transformación de ferralla en acero, y el nuevo Gobierno, presidido por el salafista Ahmed al Shara, prohibió desde junio la exportación de todo tipo de chatarra metálica, dada su importancia en la reconstrucción del país y el peligro que supone su recogida descontrolada, por la presencia de proyectiles sin explotar.
Los diarios libaneses que han informado sobre esta decisión del Gobierno citan las conclusiones de la investigación publicada por EL PAÍS, si bien también la enmarcan en la lucha contra la economía sumergida y las posibles fuentes de financiación de Hezbolá, el partido-milicia chií con gran presencia en el sur de Líbano y que fue uno de los principales aliado del depuesto régimen de Asad durante la guerra civil que asoló el país vecino. El Gobierno de EE UU lleva meses presionando a Beirut para que actúe contra el aparato de financiación del grupo chií y lo desarme, como parte del acuerdo de alto el fuego con Israel.
Hezbolá ha participado de muchos de los tráficos ilegales con los que se financiaba el régimen sirio -captagón, armas...-, si bien en el caso del contrabando de chatarra, la investigación de EL PAÍS no halló pruebas de que estuviera directamente implicado. Sí que varias fuentes confirmaron que algunas de las rutas de importación de chatarra -no todas- atraviesan zonas de la frontera sirio-libanesa controlada por Hezbolá, y que la milicia chií mantenía cierta colaboración con algunos de los clanes de contrabandistas.

El comercio internacional de chatarra mueve 40.000 millones de euros al año, y cerca de un quinto del total de chatarra exportada en el mundo va a parar a Turquía, el país que, en proporción, más acero reciclado produce. En los últimos años, y tras la presión del lobby del acero, la Unión Europea ha empezado a restringir la exportación de chatarra a Turquía, por lo que los productores turcos han buscado suministradores alternativos, como Venezuela, Libia, Líbano, Rusia o Ucrania.
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