Donald Trump llega al Reino Unido en medio de protestas ciudadanas
Londres acoge este miércoles una manifestación que se prevé multitudinaria. Cuatro personas han sido arrestadas por proyectar imágenes del mandatario con el pederasta Epstein sobre el castillo de Windsor


Cuando el matrimonio Trump puso un pie en la pista del aeropuerto londinense de Stansted, a última hora del martes, unas 70 personas se habían congregado ya frente al castillo de Windsor, la residencia de la familia real británica que acogerá al presidente estadounidense y su esposa durante su visita de Estado al Reino Unido.
La mayoría de los manifestantes tuvo una actitud pacífica, y cantaban eslóganes como “Trump fuera” o “Dilo alto, dilo claro: Donald Trump no es bienvenido”. Pero cuatro personas fueron detenidas después de que aparecieran proyectadas por sorpresa, sobre uno de los torreones del castillo, imágenes del dignatario estadounidense con el millonario y pederasta convicto Jeffrey Epstein.
La figura de Epstein, que acabó suicidándose en una celda de Nueva York en 2019, va a ser una sombra permanente de tensión en la visita relámpago de dos días que el Gobierno de Keir Starmer quería que no tuviera tacha, con el propósito de obtener beneficios económicos y políticos de la tan cacareada “relación especial” con Washington.

Días antes de la llegada de Trump, Starmer cesó fulminantemente a su embajador en Washington, el histórico y astuto político laborista de la era de Tony Blair Peter Mandelson, tras revelar la prensa su estrecha relación con Epstein y sus mensajes de complicidad al magnate cuando este ya había sido condenado por un delito sexual contra menores. Y el propio Trump se muestra inquieto por las constantes dudas planteadas en la opinión pública sobre su propia relación con Epstein.
Ese asunto y las protestas en la calle pueden acabar agriando una visita que se pretendía cargada de pompa y boato para alimentar el ego de Trump. Es la segunda vez que el dignatario estadounidense llega al Reino Unido invitado por la casa real, un trato que ninguno de sus predecesores en la Casa Blanca había disfrutado. Starmer ha querido utilizar esta estrategia de adulación, rechazada por muchos de sus críticos en el seno del Partido Laborista, para reforzar su buena relación con el estadounidense en tiempos de incertidumbre geopolítica y económica.
Protestas en Londres
El matrimonio Trump fue recibido en la escalerilla del avión por Henry Hood, el noble que acudió en representación del anfitrión de la visita, el rey Carlos III. Junto a él estaba la nueva ministra británica de Exteriores, Yvette Cooper. El helicóptero Marine One llevó de inmediato al presidente y a su esposa a la residencia del embajador estadounidense en Londres, donde pasaron la primera noche.
Será este miércoles cuando sean recibidos con todos los honores en Windsor por los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, y donde participen en una cena de gala ofrecida por los reyes. El matrimonio acudirá además a la capilla de San Jorge, dentro del recinto del castillo, para depositar una corona de flores en la tumba de Isabel II.
Miles de policías controlan los alrededores de Windsor en un operativo de seguridad que se ha visto incluso incrementado en los últimos días, tras el asesinato del activista de ultraderecha y aliado de Trump Charlie Kirk.
Aunque se espera la presencia de cientos de manifestantes alrededor de la residencia real, será difícil que el estadounidense llegue a ver alguno. El castillo se ha atrincherado en varios kilómetros a la redonda.
La gran manifestación está prevista esta tarde en el centro de Londres, organizada por la coalición Stop Trump. De nuevo, como durante la visita que realizó durante su primer mandato, se verá flotando en el cielo de la capital británica el famoso Baby Trump, un inmenso bebé globo en pañales, con la imagen del dignatario. La ciudad estará inundada de agentes de seguridad para evitar altercados.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, con quien Trump mantiene desde hace años una agria disputa y a quien no deja de atacar a la menor ocasión —la última, delante del propio Starmer en el Despacho Oval, para embarazo del primer ministro británico— ha escrito una tribuna de “bienvenida” en el diario The Guardian en la que acusa al presidente estadounidense de haber hecho más que nadie por “avivar las llamas de la polarización y de las políticas de extrema derecha por todo el mundo en los últimos años”.
El contenido político
Aunque la visita de Trump es más formal y simbólica que práctica, el líder estadounidense tendrá unas horas de trabajo con Starmer el jueves. Ambos se reunirán en Chequers, la residencia campestre oficial de descanso del primer ministro, junto a sus respectivos equipos.
Londres y Washington han anticipado un gran acuerdo de colaboración en materia de energía nuclear, y Trump ha llegado al Reino Unido con un grupo de magnates tecnológicos que tienen intención de anunciar grandes inversiones en materia de inteligencia artificial y computación cuántica. A cambio, han logrado que el Gobierno laborista desista de su empeño de aumentar los impuestos a la actividad digital.
Antes de emprender su viaje a Londres, Trump dijo a la prensa que estaba dispuesto a mejorar las condiciones del tratado comercial que firmó a principios de año con Starmer. Sin embargo, todo sugiere que las expectativas se han desinflado. Habrá rebajas en los aranceles que Washington impone al whisky o al salmón escocés, pero permanecerá en pie un gravamen del 25% a las exportaciones británicas de aluminio y acero a Estados Unidos. El primer ministro laborista confiaba en reducirlas a cero.
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