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La ultraderecha arrolla a los conservadores en las elecciones de Noruega

El Partido del Progreso, una formación populista y xenófoba, suma casi una cuarta parte de los votos en los comicios que han ganado los laboristas y será la segunda fuerza en el Parlamento

Sylvi Listhaug en Oslo
Carlos Torralba

La ola ultraderechista que recorre Europa llegó este lunes con mucha fuerza a Noruega. El Partido del Progreso, una formación populista y xenófoba, obtuvo en las elecciones parlamentarias del país escandinavo el mejor resultado de su historia, superando holgadamente a los conservadores, convirtiéndose en la segunda fuerza política del país y quedándose a solo tres escaños de hacerse con las llaves del Gobierno. Los representantes de ese partido, llamados progresistas, cosecharon prácticamente una cuarta parte de los votos (23,9%), más del doble que hace cuatro años, y pasarán de los 21 diputados actuales a 48.

La ultraderecha irrumpió en Noruega mucho antes que en la mayoría de países europeos. En 1973 obtuvo sus primeros cuatro escaños; en 2005 superó por primera vez la barrera del 20% de los votos, y entre 2013 y 2020 formó parte de gobiernos de coalición liderados por los conservadores. Las elecciones de este lunes han sido las cuartas en las que el Partido del Progreso se ha alzado hasta la segunda posición —y la primera en el bloque de la derecha—, pero en todas ellas los laboristas fueron los vencedores y la extrema derecha quedó relegada a la oposición. Aun así, los últimos comicios suponen un punto de inflexión para los ultras noruegos: han puesto fin a más de un decenio de declive con un ascenso meteórico y se han quedado más cerca que nunca de poder liderar una coalición de gobierno.

Como en Alemania, Francia, Italia, Dinamarca o Finlandia, la ultraderecha en Noruega está encabezada por una mujer. Sylvi Listhaug, de 47 años, al frente del partido desde 2021, se define como una admiradora de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Antes de asumir el liderazgo del Partido del Progreso, estuvo al frente de cinco ministerios distintos (Sanidad, Energía, Justicia, Inmigración y Agricultura), siempre en gobiernos dirigidos por Erna Solberg, la líder conservadora a la que ha arrollado en las elecciones de este lunes y cuya carrera política parece estar llegando a su fin.

Al asumir la cartera de Sanidad, Listhaug declaró: “Los adultos pueden fumar, beber y comer toda la carne roja que deseen. No tengo intención de ser una especie de policía de la moral, ni de decirle a la gente cómo debe vivir su vida”. Cuando estaba al frente de Inmigración, además de viajar a la isla griega de Lesbos para ser rescatada del agua durante un simulacro y “ver realmente qué sienten los refugiados que cruzan el Mediterráneo”, levantó ampollas con otro comentario: “Aquí comemos cerdo, bebemos alcohol y mostramos el rostro. Quien venga a Noruega debe adaptarse a nuestros valores y nuestras leyes”. En 2018 acusó a los laboristas en el Parlamento de dar más importancia a los derechos de los terroristas que a la seguridad del país, por negarse a apoyar una propuesta para retirar la nacionalidad a yihadistas noruegos sin decisión judicial previa.

Ayuda al desarrollo y transición energética

Listhaug prometió durante la campaña una bajada masiva de impuestos, recortes drásticos en la ayuda internacional para el desarrollo y en los subsidios para la transición energética, además de renunciar al rol de Noruega como potencia diplomática —“No permitiré los contactos con Irán, Hamás o los talibanes”, declaró durante una entrevista— y abogar por poner fin a las restricciones a la explotación de gas y petróleo.

El elemento central de su estrategia electoral fue, sin embargo, la lucha contra la inmigración. Listhaug defiende la creación de centros de acogida para solicitantes de asilo en terceros países y reclama que únicamente se permita la llegada de refugiados cristianos. Erlend Wiborg, el portavoz del partido ultraderechista en materia de inmigración e integración, declaró en una entrevista: “Noruega ha aceptado demasiados inmigrantes provenientes de Oriente Próximo, África y Asia. Esta situación es insostenible y supone enormes costes para los contribuyentes. Observamos problemas cada vez mayores relacionados con la delincuencia y la segregación. Las experiencias de Suecia resultan inquietantes”.

A pesar de haber cosechado el mejor resultado electoral de su historia, la ultraderecha noruega aspiraba a más hace unos meses. Entre noviembre y febrero lideraron todos los sondeos, y algunos de ellos les otorgaban casi el 30% de los votos. Aun así, Listhaug aseguró estar “muy satisfecha” con el resultado electoral. “Es absolutamente fantástico. Han sido las mejores elecciones de nuestra historia”, declaró entrada la madrugada de este martes, antes de lamentar “los cuatro duros años” que le esperan al país nórdico y prometer una fuerte oposición y el triunfo en 2029.

Eirik Loekke, del centro de análisis Civitas, subrayó a la agencia Reuters: “Los jóvenes noruegos de hoy son mucho más de derechas que antes. Creo que el Partido del Progreso ha ganado una gran parte del voto juvenil, especialmente entre los hombres”.

Además de entre muchos de los que acudieron a las urnas el lunes por primera vez, el discurso ultraderechista también cala en gran parte de quienes estrenarán su derecho al voto en las próximas elecciones parlamentarias. En los comicios escolares, una especie de simulacro electoral, organizado por el Ministerio de Educación y celebrado en todos los institutos del país, con el objetivo de fomentar el interés en la política entre los jóvenes, el Partido del Progreso obtuvo una rotunda victoria. Aunque no tienen ningún efecto vinculante, los resultados suelen ser analizados por los medios de comunicación y los partidos como un termómetro del futuro político.

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Sobre la firma

Carlos Torralba
Es redactor de la sección de Internacional desde 2016. Se ocupa de la cobertura de los países nórdicos y bálticos y también escribe sobre asuntos de defensa. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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