Israel da luz verde al macroproyecto de asentamientos que fractura Cisjordania
El ministro ultra Smotrich afirma que el plan, que prevé la construcción de 3.400 viviendas, destruye “el espejismo” de un Estado palestino y “consolida el control del pueblo judío” sobre el terreno

Israel ha aprobado de manera definitiva este miércoles los planes para construir un macroproyecto de colonias israelíes en Cisjordania que partirán la continuidad del territorio palestino. Los nuevos asentamientos fracturarán Cisjordania en dos mitades, una al norte y otra al sur. Al mismo tiempo, unirán colonias ubicadas en ese territorio ocupado con Jerusalén, impulsando el control israelí en la tierra que une esta zona ocupada con la ciudad en la que el derecho internacional reconoce que un futuro Estado palestino debe tener su capital.
El ministro de Finanzas israelí, el ultra Bezalel Smotrich, se ha mostrado pletórico este miércoles por la decisión: “Es un paso que prácticamente elimina el espejismo de [la solución de] los dos Estados [uno, israelí, y otro palestino] y que consolida el control del pueblo judío sobre el corazón de la Tierra de Israel”.
El plan que ha recibido luz verde existe desde hace casi tres décadas, pero sucesivos gobiernos israelíes lo dejaron en un cajón debido a la presión de la comunidad internacional. Esto ha cambiado en la actualidad, con el Ejecutivo más escorado a la derecha en la historia de Israel.
El proyecto, conocido como E1, prevé la construcción de 3.400 viviendas para uso exclusivo de población israelí sobre tierra palestina. La aparición de estos nuevos barrios conectaría Jerusalén con Maale Adumim, la mayor colonia israelí en Cisjordania, donde residen decenas de miles de colonos.
Smotrich ―que también ocupa un cargo en el Ministerio de Interior en el que tiene lugar el comité que ha aprobado el proyecto― defiende la construcción de estos asentamientos como una respuesta al anuncio de países como Francia, Canadá o el Reino Unido de sus planes para reconocer del Estado palestino. “No hay nada que reconocer ni nadie a quien reconocer”, dijo Smotrich el pasado jueves en una rueda de prensa desde Maale Adumim. “Quien sea en el mundo que intente reconocer un Estado palestino recibirá nuestra respuesta sobre el terreno”.
El ministro, uno de los miembros de la coalición de Gobierno que reside en una colonia en Cisjordania, ha añadido que la aprobación de este proyecto “termina con el Estado palestino mediante acciones, y no eslóganes. Cada colonia, cada barrio, cada casa es otro clavo en el ataúd de esta idea peligrosa”.
La Autoridad Palestina, que gobierna en Cisjordania sin ninguna capacidad para oponerse al avance israelí, ha lamentado la noticia. “[El proyecto] consolida la división de Cisjordania en zonas aisladas y cantones desconectados entre sí, convirtiéndolos en algo parecido a auténticas prisiones”, ha dicho el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado.
Primeras casas en 2026
Las autoridades israelíes esperan empezar las obras en unos meses, construyendo las primeras casas en 2026. La expansión del asentamiento se proyecta sobre el último territorio disponible, de unos 12 kilómetros cuadrados, que enlaza algunos de los principales núcleos urbanos palestinos en Cisjordania, como Ramala en el norte, o Belén en el sur. El asentamiento extinguiría las conexiones entre esas ciudades. Ese desmembramiento del territorio se prevé mortal para las perspectivas de un Estado palestino.
El 6 de agosto se llevó a cabo una audiencia para tener en cuenta las últimas objeciones al proyecto, pero ese procedimiento se llevó a cabo sin la participación de los grupos antiocupación ni de los abogados que representan a los residentes y a las comunidades palestinas que se verán perjudicadas por esta expansión de los asentamientos.
“Este es el acuerdo del juicio final”, describe Daniel Seidemann. Este abogado israelí está especializado en casos entre israelíes y palestinos en Jerusalén y es el fundador de Terrestrial Jerusalem, un grupo que investiga todos los acontecimientos en el interior o alrededor de la ciudad que impiden el establecimiento de una solución permanente al conflicto. Seidemann coincide en señalar que la aprobación del E1 tiene unas consecuencias “devastadoras” sobre la perspectiva de la solución de los dos Estados. “Por eso mismo, desde 1996 [cuando se originó el plan] cada líder europeo y cada líder estadounidense, excepto uno, le ha dicho a los israelíes que no se atrevan”.
Seidemann menciona una retahíla de primeros ministros israelíes que han preferido dejar ese proyecto de lado atendiendo a la presión internacional. Esa tendencia se ha roto con Netanyahu, al que este abogado observa “desafiante y desatado”. “Netanyahu está retando los intereses y las solicitudes de la comunidad global, incluyendo las de los aliados más cercanos de Israel. Está mostrando un desprecio sin precedentes hacia sus posturas”. Este investigador cree que el mandatario israelí no tendrá límites si se le permite avanzar con este proyecto: “Es imperativo que la comunidad internacional imponga consecuencias [sobre estas acciones]. Si no son dolorosas, no tendrán ningún significado”.
La ideología de los grupos de colonos más radicales, que se ven a sí mismos con la misión de convertir todos los territorios palestinos en israelíes, llegó al poder en Israel en 2022. Desde entonces, líderes colonos como Smotrich o Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional, se convirtieron en aliados imprescindibles de Netanyahu, que debe mantenerlos satisfechos para garantizar la estabilidad del Gobierno.
A finales de 2024, Smotrich dijo que 2025 sería el año de aplicar la “soberanía” israelí sobre Cisjordania. El ministro de Finanzas se expresó de manera similar en mayo de este año, cuando aprobó la construcción de otros 22 asentamientos israelíes sobre el territorio ocupado palestino. “Si Dios quiere”, Israel se anexionará Cisjordania “durante esta misma legislatura”, dijo.
Israel conquistó Cisjordania en 1967 durante la guerra de los Seis Días. Sucesivos gobiernos israelíes de distinto signo político han impulsado desde entonces la presencia de nuevas colonias sobre ese territorio ocupado. El grueso de la comunidad internacional considera ilegal la ocupación israelí. Cisjordania, Jerusalén Oriental y la franja de Gaza son las tres demarcaciones que el derecho internacional contempla como partes de un futuro Estado palestino.
Durante la ofensiva israelí en Gaza, varios países occidentales han anunciado que barajan el reconocimiento de un Estado palestino sobre esos tres territorios. Aunque estas medidas no tienen ningún impacto directo para frenar las masacres en la Franja, estos gobiernos han presentado sus acciones como un acto de presión contra Israel y como una defensa de la solución de los dos Estados.
Mientras parte de la comunidad global suspira desde la distancia porque Cisjordania sea parte de un hipotético Estado palestino, hace tiempo que la realidad sobre el terreno difiere de ese pronóstico. En la actualidad, se calcula que más de medio millón de colonos ocupan ese territorio donde residen unos tres millones de palestinos. Los israelíes se encuentran en más de 300 colonias y puestos de avanzada que agrietan el área, según las organizaciones que supervisan la expansión israelí sobre la zona, y que cuentan con servicios básicos, como agua o electricidad, que no llegan a muchas comunidades palestinas. Cada uno de esos lugares florece rodeado de carreteras y puntos de control de uso exclusivo para la población ocupante, reduciendo el espacio y limitando la libertad de movimiento para los autóctonos. Grupos locales e internacionales han definido la realidad sobre el terreno como un régimen de apartheid que privilegia a los judíos israelíes y oprime los palestinos.
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