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EE UU y Ucrania afrontan en Arabia Saudí una cita crucial para el futuro de la guerra

Donald Trump asegura que está a punto de terminar la pausa en la ayuda de inteligencia al país invadido

Manifestantes despliegan una bandera ucrania frente a la Casa Blanca este sábado.Foto: Craig Hudson (REUTERS) | Vídeo: EPV

El enviado especial de Estados Unidos para Ucrania, Keith Kellogg, comparaba al país invadido con una acémila testaruda el jueves pasado. La suspensión estadounidense de su ayuda militar y de inteligencia es “como pegarle a una mula con un palo en el hocico”, explicaba en una charla en el centro de análisis Consejo de Relaciones Exteriores, en Washington. “Hemos captado su atención”, opinaba el general retirado, según el cual Kiev se había “ganado” ese castigo.

El palo, parece, ha logrado el objetivo que Washington, el principal proveedor de asistencia para que Kiev pueda defenderse de la agresión de Rusia, quería: sentar a Ucrania a la mesa de negociación para tratar sobre un alto el fuego y un futuro acuerdo de paz con Moscú. Esta semana, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Mike Waltz, se verán con una delegación ucrania en la ciudad costera de Yeda, en Arabia Saudí, después de que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se haya reunido en Riad con el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, este lunes. Será el primer contacto cara a cara desde la bronca televisada del presidente estadounidense, Donald Trump, y su número dos, J.D. Vance, al líder ucranio en el Despacho Oval el 28 de febrero. En vísperas de la cita, Trump declaraba a la prensa que está cerca de terminar la pausa en la ayuda de inteligencia.

Subrayaba que Ucrania “tiene que querer la paz... y ahora mismo no han demostrado que la quieran tanto como deberían. Pero creo que eso va a cambiar en los próximos dos o tres días”, adelantaba el presidente estadounidense

La misión ucrania estará encabezada, según anunció Zelenski, por Andrii Yermak, su mano derecha, y contará con la presencia de los ministros de Exteriores y de Defensa, Andrii Sibiga y Rustem Umerov. El diario Pravda ha informado de que también estará la viceprimera ministra Yuliia Sviridenko, aunque Zelenski no dio su nombre. Sviridenko fue clave en las negociaciones del acuerdo para la explotación conjunta con EE UU de los minerales ucranios, que quedó sin firmar desde la tarascada en la Casa Blanca.

Es un encuentro decisivo. De él dependen los próximos pasos en el conflicto y, con ellos, asuntos tan trascendentales como la relación transatlántica, donde la guerra en Ucrania agiganta por días el desgarro entre EE UU y sus socios europeos. Zelenski subrayó el sábado que el diálogo en Arabia Saudí con EE UU se centrará “en tratar de ponerse de acuerdo en las decisiones necesarias y los pasos” para acabar con la guerra. “Ucrania ha buscado la paz desde el primer segundo de esta guerra. Hay propuestas realistas sobre la mesa. La clave es moverse rápido y con eficiencia”, señaló el mandatario ucranio.

En la reunión tendrán que quedar de lado los resquemores acumulados en la relación entre los dos países. Abordar si va a reanudarse, y en qué condiciones, la asistencia militar suspendida. También se tratará el acuerdo sobre los minerales, que Trump ha indicado que quiere retoma. El convenio para la explotación conjunta del 50% de los minerales, el petróleo y el gas ucranio es una de las exigencias que ha planteado el líder republicano para hablar de proseguir con la asistencia estadounidense a Kiev.

Sobre todo, en esta reunión, EE UU tendrá que poner sobre la mesa qué tipo de paz en Ucrania es la que quiere. Dejar claro si desea una solución rápida y a toda costa, en la que Kiev deba ceder en todo y el Kremlin en nada: pérdida de territorios, renuncia definitiva a la integración ucrania en la OTAN, dimisión de un Zelenski al que el republicano detesta personalmente, y escasa o nula protección ante una posible repetición de la agresión rusa una vez Moscú haya repuesto fuerzas. Es algo que los aliados no consideran descartable, visto el volantazo prorruso de Trump a la política exterior estadounidense y su admisión, el viernes pasado, de que le es más fácil entenderse con Rusia que con el supuesto aliado. Este domingo, en una entrevista emitida en el canal de televisión Fox Business, el republicano arrojaba un nuevo jarro de agua fría a las expectativas de Kiev: “Ucrania podría no sobrevivir, de todos modos”.

Volodímir Zelenski y Donald Trump, el 28 de febrero en la Casa Blanca.
Volodímir Zelenski y Donald Trump, el 28 de febrero en la Casa Blanca. Mstyslav Cherno (AP/LaPresse)

En su intervención en el centro de análisis, Kellogg aseguraba que la fracasada propuesta de paz abordada en marzo de 2022 en Estambul no es el marco para un acuerdo que tiene en mente Washington. Pero sí es “un punto de partida, al menos”. Aquel plan obligaba a Ucrania a renunciar a la OTAN, a convertir el ruso en un idioma oficial y a limitar el tamaño de sus fuerzas armadas, algo que le impediría frenar futuros intentos de invasión. Fue abandonado a toda prisa tras la matanza rusa de civiles ucranios en Irpin.

También pudiera ser que Trump tenga en mente algo más equilibrado, que no suponga una capitulación incondicional de Ucrania y tire a la basura los sacrificios de tres años de guerra. El presidente estadounidense asegura que no está del lado ruso, pero tampoco del ucranio. El viernes sorprendía al lanzar por redes sociales una amenaza de nuevas sanciones “de gran calado” y aranceles contra Rusia si este país no accede a sentarse a la mesa de negociaciones. Era su primer mensaje crítico hacia Moscú en público desde que el mes pasado habló por teléfono con el líder ruso, Vladímir Putin, en una conversación que abrió el principio del proceso de deshielo entre los dos gobiernos y empezó a mover las ruedas para una negociación de paz en Ucrania. Pero tras la grandilocuencia de su enunciado, la amenaza era bastante relativa: Moscú ya es objeto de sanciones y el intercambio comercial entre los dos países es minúsculo.

Y Trump aludía en su texto a algo que Ucrania cuestiona, pero en lo que él insiste una y otra vez, generalmente para respaldar las tesis de Moscú y asegurar que el Kremlin tiene las de ganar: que Rusia “está masacrando” al país invadido en el campo de batalla.

Puesto entre la espada y la pared, el Zelenski que el mes pasado se negaba a firmar el acuerdo económico

con EE UU porque no quería hipotecar a “diez generaciones de ucranios” y que llegaba a Washington para exigir garantías de seguridad ha tenido que ceder ante Trump. En su discurso ante las dos cámaras del Congreso el martes pasado, Trump anunciaba que había recibido una carta de su homólogo en la que se declaraba “dispuesto a sentarse a la mesa de negociaciones lo antes posible”.

Zelenski ha recuperado este domingo en un mensaje en sus redes sociales su reclamación fundamental para la Casa Blanca y el resto de los aliados, que le aseguren recursos para defenderse y para disuadir a Rusia de volver a atacar en caso de acordarse un final de las hostilidades. “Necesitamos una paz justa y duradera. Una paz con verdaderas garantías de seguridad”, ha afirmado. Trump se ha negado hasta ahora a abordar esta cuestión y exige a Zelenski que asuma un alto el fuego, aunque no tenga estas garantías de defensa.

Manifestación solidaria por Ucrania en Berlín (Alemania), el domingo.
Manifestación solidaria por Ucrania en Berlín (Alemania), el domingo. Sebastian Gollnow (Dpa/Picture alliance/Getty)

La muestra de la amenaza rusa y de su falta de predisposición hacia la paz, ha enfatizado el jefe de Estado ucranio, son los intensos bombardeos periódicos que ha sufrido su país en la última semana, en los que el invasor ha disparado contra territorio ucranio 80 misiles de largo alcance, 1.200 bombas aéreas guiadas y 870 drones bomba de largo alcance.

Desde que Trump ha incrementado la presión sobre Zelenski, acusándole de sabotear un potencial acuerdo de paz —a diferencia de Vladímir Putin, que sí lo desea, según el presidente estadounidense—, el mandatario ucranio no pierde oportunidad para recalcar que sí quiere negociar el final de la guerra. Incluso afirmó la pasada semana que el proceso de paz debe ser “bajo el fuerte liderazgo del presidente Trump”.

El presidente estadounidense se declara optimista. “Creo que lo que va a ocurrir es que Ucrania quiera cerrar un acuerdo, porque no creo que tengan elección”, apuntó en declaraciones a la prensa el jueves. O según el símil de Kellogg: si la mula vuelve a mostrarse testaruda, puede recibir otro palo en el hocico.

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