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Trump se apunta un gran triunfo al votar el Congreso fuertes recortes de gastos e impuestos

La Cámara de Representantes aprueba el plan presupuestario que servirá para aplicar el programa fiscal del presidente, pero que está pendiente de concretar

Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, este martes en el Capitolio.
Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, este martes en el Capitolio.WILL OLIVER (EFE)
Miguel Jiménez

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleva reclamando desde antes incluso de jurar el cargo que el Congreso apruebe una “gran y hermosa ley” (big beautiful bill), en la expresión que ha popularizado con sus rebajas de impuestos y sus recortes de gastos. La mayoría republicana de la Cámara de Representantes logró este martes contra pronóstico cerrar filas para darle a Trump un primer paso en la dirección que quería. La norma, por ahora solo un plan presupuestario, aún tiene que seguir tramitándose y concretándose y luego pasar por el Senado. Puede encallar, pero su aprobación preliminar en la Cámara baja supone un indudable triunfo para el presidente.

Estados Unidos atraviesa una crisis fiscal, con el déficit disparado y una trayectoria de la deuda pública insostenible. Sin embargo, el plan presupuestario a la que ha dado luz verde la Cámara de Representantes no solo no solucionaría el problema, sino que lo agravaría considerablemente, según los expertos independientes que asesoran al Congreso.

La proposición de ley incluye importantes recortes de gasto (que pueden afectar a la sanidad pública, en contra de lo prometido por Trump en campaña), pero sus rebajas de impuestos son aún mayores, de modo que el saldo final implica agrandar el desfase entre ingresos y gastos. La norma en tramitación supone una pérdida de ingresos por rebajas de impuestos de 4,5 billones de dólares en 10 años y unos recortes de gastos de dos billones de dólares en ese plazo.

Los republicanos han ganado la votación por 217 a 215 votos, con todos los demócratas enfrentados a la misma y el voto en contra del republicano Thomas Massie, congresista por Kentucky y convertido en verso suelto esta legislatura. La incertidumbre se mantuvo hasta el final en otra sesión dramática en el Capitolio. Parecía que Johnson iba a retirar el texto y renunciar a someterlo a votación, dado que algunos republicanos moderados se oponían a los recortes, especialmente los del seguro médico para personas mayores, Medicaid, y algunos de los halcones querían medidas más drásticas para que no aumentase el déficit. Finalmente, Johnson pudo reunir la mayoría necesaria.

De momento, lo que se han aprobado son las líneas maestras del plan presupuestario, pero todavía hay que aterrizar esas grandes cifras en partidas y disposiciones concretas. Ahí es donde la batalla entre los republicanos acerca de cuáles deben ser los gastos a recortar puede hacer encallar la norma. El gasto sanitario y las ayudas alimentarias suenan como víctimas potenciales. El plan prevé un aumento de 300.000 millones de dólares en gastos destinados a la defensa y a la protección de la frontera. Además, incluye un aumento del techo de deuda de cuatro billones de dólares.

Por el lado de las rebajas de impuestos sucede lo mismo. La norma fija en un límite de 4,5 billones en 10 años los recortes fiscales, pero no los concreta. Trump propuso en campaña prorrogar indefinidamente los recortes fiscales de 2017 que expiran a finales de 2025, que benefician especialmente a las rentas más altas e incluyen unos tipos impositivos más bajos, una mayor deducción estándar, un mayor crédito fiscal por hijos y una mayor exención del impuesto sobre el patrimonio. Solo esa prórroga podría suponer unos cuatro billones de dólares en 10 años.

Además, Trump propuso eximir de impuestos las propinas de los trabajadores de la restauración y la hostelería, las horas extraordinarias y las prestaciones de la Seguridad Social, así como deducir fiscalmente los intereses de los préstamos para automóviles y restablecer plenamente la deducibilidad de los impuestos estatales y locales. También dijo que eliminaría la tributación que en la actualidad se extiende a los estadounidenses que viven en el extranjero. También prometió bajar el tipo del impuesto de sociedades del 21% al 15% para las empresas que fabriquen sus productos en Estados Unidos. En cambio, el presidente quiere imponer impuestos a las importaciones, vía aranceles.

El plan presupuestario aprobado liga ingresos y gastos, de modo que si los republicanos no logran recortar partidas por importe de los dos billones de dólares que se han puesto como objetivo, tampoco podrán rebajar los impuestos en los 4,5 billones planificados. La diferencia entre ambas partidas debe ser de un máximo de 2,5 billones (el cómputo se hace para 10 años).

“Nuestra forma de vida como país está siendo atacada”, dijo el líder demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, en las escaleras del Capitolio, denunciando la iniciativa de la mayoría. “El imprudente presupuesto republicano·”, había dicho antes, “representa el mayor recorte a Medicaid en la historia de Estados Unidos. Los niños, las familias, las personas mayores, los hospitales y las residencias de ancianos quedarán devastados”.


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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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