¡Europa, no te rindas!
El trecho recorrido es notable, pero más rápido ha corrido el tiempo histórico hasta precipitarse en el súbito deshielo entre Washington y Moscú
Estábamos advertidos. Aquella primera presidencia fue el aviso que Angela Merkel interpretó justamente: había llegado la hora para que los europeos tomaran en sus manos la responsabilidad sobre su seguridad. La guerra de Ucrania agudizó la perentoriedad del desafío. Y la marcha triunfal de Trump hacia su segunda presidencia disparó las alarmas. La triste realidad es que Europa ha llegado sin los deberes hechos a la hora de la verdad, cuando Putin y Trump han hecho la paz por separado.
Son muchos los proyectos e ideas europeos, incluso algunos avances en defensa y seguridad, como el caudal impresionante de ayuda militar y financiera proporcionado a Ucrania, superior al de Estados Unidos, pero no bastan los instrumentos políticos y militares existentes y la voluntad política está debilitada por el ascenso de unas extremas derechas hostiles a la unidad europea y simpatizantes de Trump y de Putin. El trecho recorrido es notable, vistas la dificultad y lentitud que rodean desde siempre los acuerdos entre 27, pero más rápido ha corrido el tiempo histórico hasta precipitarse en el súbito deshielo entre Washington y Moscú, después de tres años de cinturón sanitario alrededor de Putin.
Trump está contra todos los cinturones sanitarios. De ahí la cumbre de Riad, patrocinada por un triángulo de personajes como Putin, Trump y el mediador Mohamed Bin Salmán, todos ellos hostiles a la idea tan apreciada por los europeos del respeto a la regla de juego comúnmente acordada. El presidente ruso tiene una orden de detención internacional como criminal de guerra, el estadounidense es el primero que entra en la Casa Blanca como convicto de falsificación de documentos públicos; y el príncipe heredero saudí es el reconocido mandador del asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi, entre otras fechorías.
El deshielo de Riad es un indiscutible éxito para los tres, que deja a Europa y a Ucrania tiradas en la cuneta. Mandan los imperios autoritarios, que se reconocen mutuamente como tales. Se sentaron a negociar sobre Ucrania sin Ucrania y sobre Europa sin Europa. Al resto solo les queda someterse y obedecer. Este es el asunto de la reunión, hijo de la pura doctrina realista en las relaciones internacionales, definida por Tucídides en un pasaje célebre de La guerra del Peloponeso hace 2.500 años: el fuerte hace lo que está en su poder y el débil no tiene más remedio que aceptar.
Es un pésimo comienzo, que ni siquiera ha permitido una demostración convincente de unidad y cohesión entre los europeos. Solo salvado por la reacción de dignidad de Volodímir Zelenski, que no reconoce nada de lo discutido y acordado a espaldas de Ucrania y de los europeos. Como el 24 de febrero de 2022 al empezar la invasión rusa, cuando el presidente de Ucrania no aceptó la invitación a exiliarse de los aliados, sino que llamó a sus compatriotas a resistir, ahora se niega a someterse al dictado de Trump y Putin. Ucrania es hoy todavía más europea. Si cae Ucrania, también caerá Europa.
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