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Las tropas ucranias en Chasiv Yar responden a Trump: “Rusia no quiere la paz, quiere arrasarnos”

Rusia confía en conquistar esta ciudad de Donetsk en las próximas semanas, clave para ampliar su dominio en la región oriental de Donbás

A Ukrainian soldier on the Chasiv Yar front on February 7.
Un soldado ucranio, el 7 de febrero en el frente de Chasiv Yar.Oleg Petrasiuk (AP/LaPresse)
Cristian Segura

En las cancillerías del mundo suenan los cantos de sirena de Donald Trump y Vladímir Putin, pero en Kostiantinivka solo se escuchan los cañonazos de la artillería. Hay que firmar la paz a toda costa, propone el presidente de Estados Unidos mientras la invasión rusa sigue su curso y el dolor se siente, sobre todo, en las pocas ciudades de la provincia de Donetsk todavía bajo control de la Ucrania libre. A siete kilómetros de Kostiantinivka se encuentran las tropas rusas, en la vecina Chasiv Yar. “Los rusos mienten, no quieren la paz, quieren arrasarnos”, afirma Jack, el nombre en clave de un joven soldado de la 18ª Brigada de la Guardia Nacional.

“Putin miente”, fue lo que Volodímir Zelenski dijo a Trump el jueves cuando el estadounidense le aseguró que el autócrata ruso quiere la paz. Los militares ucranios en Chasiv Yar, muchos agotados de años de combate y de perder camaradas por el camino, son los primeros que quieren ver el fin de la guerra, pero ninguno se fía de Moscú.

Las informaciones sobre las negociaciones entre Putin y Trump también se discuten entre los militares ucranios. Jóvenes como Mario, especialista en combate antitanques de la 24ª Brigada. Él confiaba en que habría un alto el fuego en 2023, que los rusos querrían frenar tras perder a decenas de miles de hombres en la ocupación de Bajmut: “Pero no fue así, y ahora no veo ninguna señal en el frente de que quieran parar, tampoco creo que haya que hablar nada con ellos”.

Chasiv Yar ya no existe, afirman los militares ucranios que combaten allí entrevistados por este diario, que visitó el municipio un año antes, en los primeros compases del asedio ruso. La artillería del invasor trabajaba sin descanso para allanar el camino a las tropas de tierra, que llegarían a los pocos meses. Conan, el nombre en clave de un comandante de un pelotón de asalto de la 18ª Brigada de la Guardia Nacional, muestra imágenes capturadas con su móvil de lo que queda de Chasiv Yar, de calles que el enviado de este diario fotografió un año antes: prácticamente nada se mantiene en pie. Conan y sus hombres resisten puerta a puerta, separados a veces del enemigo por una decena de metros: “Esta es una batalla de sótanos, hasta el último edificio”.

Destruction in Chasiv Yar, eastern Ukraine, in an image from last January.
Destrucción en Chasiv Yar, en el este de Ucrania, en una imagen del pasado enero.18ª Brigada de la Guardia Nacional Ucrania

Las Fuerzas Armadas Ucranias mantienen su presencia en un 20% de este antiguo municipio minero, hoy un campo de ruinas. “Chasiv Yar es extremadamente importante porque si lo toman, tendrían vía directa a Kostiantinivka, Druzhkivka y Kramatorsk. Y no conservamos mucho más en Donetsk [un 30% de la zona]. Una vez tomada toda la provincia, les espera la de Dnipró”, dice Conan.

Conan revela que han hablado con sus enemigos, en combates bloque a bloque en Chasiv Yar: “Mi experiencia es que si se congela el conflicto, los rusos volverán luego al ataque. Entonces, ¿qué sentido habrían tenido tantos muertos?”.

Lo que suceda en Chasiv Yar determinará hasta dónde continúa la destrucción y la conquista rusa en Donetsk. Esta provincia y Lugansk son las regiones que conforman Donbás, un territorio que desde 2014 está bajo la influencia rusa y que, como la península de Crimea, el Kremlin difícilmente dejará perder en unas hipotéticas negociaciones de paz.

Hasta el final

Ha habido municipios de Donetsk en los que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Oleksandr Sirski, ha ordenado la retirada de sus tropas para evitar grandes pérdidas. No será así en Chasiv Yar, donde el asedio ya dura casi un año por la enorme resistencia ucrania y gracias a su posición elevada en el terreno, que la convierte en una fortaleza.

“Puedo confirmar que defenderemos Chasiv Yar hasta el final, porque desde allí hay una posición directa a Kramatorsk, y de allí, hacia Pavlograd [ciudad de la provincia de Dnipró]”, explica Ambros, soldado de 52 años de la 24ª Brigada Mecanizada ucrania.

Los militares entrevistados admiten que será muy difícil detener a los rusos en Chasiv Yar. El principal problema, indican, es la superioridad en el número de soldados enemigos. Conan estima que por cada combatiente ucranio en Chasiv Yar hay 15 rusos.

Incluso alguien como Ambros, herido tres veces en los tres años que dura la invasión, no puede dejar el servicio, pese a que su estado de salud lo aconseja: “¿Quién me relevará? No hay muchos más. Y gente con experiencia que pueda enseñar a las incorporaciones, todavía menos”. Ambros ha sufrido una conmoción cerebral, le tiemblan las manos con frecuencia. En 2023 recibió el disparo de un tanque que le destrozó el diafragma. De los siete soldados que defendían su posición, solo sobrevivió él.

La guerra llama a la puerta de la panadería Butik Jliba, en Kostiantinivka. Si hace dos años el local estaba lleno, hoy ya no hay clientes. Si su propietaria hablaba entonces con los periodistas, hoy ya no quiere hacerlo. La mujer, nerviosa, dice que continuarán al frente del negocio “hasta que la situación lo permita”. Luego tocará iniciar una nueva vida como refugiados, habiendo perdido todo. El municipio se ha quedado prácticamente sin civiles, y otros cuatro vecinos rechazan responder a preguntas. Tres empleadas del Ayuntamiento que se dirigen al único supermercado todavía abierto en el municipio tampoco quieren hablar, excepto cuando se les plantea al vuelo que quizá se firma un alto el fuego antes de que se inicie el asedio a Kostiantinivka. “Los rusos no han llegado hasta aquí para volverse a casa”, dice una de ellas.

La angustia y el mal humor de la población local son los mismos que EL PAÍS captó en otros municipios en los meses previos a su destrucción, como Bajmut en 2022 o ahora en Pokrovsk, cuando van a cumplirse tres años después de la gran invasión contra Ucrania.

“Todo el mundo está pendiente de Pokrovsk, pero Chasiv Yar es igual o incluso más importante”, dice Andrii, subcomandante de una unidad que opera un obús polaco Krab en la 26ª Brigada de Artillería. La ciudad de Pokrovsk es, junto a Kramatorsk, el más importante bastión ucranio en Donetsk. En ambos lugares, el principal objetivo de la artillería es anular a los pilotos de drones enemigos.

A Krab howitzer fires at Russian positions on February 6 in Chasiv Yar.
Un obús ucranio Krab dispara contra posiciones rusas el 6 de febrero de 2025 en Chasiv Yar.Cristian Segura

El Krab de Andrii golpeó precisamente el 6 de febrero contra un escondite de operadores de vehículos no tripulados rusos a 10 kilómetros de Chasiv Yar. Aquel día, el tiempo era propicio para disparar porque había viento y nubes bajas que dificultan el vuelo de los drones de observación enemigos. Las unidades entrevistadas en la zona de combate señalaron que para llevar a cabo cada operación se depende precisamente de que las condiciones climáticas sean perjudiciales para el uso de drones. Desde la evacuación de heridos, la rotación de tropas, los asaltos o el fuego de artillería, ambos bandos actúan cuando los drones no pueden operar con precisión.

Dovro, nombre en clave de un comandante de batería de la 26ª Brigada, estima que la artillería rusa tiene una superioridad de tres proyectiles por uno de Ucrania. Conan, el oficial de asalto de la 18ª Brigada de la Guardia Nacional, replica que más importante que la artillería es mantener el poder ucranio en drones, que es lo que está permitiendo que Rusia avance lentamente en el frente. Es por eso que Zelenski destacó este sábado en la Conferencia de Seguridad de Múnich que Ucrania ha producido 1,5 millones de drones gracias a la cooperación con distintos socios de la Unión Europea.

No hay que bajar la guardia, explicó Zelenski desde Múnich, porque Putin no quiere la paz. Por eso Ambros no abandona Chasiv Yar y por eso las patrullas de reclutamiento continuaban este sábado en los centros neurálgicos de ciudades como Kiev cazando a hombres que se esconden de la llamada del ejército. Guste o no, afirmó Zelenski, “la movilización debe seguir, como un solo organismo, un solo país”.


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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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