Miles de vecinos de Santorini abandonan la isla griega sin esperar una orden de evacuación
La intensidad de los temblores registrados en el mar Egeo aumenta mientras se aceleran los preparativos ante el temor de un gran terremoto
Santorini se vacía. Gran parte de la población de la turística isla griega no quiere esperar a la orden oficial de evacuación y ha decidido marcharse antes, ante el temor a un gran terremoto. Se calcula que varios miles de personas han abandonado ya el territorio. En los últimos tres días se han registrado más de 550 temblores de magnitud superior a 3 en el triángulo que forman Amorgos, Íos y Santorini, las tres islas más afectadas. En la madrugada de este martes, uno de los temblores alcanzó la magnitud 4.9, el más fuerte desde que comenzara este episodio sísmico. No ha sido el único que ha hecho temblar ventanas y lámparas, donde más se notan las sacudidas de los seísmos leves. Entre las 3.19 y las 5.03 horas de esta mañana se han registrado tres terremotos de magnitud 4.9, 4.2 y 4 a unos 20 kilómetros al suroeste de Amorgós, según el Instituto Geodinámico del Observatorio Nacional de Atenas. A las 8.09 se ha producido otro de magnitud 4.8.
El presidente de la Asociación de Compañías Navieras de Pasajeros, Dionysis Theodoratos, ha declarado a la televisión pública griega que 6.000 personas se fueron de Santorini en ferry desde el domingo. Por su parte, la principal aerolínea griega, Aegean, comunicó que más de 2.500 personas se han ido en avión y para este martes ha programado ocho vuelos, cuatro más de los habituales, en los que otras 1.400 personas viajarán a Atenas desde la isla. Santorini tiene una población permanente de 17.000 habitantes, si bien el número de turistas es mucho mayor, especialmente en verano.
Debido a la frecuencia e intensidad de los temblores, muchos vecinos han pasado la noche en sus coches y otros lugares resguardados fuera de los edificios. La preocupación de los habitantes aumentó durante el domingo y el lunes cuando observaron que cientos de rocas se desprendían de las escarpadas laderas, afortunadamente sin causar víctimas ni daños de consideración. La mayoría de los núcleos habitados en Santorini se encuentran en la parte alta de la isla. Sin embargo, la población de Amorgós se concentra en Katápola, el puerto principal de la isla. Allí lo que preocupa no son tanto los desprendimientos sino la posibilidad de un tsunami del que han alertado las autoridades si se produce el gran terremoto que se teme.
Las autoridades locales han habilitado escuelas y polideportivos con tiendas de campaña para alojar a los vecinos ante una posible evacuación de sus casas. Las escuelas están cerradas hasta el viernes y se han desplegado ya equipos de la Unidad Especial de Respuesta a Desastres (EMAK), los bomberos especializados en búsqueda y rescate de víctimas de terremotos. Además, el Gobierno central ha ordenado el vaciado de las piscinas, ya que una gran masa de agua puede provocar daños en los edificios cercanos en caso de seísmo.
El Gobierno del primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, no ha escatimado en gastos para garantizar que no haya ninguna víctima en caso de que las peores previsiones se cumplan. La gestión de los desastres naturales y los accidentes se ha convertido en una prioridad política debido a que, en la última década, Grecia ha vivido el incendio más mortal de su historia reciente, en 2018, y el mayor de la Unión Europea, en 2023, las inundaciones más devastadoras desde que hay registros, el peor naufragio desde la II Guerra Mundial y el accidente de tren con más víctimas. A causa de esta tragedia ferroviaria, donde fallecieron 57 personas en febrero de 2023, cientos de miles de ciudadanos salieron a las calles para denunciar las negligencias del Gobierno.
A pesar de todas esas catástrofes y accidentes, Mitsotakis revalidó su mayoría absoluta en junio de 2023. Su Ejecutivo cuenta con una gran popularidad gracias a su eficiente gestión económica y a la enorme debilidad de la oposición, sumida desde hace años en luchas intestinas. El primer ministro griego no quiere arriesgarse ahora a que un terremoto se lleve por delante a su Gobierno.
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