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Ucrania emprende una nueva campaña de ataques masivos con drones contra objetivos en Rusia

Moscú sostiene que ha derribado cientos de aparatos en la última semana, aunque otros han alcanzado sus refinerías e instalaciones militares. Kiev busca reforzar su posición en la mesa de negociaciones

Guerra de Rusia en Ucrania
Un militar ucranio prepara un dron de largo alcance antes de su lanzamiento sobre territorio ruso, en un punto no revelado de Ucrania este mes de enero.Valentyn Ogirenko (REUTERS)

El ejército ucranio ha estrenado 2025 con una nueva campaña de bombardeos periódicos contra Rusia en los que son utilizados centenares de drones bomba. Estos vehículos de largo alcance apuntan contra el sector energético del país invasor, su industria de defensa y objetivos militares. El último ataque se produjo en la noche del jueves al viernes de esta semana contra varias refinerías situadas en las regiones de Yaroslavl —250 kilómetros al noreste de Moscú— y Volgogrado —a más de 400 kilómetros de la frontera oriental ucrania—. En esta última provincia fue alcanzada una de las mayores infraestructuras de petróleo del sur de Rusia. Según el gobernador de la región, Andréi Bocharov, hubo un herido y el fuego fue extinguido “rápidamente”.

Dos días antes, en la noche del martes al miércoles, el Ministerio de Defensa ruso reportó que habían sido abatidos más de un centenar de drones volando sobre nueve provincias. Los Servicios de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio (GUR), una de las divisiones armadas responsables de los bombardeos en Rusia, aseguraron, por su parte, que destruyeron depósitos de petróleo en la ciudad de Kstovo, a 750 kilómetros de Ucrania.

El ejército ucranio castiga desde 2023 objetivos en Rusia incluso a casi 2.000 kilómetros de los puntos de lanzamiento. Son drones bomba de producción propia como el Beaver, el UJ-22 o el Liutii, aparatos que se asemejan a avionetas de hélice y que responden a los ataques rusos de larga distancia con los Shahed, aeronaves no tripuladas de origen iraní. La diferencia del ejército ucranio respecto al ruso es que el país invasor cuenta, además, con un arsenal de misiles balísticos y de crucero de largo alcance.

Es precisamente en los drones de largo alcance donde Ucrania concentra su producción nacional de armamento: el 90% de estos aparatos están fabricados en el país, según contó recientemente a EL PAÍS el ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania, Herman Smetanin. Ucrania, en cambio, no produce misiles antiaéreos y solo fabrica el 30% de los proyectiles de artillería que utiliza, por lo que en ese caso depende de la producción extranjera.

Kiev ha llevado a cabo varias fases intensas de ataques de largo alcance en Rusia. Entre diciembre de 2023 y hasta abril de 2024 se cebó contra la industria petrolera del enemigo, con golpes exitosos varias veces por semana. El sector energético ruso ha sido desde entonces objetivo recurrente aunque, a diferencia de lo que hace el ejército ruso en Ucrania, por lo general Kiev ha evitado poner en la diana la red eléctrica civil.

La fase actual de bombardeos es en la que se están empleando más drones, según los datos del Ministerio de Defensa ruso. El medio ucranio especializado en información militar Defense Express ha estimado que aproximadamente la mitad de los aparatos dan en su objetivo, un porcentaje que sería algo superior al de los Shahed rusos. El 14º Regimiento de Sistemas no Tripulados del ejército ucranio emitió un comunicado el 26 de enero en el que también establecía la eficacia de sus ataques en el 50%.

El Ministerio de Defensa ruso dijo haber interceptado 121 drones hace una semana, en la noche del 23 al 24 de enero, y mencionó otros 104 aparatos en la noche del martes 28 al miércoles 29 de enero. Casi la mitad de los drones empleados en este último ataque, 47, cayeron en la región disputada de Kursk; y 27 fueron dirigidos a la provincia también fronteriza con Ucrania de Briansk. No obstante, el gobernador de esta última región elevó a 33 el número de drones abatidos. Sobre los aparatos que lograron cruzar las defensas aéreas rusas no hubo ninguna mención.

Por ejemplo, el ejército ruso solo anunció que había interceptado tres drones en la provincia de Nizhni Nóvgorod. Sin embargo, el gobernador de la zona, Gleb Nikitin, reconoció en la madrugada del miércoles que “los restos de un dron” habían caído sobre una zona industrial y que los bomberos trabajaban “en la liquidación de un incendio”. Más de 12 horas después, las imágenes mostraban una situación mucho más caótica. La empresa propietaria de la refinería, Sibur, anunció en la tarde del miércoles que los servicios de emergencias localizaron por fin el foco de las llamas.

La factoría atacada produce etileno, benceno y otros derivados de hidrocarburos. Además, en la misma ciudad, Kstovo, se encuentra una de las mayores plantas de derivados del petróleo del gigante ruso Lukoil, la cual también fue atacada el año pasado por las fuerzas ucranias.

Un mensaje para la negociación

Los bombardeos sobre Rusia no solo buscan debilitar sus aeropuertos militares, su industria de defensa o la energética. La estrategia principal es que el presidente ruso, Vladímir Putin, asuma que su país es vulnerable, con la vista puesta en unas hipotéticas discusiones para cerrar la guerra. Este es uno de los puntos del Plan de la Victoria del líder ucranio, Volodímir Zelenski. Este plan, que fue presentado en septiembre a sus aliados internacionales, establecía la potencia militar con la que debía contar Ucrania para llegar con fuerza a esa eventual mesa de negociaciones, y eso incluye un futuro arsenal de misiles de producción propia y la posibilidad de ocupar territorios fronterizos, como ha sucedido en la provincia de Kursk.

Al menos 248 civiles han muerto en suelo ruso, la mayoría por bombas y drones, hasta el verano de 2024, según ha contabilizado el medio digital ruso 7x7. No hay cifras oficiales. Los bombardeos ucranios costaron la vida este miércoles a una mujer y a un niño en una aldea de la región más castigada de todas junto con Kursk, la fronteriza Bélgorod. Y, además, un avión ruso volvió a soltar allí, por error, una bomba guiada de 250 kilogramos, algo que ya había sucedido al menos en una ocasión anterior.

Los ataques ucranios también provocan interrupciones en el tráfico de pasajeros. Solo se puede viajar en tren o coche a las provincias fronterizas con Ucrania, y desde Moscú esto puede suponer un día o dos de viaje, y los aeropuertos alejados de la zona de guerra cierran a menudo por amenaza de drones. Los de San Petersburgo y Kazán, a más de un millar de kilómetros de Ucrania, cerraron durante horas el miércoles.

El gobernador de la región rusa de Smolensk, Vasili Anojin, denunció ese día en Telegram que un dron “fue derribado en un intento de ataque contra una central de energía nuclear”. “Les pido amablemente que se alejen de las ventanas y no filmen las acciones de las fuerzas de defensa aérea”, reclamó Anojin a sus ciudadanos. Por motivos de seguridad y para tratar de evitar que se desate el pánico, según argumentan las autoridades, la difusión en redes sociales de imágenes de los bombardeos ucranios y de la actuación de las defensas antiaéreas es punible con la cárcel.

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