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Los estudiantes de Serbia desafían a las autoridades con las mayores protestas en 25 años

Las manifestaciones que estallaron en noviembre por un accidente mortal en una estación ferroviaria derivaron pronto en una crítica masiva a la corrupción y continúan pese a la dimisión del primer ministro

Estudiantes serbios protestan frente a la sede del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS) tras la paliza que sufrieron varios de sus compañeros a manos supuestamente de activistas del SNS, el pasado 28 de enero en Novi Sad.
Estudiantes serbios protestan frente a la sede del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS) tras la paliza que sufrieron varios de sus compañeros a manos supuestamente de activistas del SNS, el pasado 28 de enero en Novi Sad.Mitar Mitrovic (REUTERS)
Francisco Peregil

El periodista y profesor de periodismo Dinko Gruhonjic, de 54 años, está convencido de que Aleksandar Vucic —primer ministro de Serbia entre 2014 y 2017, y presidente desde entonces— va a caer. El país lleva tres meses inmerso en un clima de protestas masivas que, según varios analistas consultados, son equiparables en afluencia a las que en octubre de 2000 consiguieron derribar el régimen de Slobodan Milosevic. El desencadenante fue el accidente sufrido en la estación ferroviaria de Novi Sad el pasado 1 de noviembre a las 11.52, cuando parte de la estructura del techo se derrumbó y mató a 15 personas. La estación había sido construida en 1964, renovada en 2021 y restaurada de nuevo en 2024 por un consorcio chino, para ser reinaugurada el pasado 5 de julio. Decenas de miles de manifestantes creen que aquello no fue un mero accidente, sino el resultado de años de políticas de corrupción y clientelismo por parte del gobernante Partido Progresista Serbio (SNS). “Son las protestas más grandes jamás vistas en Serbia. Hasta en los pueblos pequeños hay manifestaciones. La gente ha perdido el miedo”, sentencia Gruhonjic.

El peso de las manifestaciones no lo llevan los partidos de una oposición fragmentada, sino los universitarios. Miles de estudiantes siguen concentrándose en silencio cada día a las 11.52, para rendir tributo durante varios minutos a las víctimas de aquel accidente. Hay cientos de alumnos encerrados en las facultades del país. Y han surgido grupos de apoyo para llevarles comida. Varios estudiantes han sido atacados por agresores supuestamente afines al Gobierno, otros universitarios han sido detenidos. A cambio, los manifestantes han logrado el respaldo de una parte considerable de la sociedad y provocaron la dimisión, el pasado martes, del primer ministro, Milos Vucevic.

Dinko Gruhonjic cree que esa dimisión no arregla nada. “Es solo un truco barato de Vucic para ganar tiempo”, sostiene en conversación telefónica. “La gente se ha dado cuenta de que el presidente tiene miedo y por eso promete elecciones y hasta un referéndum. Pero la gente no quiere más elecciones trucadas, quiere una verdadera reforma de las instituciones”.

Gruhonjic es profesor de periodismo en Novi Sad, la segunda mayor ciudad del país. Aunque nació y creció en Bosnia-Herzegovina, vive desde 1990 en ese municipio serbio donde se cayó la marquesina de la estación de tren. Se siente atacado verbalmente a diario por Vucic y sus ministros. “Me acusan de ser el instigador de estas protestas”, señala. Él se considera un europeísta convencido, pero lamenta, como otros activistas consultados, que la Unión Europea no muestre más apoyo hacia las manifestaciones pacíficas: “Cada político de la UE que apoye a este régimen está en contra de los valores europeos y los derechos humanos”, sostiene.

Un grupo de estudiantes lleva dos días marchando de Belgrado hacia Novi Sad, y este fin de semana, cuando se cumplen tres meses del accidente, planean bloquear tres puentes sobre el río Danubio, informa Efe. El diario británico The Guardian recogía este viernes, citando a Associated Press, una nueva agresión: un conductor embistió supuestamente contra unos manifestantes pacíficos en Belgrado, causando heridas leves a una mujer.

Las cuatro demandas de los estudiantes

Los universitarios mantienen un protocolo muy estricto a la hora de dirigirse a la prensa. Eligen en un proceso asambleario quién está autorizado a hablar con los medios. Un estudiante de la facultad de Filosofía de Belgrado, que se expresa con la condición del anonimato y en representación de sus compañeros, asegura por teléfono que las demandas de los manifestantes son cuatro: la difusión de todos los documentos oficiales relacionados con las obras de reconstrucción de la estación; la detención de personas sospechosas de haber agredido físicamente a estudiantes y profesores; la retirada de los cargos contra los estudiantes detenidos; y, finalmente, un aumento del 20% en el presupuesto destinado a la educación superior.

Algunos activistas creen que los estudiantes evitan que siempre hablen las mismas personas ante los medios para que al Gobierno le sea más difícil atacar a un posible líder y a sus familias. Pero el citado universitario sostiene: “También lo hacemos para demostrar que no tenemos ningún interés personal en hacer carrera. Solo pretendemos que se haga justicia con las 15 víctimas”.

Hay partidos de la oposición que reclaman también la formación de un Gobierno provisional encargado de organizar unas elecciones libres. “Nuestras demandas son las cuatro citadas”, objeta el citado estudiante, quien come y duerme en la facultad desde principios de enero. Pero añade: “Ahora bien: si a consecuencia de nuestras peticiones se produce un cambio de régimen… entonces estaré muy triste. Lo digo, obviamente, de forma sarcástica”.

Aleksandra Tomanic, directora de la ONG European Fund for The Balkans, explica que las peticiones de los estudiantes parecen fáciles de cumplir a primera vista. “Pero, si el Gobierno publicara la documentación sobre la reforma de la estación, se caería todo el castillo de naipes del régimen. Porque se vería cómo funciona la corrupción, quién se ha llevado el dinero”.

Tomanic señala una gran diferencia respecto a las grandes manifestaciones de la década de los noventa que terminaron con el régimen de Milosevic: “Antes nos apoyaban Estados Unidos y la Unión Europea. Ahora estamos solos. La prensa internacional solo se ha interesado con la dimisión del primer ministro, cuando en Serbia todos sabemos que en realidad el primer ministro no pinta nada. Sin embargo, hemos tenido a gente detenida varias semanas por participar en las manifestaciones y apenas han protestado las instituciones europeas. Yo creo que formar un Gobierno de transición, como pretende la oposición, sin no contamos con la ayuda de la UE sería muy difícil”.

Bojana Zoric, analista del European Union Institute for Security Studies (EUISS), una agencia de la UE ubicada en París, señala mediante videoconferencia desde Francia que las protestas han obtenido el apoyo incluso de estudiantes cuyos padres están directa o indirectamente vinculados al partido gobernante, el SNS. “Creo que hay muchos miembros de esta formación que, aunque no acudan físicamente a las manifestaciones, apoyan la causa, porque ven que sus propios hijos y vecinos también lo hacen”, dice. Y recuerda que la muerte de 15 personas en el accidente de Novi Sad fue solo el detonante de las protestas tras varios años de lo que califica como “tratos comerciales, incluidos contratos de infraestructuras turbios, poco transparentes y a puerta cerrada”.

Los precedentes

En 2023 se habían producido en Serbia otras manifestaciones masivas, en ese caso a raíz de dos tiroteos que causaron varios muertos en una escuela de Belgrado y en las aldeas de Malo Orašje y Dubona. En enero del pasado año, la oposición promovió también protestas contra el supuesto “fraude” de las elecciones legislativas y municipales de diciembre de 2023.

Y, el pasado agosto, miles de ciudadanos se manifestaron contra el plan del Gobierno para explotar una mina de litio en el valle de Jadar, a 100 kilómetros de Belgrado. Este proyecto llevaba dos años paralizado a causa de las protestas medioambientales registradas en el país. Pero, finalmente, el canciller alemán, Olaf Scholz, firmó en julio un acuerdo con Vucic, calificado por ambas partes como “histórico”, para ponerlo en marcha. El litio es un material clave en los planes de Alemania y de la UE para la fabricación de baterías de coches eléctricos.

La analista del EUISS explica que el presidente Vucic, para intentar contener las últimas manifestaciones, ha llegado a ofrecer un referéndum consultivo sobre su presidencia como una táctica de “gestión de crisis”. “Pero tanto la oposición como los estudiantes, que no son nada ingenuos, lo han rechazado. En el fondo, quieren que sea el propio presidente quien asuma la responsabilidad de lo que ha sucedido en Novi Sad”.

Bojana Zoric considera que el problema de Serbia ahora mismo es que la oposición no cuenta con un liderazgo fuerte y está desunida. “Hoy en día no hay una alternativa para el Gobierno del presidente Vucic. Mucha gente cree que el Partido Progresista Serbio (SNS) es la única opción. Y la oposición piensa que si hubiese elecciones también estarían amañadas. Por eso exige un Gobierno de transición que garantice unas elecciones parlamentarias libres y justas, una vez se den las condiciones necesarias. En cuanto a los manifestantes, “ellos reclaman sobre todo responsabilidades”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.
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