Los investigadores de la colisión aérea en Washington presentarán un informe sobre las causas en 30 días
Aún no se han localizado las cajas negras del helicóptero militar y el avión de American Airlines
La tripulación del helicóptero militar que chocó contra un avión de American Airlines en las afueras de Washington el miércoles era “bastante experimentada”, según ha apuntado el secretario de Defensa, Peter Hegseth. Los controladores aéreos alertaron al helicóptero de la proximidad del avión que se disponía a aterrizar en el aeropuerto Ronald Reagan de Washington, y los pilotos declararon verlo, según las grabaciones que se han difundido. ¿Qué ocurrió entonces para que ambos aparatos chocaran en el aire sobre el río Potomac, a pocos metros de la pista de aterrizaje? Es la tarea que los investigadores de la Agencia de Seguridad en el Transporte de EE UU (NTSB, por sus siglas en inglés) tratan de determinar, una vez que las autoridades han confirmado este jueves que no se esperan supervivientes entre las 67 personas que viajaban a bordo de las aeronaves. La NTSB espera presentar un informe preliminar en 30 días.
El aeropuerto Ronald Reagan, el más antiguo de Washington y muy cercano al casco urbano, trataba de recuperar la normalidad este jueves, menos de 24 horas después de una colisión que ha representado el peor siniestro aéreo en décadas en Estados Unidos. Mientras las operaciones de rescate de los cuerpos de las víctimas y los restos de los fuselajes continuaban en las aguas del Potomac, las dos terminales comenzaban a retomar sus operaciones a media mañana. Pero muy pocos viajeros se dirigían hacia las puertas de embarque. Una marea naranja cubría las pantallas de aviso de llegadas y salidas: la inmensa mayoría de los vuelos seguían cancelados. Entre los primeros en salir, despegaba el avión privado del presidente estadounidense, con su librea “Trump” en letras doradas.
Los investigadores de la NTSB han tomado ahora las riendas de las pesquisas, una vez que, en una rueda de prensa, el jefe del Servicio de Bomberos de Washington, John Connelly, confirmase que la operación de rescate de supervivientes, que se desarrolló frenéticamente durante la noche en las aguas heladas del río Potomac para tratar de ganar la batalla a las corrientes y la hipotermia, se transformaba en operación de búsqueda de cuerpos.
En una rueda de prensa en la Casa Blanca, el presidente estadounidense, Donald Trump, culpaba sin ningún tipo de prueba, más que su propia “opinión”, a las políticas de inclusión e igualdad en la contratación en los departamentos federales que desarrollaron sus predecesores demócratas, Barack Obama y Joe Biden. Pero los responsables de las pesquisas puntualizan que aún se desconoce todo sobre las causas del siniestro.
“Trataremos de presentar un informe preliminar en 30 días” sobre cómo ocurrió el accidente, sus causas y recomendaciones para el futuro, ha declarado el investigador de la NTSB Todd Inman, en declaraciones en la sala de prensa improvisada en la terminal 1 del aeropuerto. Los grupos de trabajo de la agencia examinarán los restos del fuselaje para deducir los ángulos de impacto “y determinar la trayectoria y altitud de las aeronaves”. También estudiarán los motores y sistemas respectivos, los elementos ambientales, los sistemas de control del tráfico aéreo y otros factores que pudieran haber impactado en el desempeño del personal implicado, desde el ambiente de trabajo a sus historias médicas.
Por el momento, apuntan los investigadores, cuentan con abundante material para empezar, incluida la documentación que la Autoridad Federal de Aviación (FAA) les ha entregado sobre la torre de control. Faltan otros elementos: aún no se han localizado las cajas negras del avión o del helicóptero. “Entendemos que el helicóptero estaba equipado con algún tipo de instrumento de grabación, que examinará el Departamento de Defensa o nosotros”.
El área de Washington es especialmente complicada para volar, “un espacio peculiar”, según Inman. Sus cielos están muy congestionados por los vuelos comerciales que despegan y aterrizan desde sus tres principales aeropuertos: el Ronald Reagan, para vuelos de corta y media distancia; Dulles y Baltimore, para vuelos tanto nacionales como internacionales. Los pilotos deben utilizar corredores muy concretos para evitar sobrevolar zonas prohibidas sobre el Pentágono, el Capitolio o la Casa Blanca. Los senadores del Estado de Virginia, donde se encuentran los aeropuertos de Dulles y Reagan, llevaban ya tiempo alertando de la saturación del espacio. Un intento en los últimos años de las líneas aéreas de ampliar el número de vuelos desde el Ronald Reagan —favorito de los legisladores de otros Estados por su cercanía al casco urbano— cayó en saco roto precisamente por esas preocupaciones.
El tráfico aéreo se ve aumentado por los vuelos de helicópteros de las numerosas bases militares de la zona, especialmente durante la noche, cuando se llevan a cabo frecuentes misiones de adiestramiento. Pero, según puntualizaba Inman, precisamente por ello existe un protocolo muy definido para esos vuelos.
El Blackhawk accidentado había salido la noche del jueves para someterse a su evaluación anual de vuelo nocturno. “Es una tripulación bastante experimentada, que cumplía esa evaluación”, ha declarado el secretario de Defensa Hegseth en un vídeo. “Anticipamos que la investigación podrá determinar con rapidez si el aparato se encontraba en el corredor, y si volaba a la altura que debía, en el momento del incidente”.
La unidad a la que pertenece el helicóptero, en la base militar de Fort Belvoir, en las cercanías del aeropuerto Ronald Reagan, tiene entre sus misiones el transporte de altos mandos militares. Ahora ha detenido sus vuelos durante 48 horas mientras se desarrollan las pesquisas.
Otro posible factor en el siniestro es la falta de personal en la torre de control. Según el periódico The New York Times, que cita un informe de la FAA, el controlador aéreo que dirigía el tráfico en esos momentos cumplía el cometido de dos trabajadores, debido a una escasez crónica de contrataciones. Un problema que las políticas de Trump podrían agravar: quiere reducir drásticamente el número de funcionarios federales, que han recibido una oferta para dimitir a cambio de ocho meses de sueldo.
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