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Los conservadores alemanes se abren a pactar con los ultras de AfD un endurecimiento en la política migratoria

El conservador Merz, favorito en los sondeos para convertirse en el próximo canciller, no rechaza el apoyo de la extrema derecha a las mociones que presentará en el Parlamento

Un muro contra la formación de ultraderecha AfD, en una calle de Berlín.
Un muro contra la formación de ultraderecha AfD, en una calle de Berlín.Christian Mang (REUTERS)

A solo cuatro semanas de las elecciones alemanas, un nuevo ataque con cuchillo —perpetrado esta semana por un ciudadano afgano que vivía en un centro de refugiados y que estaba bajo tratamiento psiquiátrico— ha situado de nuevo la cuestión migratoria en el centro del debate electoral. Y amenaza, por primera vez, el cordón sanitario erigido contra el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Al menos, en lo puramente parlamentario; no tanto en la formación del nuevo Gobierno.

Los partidos tradicionales del centro querían evitar centrar la campaña en tratar temas migratorios, algo que no beneficia ni a los socialdemócratas ni a los conservadores y sí a AfD, un partido acostumbrado a agitar el odio para ganar votos. Todos parecían conscientes de que, si empezaban a hablar sobre una mayor regulación de la migración en igualdad de condiciones, los votantes tienden a decantarse por el original y no por la copia.

Sin embargo, después de que el miércoles un solicitante de asilo afgano —que ya había sido detenido en varias ocasiones— atacara a un grupo de cinco niños en un parque a plena luz del día y matara a uno de ellos, de solo dos años, y a un hombre en la localidad bávara de Aschaffenburg, los políticos vuelven a debatir sobre cómo endurecer las normas migratorias.

El canciller alemán, Olaf Scholz, con palabras inusitadamente duras, declaró estar “harto de que cada pocas semanas se produzcan este tipo de actos de violencia en Alemania” y apeló a actuar: “No basta con hablar”. Sin embargo, cualquier endurecimiento de la normativa de asilo encuentra siempre mucha resistencia en sus filas, la del partido socialdemócrata (SPD).

De momento, el Gobierno germano está preparando una gran deportación a Kabul para volver a expulsar a delincuentes y criminales afganos, como ya hiciera antes de las elecciones regionales de Brandeburgo, Sajonia y Turingia, celebradas en septiembre. Según informa el diario Süddeutsche Zeitung, el avión saldrá como tarde el 22 de febrero, un día antes de las elecciones generales, aunque desde el Ministerio de Interior niegan cualquier relación con la cita en las urnas.

Por su parte, el candidato conservador, Friedrich Merz, favorito en los sondeos para convertirse en el próximo canciller, se enfrentó esta semana a un dilema. Si reaccionaba con demasiada suavidad al ataque, podría fortalecer a AfD, que, según la última encuesta, se sitúa en segunda posición con un 21% de intención de voto, solo por detrás de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), que está a la cabeza con un 30%. Si, por otro lado, reaccionaba con demasiada dureza, tensaría las relaciones con socialdemócratas y verdes, dos partidos que se perfilan como posibles socios de coalición si gana las elecciones y quiere formar Gobierno.

Merz se decantó finalmente por la vía dura, aunque eso implique romper un tabú. El jueves reaccionó al nuevo ataque con cuchillo con una promesa. Si es elegido canciller, en su primer día de mandato dará instrucciones al Ministerio de Interior para que “controle permanentemente las fronteras nacionales de Alemania con todos sus vecinos y rechace todos los intentos de entrada ilegal sin excepción”. “Habrá una prohibición de facto de entrada en la República Federal de Alemania para todos aquellos que no dispongan de documentos de entrada válidos”, afirmó al tiempo que explicaba que esto se aplicaría explícitamente a las personas con derecho a asilo, que deberán ser detenidas o retenidas y deportadas lo antes posible.

“Me niego a reconocer que los crímenes de Mannheim, Solingen, Magdeburgo y ahora Aschaffenburg sean supuestamente la nueva normalidad en Alemania”, dijo el líder conservador, recordando los ataques con cuchillo de Mannheim y Solingen del pasado verano y el atropello masivo contra un mercadillo navideño en Magdeburgo hace poco más de un mes, en el que murieron seis personas y casi 300 resultaron heridas, y que fue perpetrado por un ciudadano saudí simpatizante de la ultraderecha.

Merz no desea esperar a las elecciones para actuar. Quiere presentar mociones en el Parlamento federal en alguna de las próximas sesiones, previstas para el 29, 30 y 31 de enero, para endurecer la política migratoria. “Y las presentaremos independientemente de quién esté de acuerdo con ellas”, declaró el viernes en una rueda de prensa. Esto quiere decir que si bien ha descartado siempre cualquier coalición o cooperación con AfD, no le importaría que votaran a su lado para sacar adelante sus propuestas, ignorando así el cortafuegos, como llaman en Alemania al cordón sanitario que mantiene a AfD fuera del poder.

“Quien quiera votar a favor de estas mociones, que lo haga. Y quien las rechace, que las rechace. Yo no miro a la derecha ni a la izquierda. Solo miro de frente en estas cuestiones”, indicó. La líder de AfD, Alice Weidel, ofreció rápidamente su colaboración a Merz y celebró sus declaraciones. “El cortafuegos ha caído. La CDU y la CSU (la Unión Cristianosocial, su partido hermano) han aceptado mi oferta de votar junto con AfD en el Bundestag sobre el tema crucial de la migración”, escribió Weidel el viernes en la red social X, propiedad del magnate estadounidense Elon Musk, que ha mostrado su apoyo sin fisuras a los ultras alemanes.

Con los votos de la CDU-CSU y AfD no sería suficiente. Se tendrían que sumar también los liberales FDP y el partido de izquierdas BSW. Ambos ya han adelantado que si presentan propuestas que les gusten, votarán a su favor con independencia de quién más dé su apoyo. “No me importa quién más esté de acuerdo. No podemos condicionar nuestro consentimiento a medidas que son necesarias para el país en función de quién más esté de acuerdo”, declaró al periódico Bild el diputado liberal Wolfgang Kubicki. De esta manera, de sacar adelante sus planes, esto significaría, al menos en la práctica, que se habría roto el cordón sanitario y dejaría la puerta abierta a futuras cooperaciones, algo inédito hasta ahora en el país.

Pero este paso alejaría a los conservadores de posibles socios de Gobierno, algo que sin duda necesitarán si quieren formar una mayoría en el Parlamento. El SPD rechaza los planes de Merz y recuerda que controlar por completo todas las fronteras alemanas “violaría la legislación europea e internacional”, además de no ser factible, según adelantó rápidamente el sindicato de la policía alemana.

Scholz recordó que “el cortafuegos no puede caer”. “Hasta ahora, tenía la impresión de que se podía confiar en la declaración del líder de la oposición de que no trabajaría con AfD ni siquiera después de las elecciones”, declaró al diario Stuttgarter Zeitung. “Ahora estoy realmente preocupado después de que la CDU quiera aprobar sus mociones en el Bundestag con los votos de AfD”. “El cortafuegos no debe caer, ni hoy, ni la semana que viene, ni en ningún otro momento”, escribió en X la copresidenta de los Verdes, Franziska Brantner.

¿Qué está pasando en las filas conservadoras? ¿Dónde queda la firme oposición de Merz a AfD en la que tanto ha insistido en los últimos meses? El semanario Der Spiegel recordó en un artículo titulado Bailando con la víbora que Merz ha declarado en varias ocasiones sobre posibles alianzas con AfD que “si tienes una víbora como esa en el cuello, serás estrangulado por ella”. Sin embargo, “el miedo a la serpiente es grande, y la cuestión de cómo mantenerla a raya es controvertida. Así, a pesar de todas las advertencias, el posible próximo canciller se atreve a bailar con la víbora”.

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