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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Macron ignora de nuevo el resultado de las urnas

François Bayrou, un macronista desde el primer momento, no encarna, ni de lejos, el cambio político que pidieron los franceses en las legislativas del pasado junio

François Bayrou
El presidente francés, Emmanuel Macron, junto a François Bayrou, en el palacio del Elíseo, en junio de 2022.Ludovic Marin (AP)
Carla Mascia

El nombramiento como primer ministro del centrista François Bayrou, un macronista de primera hora, tras el estrepitoso fracaso del efímero Gobierno del conservador Michel Barnier, demuestra una vez más el empeño del presidente Macron, por si faltaran pruebas, en no reconocer el resultado expresado en las urnas el pasado 7 de julio. Por mucho que la coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (NFP), no consiguiera entonces la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el hecho de haber obtenido más apoyos la convertía de facto, y de acuerdo con la tradición institucional francesa, en la fuerza política con más legitimidad para intentar formar Gobierno. Pero Júpiter no lo consideró así entonces ni lo hace hoy, encerrado en una forma de negación y de rechazo de la alternancia que a estas alturas resulta casi patológica y preocupante desde el punto de vista democrático. El presidente francés, causante de la desestabilización sin precedentes que viven las instituciones de la V República, parece incapaz de asumir el rechazo expresado de forma nítida por los franceses a sus políticas en las últimas legislativas, en las que perdió casi un centenar de diputados.

El nuevo primer ministro y jefe del MoDem (el partido centrista que nació en 2007 de las cenizas de la Unión para la Democracia Francesa del presidente Valéry Giscard D’Estaing) es un hombre de compromisos que comparte con la izquierda una serie de luchas, como su oposición a la ley de inmigración o su visión más social de la política. Aun así, el exministro de Justicia de Macron ―uno de los primeros en sumarse a la aventura macronista tras perder dos veces en unas presidenciales como candidato― no encarna, ni de lejos, el cambio político que pidieron los franceses en las urnas. Nombrado para prolongar las principales reformas del presidente e intentar mantener vivo a un macronismo moribundo de cara a las elecciones de 2027, el político de 73 años tendrá que enfrentarse a un difícil, por no decir inextricable, juego de equilibrios si no quiere conocer el mismo destino que Barnier, cuyo Gobierno, el más corto de la V República, duró apenas tres meses, secuestrado por la extrema derecha.

En este juego de alianzas, la postura del Partido Socialista (PS), con el que el campo macronista coquetea desde hace semanas, será clave porque sin sus votos una moción de censura como la que tumbó el anterior Gobierno (votada en conjunto por el NFP y el Reagrupamiento Nacional de Le Pen) no podría prosperar. Y es que el nombramiento de Bayrou persigue también el objetivo de cooptar el centroizquierda para dividir y hacer estallar el siempre frágil NFP, una coalición conformada por liderazgos y formas de entender la política no siempre fáciles de conciliar. Prueba de ello es la clara divergencia entre una Francia Insumisa que defiende la dimisión de Macron, sujeta al hiperliderazgo y a las veleidades presidencialistas de Mélenchon, y la posición del resto de partidos, opuestos a este extremo y a priori más abiertos a negociar con el nuevo Gobierno en caso de que renuncie a votar por decreto el presupuesto y las leyes de la próxima legislatura.

¿Será Bayrou capaz de renunciar al 49.3, el artículo que permite recurrir al decreto, y ofrecer a la izquierda verdaderas concesiones, sin descuidar al Reagrupamiento Nacional de Le Pen en materia de inmigración y de seguridad? El país, envuelto en una crisis fiscal, industrial ―se prevé que se perderán 300.000 empleos en 2025―, y ahora política, no puede permitirse cambiar de Gobierno cada tres meses si no quiere verse atrapado, además, en una crisis de régimen.

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Sobre la firma

Carla Mascia
Periodista franco-italiana, es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es licenciada en Estudios Europeos y en Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Antes de llegar al diario trabajó como asesora en comunicación política en Francia.
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