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EE UU da un ultimátum a Israel para que permita la entrada de ayuda a Gaza si quiere seguir recibiendo armas

Washington da un mes de plazo al Gobierno de Netanyahu mientras el Tribunal Supremo israelí insta al primer ministro a que informe sobre el bloqueo que impide evacuar a heridos desde la Franja

Distribución de ayuda de la agencia de la ONU para los refugiados (UNRWA), el pasado enero en Rafah.
Distribución de ayuda de la agencia de la ONU para los refugiados (UNRWA), el pasado enero en Rafah.Anadolu (Anadolu via Getty Images)
Luis de Vega (Enviado especial)

En la advertencia más seria a su aliado en toda la guerra, Estados Unidos envió el pasado domingo una carta al Gobierno de Israel en la que le da un mes de plazo para que permita la entrada de ayuda humanitaria en Gaza si quiere seguir recibiendo apoyo armamentístico para una guerra que ha causado ya la muerte a más de 42.000 personas en la Franja. A su vez, el Tribunal Supremo israelí insta al Ejecutivo que lidera el primer ministro, Benjamín Netanyahu, a informar antes del 11 de noviembre sobre el bloqueo impuesto a personas heridas y enfermas que impide que salgan desde el enclave mediterráneo palestino a terceros países. Washington y la Corte Suprema elevan la presión en un momento en el que, además de en Líbano, el Estado israelí ha aumentado la presión con una gran ofensiva en el norte de Gaza mientras mantiene intensos bombardeos en la mitad sur del enclave palestino.

Estados Unidos exige la llegada de un mínimo de 350 camiones diarios (en torno a 500 cada día accedían antes de la guerra), así como la apertura de nuevos pasos por los que acceda la ayuda. También expresa su preocupación por la campaña de las autoridades israelíes para acabar con la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, UNRWA, principal institución de ayuda de los gazatíes sobre el terreno.

Israel debe disponer de “medidas concretas” en 30 días, se lee en la misiva del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el secretario de Defensa, Lloyd Austin. “El hecho de no demostrar un compromiso sostenido con la implementación y el mantenimiento de estas medidas puede tener implicaciones para la política de EE UU”, añade advirtiendo de posibles consecuencias que incluyen al suministro de armamento. La situación en Gaza es “cada vez más grave”, según el texto. La Administración que dirige Joe Biden se muestra “particularmente preocupada por las acciones recientes del Gobierno israelí, incluida la detención de las importaciones comerciales, la denegación o el impedimento de casi el 90% de los movimientos humanitarios entre el norte y el sur de Gaza en septiembre”. Blinken y Austin recuerdan, además, que tras la promesa, el pasado marzo, de hacer frente a sus obligaciones, el flujo ha descendido en torno a un 50%.

Este martes, el Tribunal Supremo israelí ha pedido al Estado que explique por qué no ha establecido un plan para supervisar la evacuación de gazatíes enfermos y heridos para recibir tratamiento en un tercer país. Da de plazo hasta el 11 de noviembre para que informe al respecto después de que varias organizaciones humanitarias israelíes realizaran esa petición el pasado julio. La actual ofensiva acumula miles de heridos, además de muertos, a los que no se permite salir del enclave.

Una de las organizaciones demandantes, la ONG israelí Physicians for Human Rights, ha confirmado a EL PAÍS a través de los abogados Adi Lustigman y Tamir Blank que “están satisfechos con las investigaciones del tribunal sobre este asunto urgente”. “Cada día que transcurre con personas enfermas y heridas en Gaza que se quedan sin tratamiento médico significa que vidas humanas, entre ellas de niños y bebés, están en peligro. El Estado está obligado a permitir el acceso al tratamiento médico para que aquellos que aún pueden ser salvados puedan ser salvados”, añaden en una respuesta escrita tras el anuncio del Tribunal Supremo.

EL PAÍS ha preguntado al respecto al Ministerio de Defensa y a la Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios (Cogat, en sus siglas en inglés), que supervisa la actividad civil en la Palestina ocupada. Son dos de las partes, junto al Ejecutivo, a las que se dirigió la queja de las ONG, pero, de momento, no hay respuesta.

En una cama de un hospital del norte de Gaza, permanece en estado muy grave tras recibir un disparo en el cuello Fadi al Wahid, cámara del canal catarí Al Jazeera. Sus compañeros, objetivo como él en varias ocasiones de los ataques israelíes, reclaman que sea evacuado para que pueda recibir atención fuera de la Franja, pues los médicos temen que pueda quedarse tetrapléjico. Es solo uno de los muchos ejemplos. El director del hospital Kamal Adwan de Bit Lahia, Husam Abu Safieh, ha enviado a EL PAÍS vídeos impublicables por su crudeza con escenas dantescas en las que aparecen los sanitarios rescatando a heridos y muertos para trasladarlos a centros médicos.

El Cogat informó este martes de que, en coordinación con el ejército, había facilitado la evacuación de 33 pacientes del Kamal Adwan hacia otros hospitales, aunque el director de ese centro reduce a 22 los pacientes que salieron y el cuerpo de un fallecido. Las autoridades de Israel, además, dijeron que han distribuido 68.650 litros de combustible y 800 unidades de transfusión de sangre para que los centros médicos puedan seguir funcionando. Abu Safieh reconoce que 20.000 litros de combustible han llegado al Kamal Adwan.

Hambre como arma de guerra

Hace ahora tres meses que Estados Unidos acabó desmontando el polémico muelle temporal que instaló en una plaza de Gaza para facilitar la llegada de ayuda. Biden se mostró “decepcionado” por la falta de éxito de una iniciativa que contó con el visto bueno israelí que, al mismo tiempo, bloqueaba los pasos fronterizos con la Franja. Con un coste de 210 millones de euros y un millar de militares estadounidenses implicados, la estructura flotante, rodeada de problemas y críticas, apenas funcionó 25 días y permitió descargar nueve millones de kilos de ayuda. Desde un primer momento, tanto la ONU como las organizaciones humanitarias sobre el terreno defendieron que esa no era la mejor vía de llegada de suministros y que la opción más rápida, efectiva y barata era la terrestre, pues, entonces, se seguían lanzando paquetes desde el aire también.

Distintas organizaciones humanitarias llevan meses denunciando lo que consideran el empleo del hambre como arma de guerra, lo que ha elevado el nivel de desnutrición de una población que, en su mayoría, vive desplazada en medio de las constantes órdenes de evacuación que emiten las tropas de ocupación y que son ilegales, según el derecho internacional humanitario. En las últimas horas, Israel ha anunciado la entrada de 30 camiones a la zona septentrional de la Franja, donde, según la ONU, habitan todavía unas 400.000 personas pese a los intentos de Israel de expulsión porque consideran que se encuentran en una zona de combate. De hecho, en las últimas dos semanas de ofensiva se acumulan cientos de muertos y heridos, alertan la ONU y organizaciones humanitarias, así como el Gobierno local de Hamás.

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Sobre la firma

Luis de Vega (Enviado especial)
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
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