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EE UU desmonta su polémico muelle humanitario en Gaza

Con un coste de 210 millones de euros y un millar de militares implicados, la estructura flotante, rodeada de problemas y críticas, apenas ha funcionado 25 días y ha permitido descargar nueve millones de kilos de ayuda

Guerra en Gaza
Un camión lleva ayuda humanitaria desde el puerto temporal que EE UU instaló para suministrar ayuda humanitaria a Gaza, el 25 de junio.Amir Cohen (REUTERS)
Luis de Vega

Anunciado a bombo y platillo por el presidente Joe Biden en marzo para tratar de paliar la crisis humanitaria en Gaza, el muelle que el ejército de Estados Unidos puso en funcionamiento dos meses después en una playa de la Franja ha puesto fin a su trabajo, según han confirmado las autoridades estadounidenses. La misión, que ha estado rodeada de problemas e interrupciones, “está completa, así que ya no hay necesidad de usar el muelle”, ha dicho ante los medios Brad Cooper, subcomandante del Comando Central de Estados Unidos. La ayuda seguirá llegando por mar, pero lo hará a través del puerto israelí de Ashdod.

Esa estructura flotante provisional, autorizada por Israel en contra de la ONU y las organizaciones humanitarias desplegadas en Gaza, ha implicado la intervención de hasta un millar de militares estadounidenses y ha tenido un coste aproximado de 230 millones de dólares (unos 210 millones de euros) para un total de unos 25 días de funcionamiento. Biden se mostró la semana pasada “decepcionado” con el resultado del proyecto del muelle. “Tenía la esperanza de que tendría más éxito”, lamentó.

En total, se han descargado en ese pantalán cerca de “20 millones de libras” de ayuda (unos nueve millones de kilos), dijo Cooper. Llegaron a las costas gazatíes en barco desde Chipre. El ejército estadounidense calcula que quedan todavía en tierra en esa isla o en tránsito otros 2,25 millones de kilos, que irán ya vía el puerto de Ashdod, añadió el militar, que considera los objetivos de su país cumplidos.

El 96% de los 2,3 millones de gazatíes pasan hambre de manera severa o aguda, estimó a finales del mes de junio Naciones Unidas. De ellos, hay medio millón que “pasan días enteros sin comer” y otros 1,6 millones de personas que no logran completar una alimentación correcta. El puerto provisional entró en funcionamiento pocos días después de que Israel tomara el control del paso fronterizo de Rafah, que separa Gaza de Egipto y, hasta entonces, principal punto de llegada de ayuda humanitaria a la Franja. Hoy, más de dos meses después, ese paso sigue cerrado.

Desde que se puso en marcha el muelle, a mediados de mayo, las condiciones del mar apenas han permitido que la infraestructura ―de unos 370 metros de largo― haya estado en activo un tercio de los días hasta finales de junio, cuando quedó definitivamente inoperativa. Estaba previsto que permaneciera en funcionamiento hasta finales de julio.

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Las crecientes complicaciones por la falta de seguridad que rodean el transporte y distribución de la ayuda dentro de la Franja no han ayudado tampoco a que el pantalán siga funcionando. La ayuda se acumulaba en la playa, al igual que en explanadas de pasos fronterizos, como el de Kerem Shalom, ya que el caos reinante en territorio palestino por la guerra dificulta poder cargarla en camiones y trasladarla a los almacenes de comida o los hospitales.

Solo en lo que va de guerra han muerto 197 de los 13.000 empleados de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, según sus siglas en inglés), principal institución de soporte a la población gazatí.

La idea, ahora, es trasladar el desembarco de ayuda que llega desde Chipre al puerto israelí de Ashdod, una veintena de kilómetros al norte de Gaza. Allí, en más de una ocasión, se han manifestado grupos ultranacionalistas israelíes contrarios a que su país permita el envío de ayuda a Gaza.

Desde el principio, tanto Naciones Unidas como las diferentes organizaciones humanitarias desplegadas en el enclave palestino estuvieron en contra del proyecto porque creían que la terrestre es la vía más rápida, barata y útil para romper el bloqueo impuesto por Israel.

Con el fin del muelle, se cierra una de las vías de llegada de ayuda a Gaza de las que presumía la semana pasada el COGAT (el organismo del Ministerio de Defensa israelí que gestiona los asuntos civiles de Gaza y Cisjordania) en un intento de responsabilizar a la ONU de la crisis humanitaria en la Franja. El coronel Elad Goren añadía a esa vía marítima el lanzamiento de paracaídas con palets desde el aire y tres puntos terrestres de Gaza: Kerem Shalom, en el sur; Erez, en el norte; y la carretera 96, en el centro.

La polémica también ha rodeado al muelle en la escena política de EE UU, como motivo de la fricción en el Congreso entre demócratas y republicanos. La derecha lo calificó de maniobra de Biden para dar la idea de ayuda a los palestinos tras meses de guerra apoyando y armando a su aliado israelí. El senador republicano Roger Wicker considera milagroso que no haya muerto ningún estadounidense y llegó a hablar del muelle como “vergüenza nacional”.

A mediados de marzo, antes de la instalación del muelle por parte del ejército de EE UU, la misión Safeena fue la primera en llevar ayuda humanitaria a Gaza por mar. Permitió descargar en la Franja las 200 toneladas de alimentos transportadas desde Chipre por el barco Open Arms, de la ONG catalana del mismo nombre. Entonces, se pensaba que iba a ser posible mantener abierta esa vía marítima pese a las complejidades que presentaba.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.
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