La mili vuelve al centro de los Balcanes: Croacia y Serbia anuncian la reimplantación del servicio
El Gobierno croata contempla un alistamiento de dos meses para hombres y el serbio, de 75 días. Las autoridades de ambos países pretenden iniciar el reclutamiento en 2025
El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, anunció el 14 de septiembre que va a reimplantar desde el próximo año el servicio militar obligatorio para varones —abolido en el país desde 2011—, con una duración de 75 días. Desde el otro lado de la frontera, la vecina Croacia, que había suspendido la mili en 2008, ya anunció en agosto a través de su ministro de Defensa, Ivan Anusic, que se restablecerá un servicio de dos meses para hombres a partir del próximo 1 de enero. Este país, con 3,8 millones de habitantes, y Serbia, con 6,6 millones, se enfrentaron en una guerra entre 1991 y 1995, tras la declaración unilateral de independencia por parte de Croacia. Desde entonces, las relaciones entre ambos distan de ser estrechas. Varios expertos consultados no aprecian en estas medidas un peligro de confrontación, pero sí un claro reflejo de las convulsiones que padecen los Balcanes. Por motivos diferentes —más vinculados a la incertidumbre derivada de la guerra en Ucrania— distintos países europeos están reforzando el sector de la defensa y revisando sus modelos de servicio militar, entre ellos Alemania.
Florian Bieber, profesor de Estudios de Europa sudoriental en la Universidad de Graz, en Austria, indica mediante intercambio de mensajes de WhatsApp que la medida del Gobierno serbio es, ante todo, “un gesto simbólico para azuzar los sentimientos nacionalistas”. El investigador lo considera un proyecto “sintomático del aumento de las tensiones en la región”. Bieber cree que Belgrado pretende “aumentar el vínculo de los ciudadanos con el ejército y remilitarizar simbólicamente la sociedad”. El analista recuerda que la medida se adopta en un contexto de “creciente retórica nacionalista serbia, en particular con respecto a Kosovo, pero también en términos de apoyo a la República Srpska (entidad serbia de Bosnia creada en 1995)”.
Croacia pertenece a la OTAN desde 2009 y está gobernada por un Ejecutivo de coalición liderado por el primer ministro, Andrej Plenkovic, y su partido conservador, la Unión Democrática Croata (HDZ), en coalición con el ultraderechista Movimiento Patriótico (DP). En Serbia, el presidente Vucic está al frente de un país, por segundo mandato consecutivo, donde el conservador Partido Progresista Serbio (SNS) no tiene una oposición que le haga sombra en el Congreso.
La investigadora serbia Katarina Djokic, del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (Sipri), explica por videoconferencia desde Estocolmo que los conservadores croatas siempre usan la cuestión de las mejoras en el ejército como reclamo electoral. Y los ejércitos de ambos países llevan años presionando a sus Gobiernos para volver a la mili. “El servicio voluntario”, añade Djokic, “no ha producido un número suficiente de reservistas ni en Croacia ni en Serbia. Cada vez hay menos jóvenes que quieren incorporarse a las filas, sobre todo desde la guerra de Ucrania. Y este es un fenómeno que también se está viendo en otros países europeos”.
Falta de soldados profesionales
Djokic duda de que Croacia y Serbia dispongan de suficientes oficiales para entrenar a los reclutas. “Tal vez es por la falta de personal por lo que han previsto un periodo tan corto de mili. Quizás es lo máximo que pueden permitirse, dos meses o 75 días”.
El diputado y líder del opositor Movimiento Popular de Serbia (NPS), Miroslav Aleksic, calificó como “propaganda” el anuncio del Gobierno. “Aquí no hay pensamiento estratégico, solo temeridad, populismo, mercadotecnia. (…) Yo hice el servicio militar en cuarteles, sé lo que es eso, el entrenamiento duró seis meses. No entiendo cómo se puede entrenar a alguien en 75 días para manejar el sofisticado equipo militar del que nos hablan a diario”, declaró en septiembre al medio local Glas Sumadije.
Aleksic añadió que la verdadera cuestión consiste en saber si el país se está preparando para la guerra. “En caso afirmativo, ¿con quién y por qué?”, preguntó. El opositor también cuestionó: “Si iniciamos el proceso de profesionalización del ejército, ¿por qué hemos llegado a una situación en la que los soldados profesionales están abandonando el ejército? Me parece que se guiaron por la lógica de que a los serbios les encanta el ejército y que es bueno para los jóvenes”.
Vuk Vuksanovic, investigador sénior del Centro de Política de Seguridad de Belgrado, se muestra escéptico ante el hecho de las medidas vayan a entrar en vigor, tanto en Croacia como en Serbia. Cree que en ambos casos puede tratarse de una maniobra de los gobiernos para desviar la atención de otros temas más acuciantes. “Ambos países han fallado en construir un ejército más atractivo para los jóvenes. En Serbia, muchos profesionales están abandonando la institución a causa de los bajos sueldos, la corrupción y el nepotismo. La mili solo lograría maquillar los problemas. Y ninguno de los dos Gobiernos ha presentado un proyecto serio sobre el coste”, indica en una videollamada.
Vuksanovic precisa que mediante esta medida las autoridades serbias intentan desviar la atención sobre los dos problemas principales del país: “Sobre todo el proyecto para explotar unas minas de litio, que ha causado bastantes protestas entre la población. Y también, la situación de los serbios en el norte de Kosovo”.
“Nadie quiere otra guerra contra la OTAN”
Un serbio miembro de una ONG, que tiene experiencia en política de seguridad y solicita el anonimato, indica que desde su abolición, en 2011, los sucesivos ministros de Defensa han repetido cada año la intención de reimplantar la mili. “Y esta vez parece que el Gobierno ha tomado la iniciativa de Croacia como excusa perfecta para no quedarse atrás”. La misma fuente no cree que la militarización vaya a degenerar en una guerra. “Enfrentarse a Croacia, o incluso a Kosovo, sería hacerlo con la OTAN. Y nadie en Serbia quiere otra guerra contra la OTAN. Yo creo que el objetivo del Gobierno es mantener unida a la población. Pero, al mismo tiempo, la medida puede crear más inestabilidad en la región”.
Croacia anunció en 2021 la compra a Francia de 12 aviones de combate Rafale de segunda mano por casi 1.000 millones de euros. El pasado agosto, el presidente serbio redobló la apuesta y anunció también la compra a Francia de otra docena de aviones Rafale. Pero esta vez, aparatos flamantes, de primera mano y por valor de 2.700 millones de euros.
Mientras Croacia condenó la invasión de Ucrania y se sumó a las sanciones impuestas por Occidente, Serbia ha evitado sancionar, pero apoyó la integridad territorial de Ucrania. “Los dos países”, explica Katarina Djokic, del Sipri, “se miran y toman decisiones en función de lo que hace el otro”. El analista Vuksanovic explica que, mientras a Serbia le gusta jugar el papel del antiguo dirigente yugoslavo Josip Broz Tito, “buscando el equilibrio entre las potencias orientales y occidentales, a Croacia a veces le gusta presentarse como un miembro demasiado leal de la OTAN”.
Dimitar Bechev, analista del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, también esgrime, a través del correo electrónico, que el Gobierno serbio actúa de cara a la galería. “Vucic está flexionando sus músculos para bruñir credenciales patrióticas. Tal vez intenta adoctrinar a la juventud. En cuanto a Croacia, está reaccionando ante las peticiones de la OTAN para aumentar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB [la contribución de Croacia este año para la organización es del 1,81%]”.
Jasmin Mujanovic, investigador asociado al New Lines Institute, resalta mediante WhatsApp, que ambos países han desarrollado en la última década “una lenta pero sistemática acumulación de armamento” y la implantación de la mili es solo “la última evolución de este proceso”. Mujanovic señala que los dos países tienen “marcadas pretensiones políticas” contra los Estados vecinos. “En el caso de Serbia, contra Bosnia y Kosovo. Y en el caso de Croacia, por desgracia, también Bosnia. No creo que nadie piense que Croacia o Serbia vayan a invadir Bosnia de forma inminente. Pero, desde luego, no creo que la gente de Sarajevo y de Bosnia se sientan muy cómodas con estas medidas”.
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