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EE UU aborda con Israel la respuesta que prepara Netanyahu al ataque de Irán

Washington se muestra contraria al bombardeo de instalaciones nucleares, pero se barajan otras posibilidades como el ataque a infraestructuras petrolíferas, bases militares o asesinatos de altos cargos

Joe Biden
El presidente de EE UU, Joe Biden, responde a las preguntas de los periodistas a su salida de la Casa Blanca, en Washington, este jueves.Kevin Lamarque (REUTERS)

La comunidad internacional pide moderación mientras mantiene la respiración ante la represalia que Israel pueda estar preparando, que se da como segura, ante la última ofensiva iraní. Washington defiende el derecho israelí a defenderse y reconoce que está en contacto con Israel sobre ello. “Estamos discutiendo eso” aunque “hoy no va a pasar nada”, ha reconocido el presidente Joe Biden al ser preguntado este jueves por un posible bombardeo de infraestructuras petrolíferas iraníes después de haberse opuesto a que se bombardearan sus instalaciones nucleares. Ese ataque que se prepara amenaza con ahondar más aún la espiral de violencia en Oriente Próximo y empujar al abismo de una guerra regional abierta, cuando se va a cumplir un año del conflicto que comenzó el pasado 7 de octubre.

Washington se ha mostrado contrario a golpear directamente el sistema nuclear de Teherán. El propio Biden ha pedido que la respuesta sea “proporcional”, aunque también ha apuntado que Estados Unidos —en coordinación con los países del G-7— tomará medidas por su parte, como imponer una nueva ronda de sanciones contra el régimen iraní, como castigo por la ofensiva del martes. Y este jueves, el presidente estadounidense recordaba que, al final, quien tendrá la última palabra de la respuesta será Israel: “Nosotros no le damos permiso a Israel. Le damos consejo a Israel”, zanjaba.

Falta conocer en qué se va a concretar la respuesta anunciada ya por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuándo la pondrá en marcha y si la opinión de sus aliados, principalmente Estados Unidos, será determinante. Porque nadie prevé que el mandatario se vaya a quedar de brazos cruzados en un momento en el que sus planes belicistas, cimentados especialmente a lo largo del último año de guerra, son cada vez más incompatibles con la búsqueda de acuerdos de alto el fuego. Todo ello a pesar de que todavía queda un centenar de rehenes en Gaza, cuya liberación bajo una tregua se aleja cada vez más. Las posibilidades de respuesta que se barajan a la ofensiva iraní pueden pasar por ordenar a sus servicios secretos o su ejército uno o varios asesinatos entre altos mandos del régimen. También por un eventual bombardeo sobre instalaciones del programa nuclear iraní, bases militares o, como le han preguntado a Biden, sobre infraestructura petrolífera.

“Creo que la respuesta va a ir a por algún tipo de instalación militar”, valora el analista en seguridad Jesús Manuel Pérez Triana, que apunta esa posibilidad después de que Israel haya atacado recientemente sistemas antiaéreos sirios, lo que facilitaría un “pasillo” para alcanzar Irán. “Me parece que no hay nadie interesado ahora mismo en una escalada”, añade en conversación telefónica. Él no ve a Netanyahu, que cree que está siendo presionado por Washington, ordenando un bombardeo sobre instalaciones nucleares por ser “técnicamente complicado” y porque supondría un agravamiento del conflicto muy serio. Tampoco sobre refinerías, ya que eso afectaría al mercado del petróleo a nivel internacional y podría tener consecuencias también para sus aliados.

Mike Mulroy, exsecretario adjunto de Defensa de EE UU para Oriente Próximo y ahora analista del Middle East Institute en Washington, también considera que la opción de un ataque contra la infraestructura nuclear sería demasiado complicada, incluso técnicamente: para llevarla a cabo necesitaría equipamiento estadounidense que Washington difícilmente le permitiría usar. Pero que se rumoree la posibilidad de este tipo de represalia no es malo para Israel: si opta por atacar las instalaciones petroleras iraníes, apunta, el Gobierno de Netanyahu puede alegar que decidió “hacer algo menos agresivo para ajustarse a las recomendaciones de Biden e intentar no escalar las tensiones”.

En el que ha supuesto su mayor desafío, Teherán lanzó el martes unos 180 misiles hacia territorio israelí en venganza por el asesinato de los líderes de Hamás y Hezbolá y un general iraní de la Guardia Revolucionaria. Causó solo una víctima mortal, un gazatí, y los daños no fueron de alcance, pero algunos proyectiles lograron impactar en zonas habitadas y varias bases militares. Eso supone el mayor logro del régimen iraní en el conflicto que mantiene desde hace décadas con Israel. De forma automática, ese ataque ha abierto la puerta a una posible respuesta por parte del Estado judío, que considera a Irán el cerebro e impulsor del que denominan eje del mal, en el que incluyen también a Hamás en Palestina, Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen, Siria e Irak.

Rebajar la tensión

Entre las llamadas a rebajar la tensión están las del presidente Pedro Sánchez, que ha condenado el ataque de Irán, al mismo tiempo que exige un alto el fuego en Líbano y Gaza y que se respete el derecho internacional. “Es necesario evitar una escalada de consecuencias imprevisibles”, ha dicho este jueves. Teherán, por su parte, ha calificado de “sesgado e irresponsable” la condena efectuada por el G-7 de su ataque sobre Israel, según un comunicado del Ministerio de Exteriores, informa Reuters. Ese grupo de países ha expresado también su “profunda preocupación” por la crisis regional y reclama una solución diplomática.

Aunque Israel se encuentra celebrando Rosh Hashaná, el año nuevo judío, y Biden ha subrayado que este jueves “no va a ocurrir nada”, en cualquier instante podría producirse un ataque. Hasta el momento, ni el Gobierno ni el ejército han ofrecido pistas sobre qué opción están barajando, pero en los dos últimos días se han mantenido reuniones al más alto nivel. También las presiones y consejos por parte de la diplomacia internacional para que Netanyahu no empuje a la región al precipicio de un conflicto armado de complicada marcha atrás y consecuencias a nivel mundial.

“Estamos en el punto álgido de una guerra difícil contra el eje iraní del mal, que quiere destruirnos”, ha dicho Netanyahu en un vídeo en el que expresaba sus condolencias por la muerte el miércoles de ocho militares israelíes en territorio libanés. Ha sido la peor jornada vivida hasta ahora por sus tropas en sus enfrentamientos en el último año con la milicia apadrinada por Teherán. Las autoridades de ese país dieron por acabada su ofensiva a menos que haya nuevas provocaciones por parte israelí, algo que no ha alterado en nada los planes de represalia del Estado judío.

“Ahora, más que en cualquier otro momento de la última década, la opción de un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares de Irán está sobre la mesa”, sostiene Nadav Eyal en el diario Yediot Ahronot. Pero, al mismo tiempo, admite que “un ataque en Irán podría proporcionar al régimen legitimidad internacional para estallar en una bomba” y “convertiría la guerra en una guerra regional total”. “Un conflicto directo con Irán podría durar años. Los iraníes tienen paciencia, y Hamás y Hezbolá pueden ser débiles, pero siguen existiendo y representan una amenaza militar”, añade.

Los dos ataques que Irán ha llevado a cabo hasta ahora en la presente guerra contra Israel, el de abril y el de esta semana, pueden considerarse “descafeinados”, aunque en el segundo sí han empleado misiles balísticos supersónicos elevando su apuesta, interpreta Pérez Triana. En ninguno ha habido víctimas mortales israelíes. Seis días después del lanzamiento de unos 300 misiles y drones en abril, Israel llevó a cabo una respuesta moderada después de que la diplomacia internacional hubiera apelado a la moderación durante varios días, algo similar a lo que está ocurriendo ahora.

Netanyahu presenta su estrategia como una cuestión existencial de Israel frente a los que buscan destruirlo a toda costa. Aunque algunos sectores de la sociedad israelí vean esa respuesta a Irán como su enésimo intento por aferrarse al poder y mantener su inmunidad. El 7 de octubre de 2023 no solo comenzó la actual guerra, con la matanza en territorio israelí de unas 1.200 personas y el secuestro de 250 en un ataque liderado por Hamás; ese día comenzó también la carrera por la supervivencia del primer ministro, señalado entonces como máximo responsable del mayor agujero de seguridad de la historia del país.

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