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Yehuda Shaul, activista israelí: “Estamos sembrando las semillas del odio en las generaciones venideras de Gaza”

Este pacifista considera que solo la presión internacional puede impulsar un alto el fuego en la Franja y cree que la sociedad israelí es ahora más crítica con sus dirigentes

Yehuda Shaul
El activista y pacifista israelí, Yehuda Shaul, en Madrid, el 4 de julio de 2024.INMA FLORES

Yehuda Shaul ha recorrido un largo y complicado camino hasta llegar a ser la persona que este diario entrevista en un café del centro de Madrid. Nacido en Jerusalén hace 41 años, en una familia judía muy religiosa, este hombre decidió de joven que no quería estudiar en un asentamiento israelí. Durante su servicio militar en la ciudad palestina de Hebrón sintió un abismo entre sus creencias y sus actos y fue uno de los fundadores de la ONG Breaking The Silence, en la que soldados israelíes denuncian los abusos que el ejército comete en los territorios palestinos.

Hoy, es uno de los codirectores del centro de reflexión Ofek (horizonte, en hebreo), que aborda las causas fundamentales de la violencia y aspira a trazar un marco para un futuro de respeto y dignidad. En tiempos en los que pensar diferente, humanizar a los palestinos y hablar de paz son actos de valentía en Israel, la voz de Shaul, que se escucha con atención en los despachos oficiales de Estados Unidos y Europa, encarna una poco conocida zona de grises en este conflicto, en el cual todo parece ser blanco o negro. “No siento que vivo en una ilusión. Creo que quienes piensan que la solución es bombardear a los palestinos, someterlos, desplazarlos o privarles de derechos viven en un mundo irreal. Ellos, no yo”, asegura.

Pregunta. ¿Cómo es ser activista y pacifista en Israel después de los cruentos ataques de Hamás del 7 de octubre?

Respuesta. Es un territorio inexplorado. Cuando una sociedad pasa un trauma como el que vivimos el 7 de octubre, con masacres de familias y de comunidades, siente que le perforan el estómago y el alma. Pero luego tienes que elegir si te quedas en esa rabia y en ese deseo de venganza u optas por la humanidad, la compasión y el anhelo de paz. Lamentablemente, la mayoría de la sociedad israelí ha optado por lo primero y estamos haciendo cosas impensables.

P. Escuchando a algunas autoridades israelíes, pareciera que todo esto comenzó ese fatídico 7 de octubre.

R. El 7 de octubre es una nueva fase de este conflicto, mucho más agresiva y trágica. Pero la deshumanización de los palestinos no empezó ahí. Nosotros veníamos advirtiéndolo, temíamos que algo así se produjera, aunque nunca pensamos que fuera de estas dimensiones. Lo que estalló el 7 de octubre fue toda la estrategia de Israel frente a los palestinos. No se puede apretar las tuercas y empujar a una demografía creciente, es decir, a los palestinos, hacia un espacio geográfico cada vez más reducido, mientras expandimos paralelamente nuestro proyecto colonial y creer que nuestra superioridad tecnológica o militar nos permitirá la permanencia y dominación. Nunca un pueblo ha logrado la estabilidad y la seguridad pasando por encima de millones de personas.

P. ¿Ve en el ataque de Hamás una evidencia de su razonamiento?

R. Cuando basas tu seguridad nacional solo en la fuerza, necesitas estar y ganar 24 horas al día, siete días por semana. Entonces, basta que una mañana las cosas no funcionen bien para que pase lo que pasó. Nada justifica la carnicería que vivimos en Israel aquel día. Nada. Pero no se puede gestionar el conflicto, hay que buscar el fin del conflicto. De lo contrario, volveremos a vivir otro 7 de octubre.

P. Se cumplen nueve meses de ese día y los israelíes no han logrado sus objetivos en Gaza.

R. Exactamente. Hay una frustración extrema que se acumula y se manifiesta de dos maneras opuestas: Una parte del país, el centro y la izquierda, culpa al Gobierno por no buscar una salida negociada, sobre todo para los rehenes, y la derecha y extrema derecha culpan a los militares, a los que acusan de no ir tan lejos como es necesario, porque para ellos, la violencia es la única respuesta.

P. Tras los ataques de Hamás, en Israel parecía haber un discurso único y un enemigo común. Era difícil tolerar opiniones como la suya. ¿Eso ha cambiado?

R. Bueno, mis opiniones siguen siendo marginales, pero creo que la sociedad israelí no está en el mismo punto que hace cuatro o cinco meses. Por tres razones. Primero, está claro que los rehenes no van a volver gracias a una operación militar. Segundo, esto se ha convertido en una guerra política. El Gobierno está esperando las elecciones estadounidenses con la esperanza de que Joe Biden pierda. ¿Alguien cree que cuando los responsables israelíes dicen que la guerra va a durar varios meses más lo dicen porque están estudiando la situación militar? Es un calendario político. Y tercero, las encuestas dicen que el 50% de los israelíes opina que la opción militar no va a terminar con Hamás y hace falta un movimiento diplomático.

No estamos tratando de lograr una solución pacífica en la que tratemos de separar al terrorista del resto de la sociedad palestina. Estamos intentando mantener nuestro dominio sobre ellos.

P. Mientras tanto, la guerra prosigue.

R. Sí. La estrategia se ha llamado cortar el césped. Es una imagen reveladora: Israel corta el césped. Algo que si quieres mantener a raya tienes que hacer todo el rato. Y cuando se corta el césped, se corta todo, malas hierbas, flores... Eso es exactamente lo que estamos haciendo. No estamos tratando de lograr una solución pacífica en la que tratemos de separar al terrorista del resto de la sociedad palestina. Estamos intentando mantener nuestro dominio sobre ellos. Por eso tenemos que seguir cortando el césped, aunque no sea el camino hacia la estabilidad, la seguridad y la paz.

P. ¿Atisba una solución diplomática, un alto el fuego?

R. Está claro que Benjamin Netanyahu no quiere un alto el fuego, porque romperá el Gobierno e impulsará más las protestas contra él. Pero no podemos guiarnos por los intereses de Netanyahu y necesitamos que esto pare ya. Solo la intervención y presión internacionales pueden conducirnos al alto el fuego. La pregunta es si existe esa voluntad política. No lo sé. ¿Quiere que le diga la verdad? Estamos metidos en un buen lío.

P. ¿Qué significa para usted el reconocimiento de España del Estado palestino?

R. La gente como yo está muy animada por el tipo de medidas que ha tomado España y otros países europeos como Eslovenia, Irlanda y Noruega. Es algo que debería haberse hecho hace mucho tiempo. Cualquiera que defienda la solución de dos Estados, tiene que reconocer al segundo Estado, es decir, a Palestina. Porque esto ya no se trata de ser proisraelí o propalestino. Esto va más allá. Cualquier que se preocupe por la región y por proteger las vidas humanas tiene que ir en esa dirección.

El activista y pacifista israelí, Yehuda Shaul, codirector del centro de reflexión Ofek, que apuesta por la futura autodeterminación de israelíes y palestinos.
El activista y pacifista israelí, Yehuda Shaul, codirector del centro de reflexión Ofek, que apuesta por la futura autodeterminación de israelíes y palestinos.INMA FLORES

P. Cuesta pensar en el día después de un alto el fuego en Gaza.

R. Con esta cantidad de víctimas civiles, con este uso desproporcionado de la fuerza, estamos sembrando las semillas del odio en las generaciones venideras de Gaza. Ya había grupos salafistas en la Franja, a la derecha del islamismo de Hamás, y ahora tenemos 17.000 niños que han perdido a sus padres en esta guerra. Israel está impulsando un nivel de radicalización nunca visto en Gaza.

P. Y Hamás sigue existiendo.

R. El desafío es mostrar al palestino de a pie que el camino hacia la liberación también puede pasar por la diplomacia y la no violencia. Los jóvenes han visto que la Autoridad Palestina abandonó el terrorismo y la violencia hace 30 años, pero lo único que se ha obtenido es triplicar el número de colonos en Cisjordania. Hay que mostrarles que puede haber otro camino, otro patrón. En ese contexto, actitudes como la de España son alentadoras. Ojalá más gobiernos europeos sigan su ejemplo.

Solo la intervención y presión internacionales pueden conducirnos al alto el fuego. La pregunta es si existe esa voluntad política.

P. Se han cruzado muchas líneas en esta guerra.

R. Muchas. No todas, pero muchas. Ya hay testimonios de soldados que están saliendo e informaciones terribles sobre las torturas y abusos en los centros de detención. En 2002, Israel mató a Salah Shehadeh, jefe del aparato militar de Hamás. Murieron 14 inocentes en ese bombardeo. Hubo indignación en Israel, una investigación, una revisión interna en el ejército. Ahora estamos hablando de daños colaterales de tres dígitos.

P. En la web de su organización se lee que su objetivo es la autodeterminación de israelíes y palestinos. Suena ingenuo en este contexto.

R. Yo no siento que vivo en una ilusión. Creo que quienes piensan que la solución es bombardear a los palestinos, someterlos, desplazarlos o privarles de derechos viven en un mundo irreal. Ellos, no yo. Las dos partes necesitan derechos y dignidad y la sostenibilidad de la autodeterminación israelí está directamente interrelacionada y entrelazada con el logro de la autodeterminación palestina.

P. Mientras miramos a Gaza, en Cisjordania se están tomando decisiones que aceleran la apropiación de tierras por parte de Israel.

R. Sí. A la sombra de Gaza, tenemos una anexión que se acelera en Cisjordania. Desde que asumió este Gobierno israelí ha habido un aumento de la aprobación de construcción de casas en los asentamientos. Además, en las últimas semanas, se tomaron decisiones que traerán consecuencias, como declarar como tierras del Estado un volumen importante de tierras palestinas, concepto que es un eufemismo para decir robar. Además, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha adquirido nuevas atribuciones y tiene, por ejemplo, la potestad de reclamar propiedades judías previas a 1948 en Cisjordania. Es decir, mañana puede empezar a echar familias del centro histórico de la ciudad de Hebrón. Esto ya no es una prerrogativa del ejército, como ocurría antes, y puede haber mucha sangre.

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