El obispo Bling Bling, condenado a nueve años de cárcel por robar a una feligresa y extorsionar a un empresario
Lamor Whitehead, que alardeaba de vínculos con el alcalde de Nueva York, estafó 90.000 dólares a la mujer, que gastó en joyas y automóviles de lujo. También mintió al FBI
Lamor Whitehead, el llamado obispo Bling Bling por su afición al brillo, ha sido condenado este lunes por un tribunal federal de Nueva York a nueve años de cárcel por robo y extorsión, al término de un proceso nada beatífico en el que, según los tabloides —el personaje se presta especialmente al escándalo—, llegó incluso a proferir veladas amenazas, disfrazadas de versículos de la Biblia, a la feligresa a la que estafó 90.000 dólares. Íntimo amigo del alcalde de la ciudad, el demócrata Eric Adams, o eso decía ser —en realidad, una fabulación más en su carrera de engaños—, Whitehead había sido declarado culpable en marzo tras considerarse probado que robó los ahorros de toda una vida a Pauline Anderson a cambio de una casa que la mujer, enfermera y madre soltera, nunca llegó a habitar. El clérigo gastó el dinero en infinidad de artículos de lujo, incluido un automóvil de alta gama, pero no fueron sus únicos pecados: también intentó extorsionar miles de dólares a un empresario del Bronx prometiéndole un trato de favor, y mintió al FBI.
La prolongada condena a prisión parecía cantada desde el mes pasado, cuando los federales descubrieron que el obispo —según los fiscales, más bien un estafador profesional que también, o a la vez, dirigía una iglesia— había mostrado documentos confidenciales del caso y amenazado veladamente a Anderson con el salmo 105 del Antiguo Testamento, que reza “No toquéis a mi ungido”, durante un servicio transmitido en directo a su grey el 30 de abril. La advertencia parecía indicar que se creía más allá del bien y del mal por su condición de pastor. Más o menos lo que dijo Donald Trump hace unas semanas al conocer su sentencia (“Si me han hecho esto a mí, se lo pueden hacer a cualquiera”), pero con una dimensión sobrenatural, la propia de un ungido. Muestrario andante de joyería y ropa de marcas de lujo, luciérnaga en busca de focos, Whitehead fue un maestro del disfraz al ocultar su pasado turbio bajo el manto beatífico de su carrera como predicador.
Los fiscales afirman que Whitehead —que fue declarado culpable en marzo de fraude, intento de extorsión y mentir al FBI— quebrantó las condiciones de su libertad condicional cuando mostró varios documentos del caso en el citado sermón del 30 de abril. Por ese motivo el “obispo de las joyas” vio revocada su libertad bajo fianza e ingresó el 20 de mayo en una prisión federal. Whitehead había insistido en su inocencia en varios podcasts, una exposición que también contribuyó a la revocación de la fianza.
En un memorando dirigido a la jueza antes de la sentencia, los fiscales argumentaron que Whitehead era un “estafador y mentiroso profesional” que había cometido fraude durante más de dos décadas, abusando de su posición como líder religioso para ganar millones, gran parte de los cuales gastó en ropa elegante y coches de lujo.
La caída en desgracia de Whitehead, de 46 años, se precipitó a su pesar en 2022, cuando, presentándose como víctima de un robo de película, se expuso en realidad a un importante escrutinio legal y público: todos los focos se dirigieron hacia su persona. El incidente en cuestión consistió en el robo a punta de pistola durante un sermón retransmitido en directo desde su iglesia de Canarsie, en Brooklyn, un suceso que se hizo viral. El botín fue de más de un millón de dólares en joyas, entre las del clérigo y las de su esposa, por el que más tarde fueron declarados culpables dos hombres. Pero los focos no se apagaron: al exponerse como víctima, se puso involuntariamente en el disparadero.
Sus apariciones públicas se multiplicaron y en ellas Whitehead alardeó de sus vínculos con el alcalde Eric Adams, que antes de llegar a la alcaldía fue presidente del distrito de Brooklyn. El pastor trató de cultivar su presunta cercanía al demócrata, pero mensajes de texto mostrados durante el juicio revelaron que el regidor había tratado de distanciarse de tan equívoco amigo, reprendiendo a Whitehead por crear conflictos o, a veces, no respondiendo sus mensajes. Adams, que está en el punto de mira de los federales por sus amistades peligrosas —la investigación trata de determinar si ha recibido donaciones de entidades turcas para su campaña—, no ha sido llamado a declarar.
Los fiscales creen que, tras su condena en marzo, Whitehead incluso habría intentado vender en internet documentos legales de su caso. “No le veo en absoluto arrepentido”, ha dicho este lunes la jueza, después de que el acusado pidiera clemencia en un monólogo incoherente. La fiscal adjunta lo definió aun más gráficamente: “Todo eran mentiras”.
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