Estados Unidos levanta el veto para enviar armas a la Brigada Azov en Ucrania
Washington había descartado durante 10 años que su armamento se destinara a esta unidad por ser considerada de extrema derecha
Azov es el nombre más conocido de la extrema derecha ucrania que afloró en 2014, a partir de la revolución de Maidán. Es un movimiento político y militar fundado por elementos extremistas y ultranacionalistas que contribuyeron a derrocar al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. Rápidamente se constituyeron en un batallón paramilitar para combatir el levantamiento separatista prorruso en Donbás. Estados Unidos había prohibido desde la guerra en Donbás que su armamento transferido a Ucrania fuera a parar a manos de Azov. Así ha sido hasta este martes, cuando el Departamento de Estado de la Casa Blanca ha comunicado que la Brigada Azov podrá finalmente recibir su material de guerra.
Esta brigada es hoy una fuerza de asalto que forma parte de la Guardia Nacional y del Ministerio del Interior. Es uno de los regimientos mejor preparados con los que cuenta Ucrania para su defensa ante la invasión rusa. Durante años ha sido acusado por organismos internacionales de violar derechos fundamentales. El Departamento de Estado estadounidense, según ha avanzado The Washington Post, considera que Azov cumple ahora con la ley Leahy. Esta norma, que entró en vigor en 1961, estipula que el Gobierno no puede aportar exterior ayuda a organizaciones que cometen crímenes contra la humanidad.
El giro de guion estadounidense llega tras dos meses de presión ucrania para levantar el veto. El acuerdo entre Demócratas y Republicanos estadounidenses el pasado abril en el Congreso, para desbloquear los más de 50.000 millones de euros en asistencia militar para Ucrania, incluía una cláusula contra Azov. El comandante de la brigada, Denis Prokopenko, publicó un comunicado en el que subrayaba que la aplicación de la ley Leahy sobre Azov “está sobre todo basada en los rasgos que dan de Azov los grandes medios occidentales, que parecen haber asumido una actitud bajo la influencia de la propaganda de Mocú”. El Kremlin menciona con frecuencia a Azov como paradigma de un supuesto neonazismo que gobierna Ucrania. Ninguna fuerza de ultraderecha tiene hoy representación en el parlamento.
“No hay pruebas que confirmen las acusaciones de la propaganda Rusia que han estado obstaculizando a Azov durante 10 años”, escribía Prokopenko, “si existieran, las delegaciones de Azov no habrían sido recibidas en los EE UU, en países europeos o en Israel”.
Desde Ucrania se pide a la comunidad internacional que asuma que Azov se ha convertido en una organización “patriótica” y alejada de sus orígenes ultranacionalistas, según destacan analistas de referencia como Iván Gomza, jefe del Departamento de Estudios Políticos de la Escuela de Economía de Kiev (KSE). El propio presidente, Volodímir Zelenski, ha homenajeado a sus combatientes en varias ocasiones pese a que el Movimiento Azov fue, hasta la invasión, uno de sus más furibundos opositores porque lo consideraban conciliador con Rusia. En un ensayo publicado en abril de 2022 —tres meses tras el inicio de la invasión—, Gomza subrayaba que la simbología nazi y otros elementos distintivos neofascistas en Azov han perdido su significado original y sirven esencialmente para mantener el espíritu de comunidad interno. “Otra cuestión importante es que el mundo académico debe seriamente analizar el uso como arma que tienen para Estados con malas intenciones y fines de guerra”, indicaba Gomza: “La comunidad académica debe ser consciente de la atención desproporcionada que su limitado interés profesional puede tener si se abusa y se malinterpreta en la época de las redes sociales”.
El profesor de la KSE afirmaba que solo un 15% de los miembros de Azov se consideran neonazis. El enviado especial de EL PAÍS ha hablado en los más de dos años de guerra con combatientes de esta brigada, y todos coinciden en destacar que no son neonazis pero sí nacionalistas. Preguntados sobre su posicionamiento político, sus ideas sobre derechos sociales e identitarios, son claramente de un nacionalismo y conservadurismo radical.
Los estudios que definen a Azov como extrema derecha fuera de Ucrania son numerosos, como el libro que publicó en 2022 Michael Colborne, reconocido investigador canadiense de movimientos de la ultraderecha en los países de la extinta Unión Soviética: “El Regimiento Azov es probablemente la única unidad militar en el mundo que nació de un grupo de extrema derecha y que continúa conectada a un amplio movimiento de extrema derecha”. Este experto añadía: “Un regimiento como Azov no tiene espacio en las fuerzas armadas de un país democrático y debería ser desmantelado”.
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