Los conservadores británicos debaten levantar el cordón sanitario al populista Farage
El ala dura del partido reclama la ‘unidad de la derecha’ para sobrevivir en las urnas
Es una vieja regla del periodismo que una pregunta bien tirada puede predeterminar el titular. Sobre todo si al que le preguntan cae en la trampa. A cuatro semanas de unas elecciones generales, resulta inexplicable que diarios como The Times o The Guardian encabecen sus ediciones digitales con declaraciones del candidato conservador, Rishi Sunak, que suenan a derrotismo. “No dimitiré antes del día de la votación, insiste Sunak”, o “El primer ministro promete luchar hasta el último día de campaña”.
Los periodistas habían preguntado al candidato por el rumor de las últimas horas: la posibilidad de que arrojara la toalla antes de tiempo, ante la sensación generalizada de que la derrota de los tories el próximo 4 de julio va a ser estrepitosa. Lo sorprendente fue que Sunak se viera obligado a negarlo. El Partido Conservador ha entrado en un aparente estado de descomposición que abre las puertas a los debates más absurdos y arriesgados. Por ejemplo, si debería levantarse el cordón sanitario que los tories han impuesto en los últimos años en torno al populista ultra Nigel Farage y abrazar como hijo pródigo al político que impulsó el Brexit y ha agitado como ningún otro las aguas del Reino Unido.
“Yo daría la bienvenida a Nigel en el seno del Partido Conservador. No hay realmente muchas diferencias entre sus políticas y las que nosotros defendemos”, ha dicho la exministra del Interior, Suella Braverman, en una entrevista a The Times. La rival de Sunak más visceral que ha producido el ala dura del partido busca ya una buena posición de partida en la carrera por el liderazgo que se abrirá después de la previsible debacle electoral. “Somos un espacio muy abierto, y deberíamos ser un partido inclusivo con los que están dispuestos a apoyarlo”, ha defendido Braverman.
Como esa anécdota mil veces repetida —y probablemente apócrifa— del periódico inglés que tituló en cierta ocasión “niebla en el canal de la Mancha: el continente, aislado”, los conservadores británicos son capaces de ver con pasmo el auge de la ultraderecha en Europa y no detectarla en casa. Y esa es la razón por la que el asunto es percibido por algunos tories antes como una molestia que debe ser resuelta que como una amenaza existencial de un partido que, durante décadas, aspiró a representar mejor que ningún otro el alma moderada de los habitantes de la isla.
Jacob Rees-Mogg, uno de los líderes euroescépticos que más contribuyó a cambiar la cara del partido durante los agrios años del Brexit, también ha aplaudido estos días la idea de unir fuerzas con Reform UK, el partido de Farage, antes de las elecciones. “Nigel es una figura política muy importante, que representa de modo muy potente a una franja concreta del electorado y de la opinión pública”, ha argumentado Rees-Mogg para justificar su sugerencia de que Sunak levante el teléfono y llame a Farage.
El giro de las encuestas
La irrupción en escena del político populista, que en un principio descartó ser candidato en unas elecciones cuyo adelanto le pilló a contrapelo, ha agitado las encuestas. Antes del anuncio, la empresa YouGov no daba ningún escaño a Reform UK. Con Farage en campaña, la formación podría ahora llegar a tener, en el mejor de los casos, hasta cuatro diputados. En una Cámara de los Comunes con 650 representantes, la cifra suena inofensiva. Pero sería la primera vez que el agitador por excelencia de la política del Reino Unido pusiera un pie en Westminster, después de haberlo intentado hasta siete veces sin éxito. Su voz, que ya se escuchó en el Parlamento Europeo, saldría ahora de su ecosistema habitual, los pubs y los canales de televisión derechistas como GB News, para irrumpir en las instituciones británicas.
Y YouGov también advierte de que la fuerza recobrada de Reform Uk, con Farage de nuevo al frente, puede dividir el voto conservador hasta en 30 circunscripciones y facilitar que el Partido Laborista se haga con esos escaños, disminuyendo de ese modo aún más la paupérrima representación parlamentaria que las encuestas vaticinan ya a los tories.
Las voces contra Farage
Sunak, del que Farage se ha atrevido incluso a decir que “no es un patriota” después de su espantada de los actos conmemorativos en Francia del 80º aniversario del desembarco de Normandía, intenta ignorar la amenaza de su rival e incluso quitarle importancia: “No me interesa lo que venga de Reform UK, sinceramente, me preocupa más que mi agenda llegue al electorado británico”, aparentaba indiferencia este lunes el primer ministro.
Otros personajes relevantes del partido han entendido que hay que dar la batalla. La ministra de Negocios y Energía, Kemi Badenoch, es una mujer joven, negra, extremadamente inteligente y valiente a la hora de expresarse, que concita el apoyo de moderados y no tan moderados en las filas tories. “Nigel Farage sigue enfrentado a muchos conservadores, incluidos algunos de mis colegas en el Gobierno. Lo que persigue es destruir el Partido Conservador”, aseguraba Badenoch a la cadena LBC poco después de conocerse la candidatura del político. “El Partido Conservador es una institución. Es el partido más antiguo del mundo. Deberíamos hablar de cómo preservar su fortaleza, en vez de arrojar basura sobre él, de destruirlo o de debatir sobre quién va a sustituirlo”, afirmaba tajante.
No iba desencaminada la ministra, una de las voces más rotundas contra Farage, junto a la del ministro del Interior, James Cleverly, en un partido aterrado ante la idea de ofender a ese electorado conservador que mira con simpatía al candidato populista y a sus ideas radicales para acabar con la inmigración.
“Nuestro plan consiste en ser el verdadero partido de la oposición en el próximo Parlamento y en convertirnos en la formación más apoyada en el Reino Unido en las elecciones de 2029″, proclama el candidato de Reform UK, que se atreve incluso a invitar a los que lanzan cantos de sirena que abandonen ellos las filas tories y se sumen a su formación. “Esa es nuestra ambición, y realmente creo que podemos lograr en estos comicios un número mayor de votos que los conservadores. Están al borde del hundimiento absoluto”, pronosticaba.
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