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Modi se proclama vencedor de las elecciones en la India con una victoria más ajustada de lo esperado

La oposición, que tenía las encuestas en contra, se acerca al partido gobernante por primera vez en 10 años, pero sin opciones reales de formar Gobierno

El primer ministro indio, Narendra Modi, llega a la sede de Partido Popular Indio, este martes en Nueva Delhi. Foto: ADNAN ABIDI (REUTERS) | Vídeo: EPV
Guillermo Abril (enviado especial)

Narendra Modi se ha declarado al filo de las nueve de la noche del martes, hora local, vencedor de las elecciones en la India. Aunque el escrutinio aún no ha acabado, la coalición que lidera su partido, el gobernante Bharatiya Janata Party (BJP, Partido Popular Indio), parece haber logrado retener la mayoría en las mayores elecciones generales del planeta. La situación coloca al dirigente de la formación nacionalista hindú, de 73 años, a un paso de asegurarse un tercer mandato histórico al frente del país más poblado de la Tierra, con cerca del 80% del total de escaños ya contados y adjudicados. La victoria, sin embargo, tiene cierto regusto agridulce para el dirigente, después de que el BJP haya sufrido un rapapolvo electoral que ni las proyecciones ni los sondeos a pie de urna habían anticipado. Modi tendrá que lidiar, por primera vez, con el hecho de que su partido no ha alcanzado en solitario la mitad más uno de los escaños en la Lok Sabha (la Cámara baja del Parlamento, que será la encargada de investirle), como en las anteriores dos legislaturas, lo que le exigirá tejer equilibrismos políticos con sus socios de Gobierno.

La alternativa opositora, una alianza de más de 20 partidos capitaneada por el Partido del Congreso (PdC), con Rahul Gandhi al frente, ha logrado batirse mano a mano con el BJP por primera vez en una década, aunque habría quedado sin opciones reales de formar un Ejecutivo.

Con los números aún provisionales sobre la mesa, el actual primer ministro se aseguraría el liderazgo de la India por tercera vez consecutiva, lo que le coloca a la altura de Jawaharlal Nehru, primer jefe de Gobierno tras la independencia. Su mandato estaría sin embargo sometido los próximos cinco años a las caprichosas, fluidas e inestables amistades de la política india, y a una mayor fiscalización de una oposición fortalecida. La caída en el número de votantes indica de algún modo que existe un agotamiento con la era Modi. Pero también subraya la repercusión duradera de un líder que pasará a la historia de la India. Bajo su mandato, el país ha ganado repercusión en la escena internacional y superado al Reino Unido en términos de PIB para convertirse en la quinta economía mundial. Antes del final de este mandato, Modi pretende colocar a la India en el tercer puesto, solo por detrás de Estados Unidos y China. Pero cuenta, en el otro lado de la balanza, con la creciente preocupación de organizaciones e instituciones internacionales por el deterioro en los estándares democráticos, el retroceso en el respeto de derechos y libertades, y el creciente hostigamiento de la oposición, las minorías y las voces críticas.

La Alianza Democrática Nacional, que encabeza el gobernante BJP, habría obtenido 291 escaños de los 543 de la Lok Sabha, 52 escaños por debajo del resultado de 2019, según las proyecciones sobre el voto escrutado del medio India Today en torno a las 22.00 horas en Delhi (18.30 hora peninsular española). La oposición, que llevaba semanas avisando de que podría haber sorpresas en el conteo final, se habría asegurado 234 escaños, 107 más que hace cinco años. El BJP, en cualquier caso, se quedaría con 240 asientos, 63 por debajo de los obtenidos en 2019, y sin lograr rebasar los 272 con los que se alcanza la mayoría parlamentaria. Mientras, el PdC casi duplicaría su presencia en la Lok Sabha, con 99, según los datos oficiales parciales de la Comisión Electoral.

El escrutinio, más ajustado de lo previsto, ha dado lugar a instantes de especulación a lo largo de la jornada. Modi ha apagado las dudas hacia las nueve de la noche, cuando ha llegado en coche a la sede del BJP, blindada de policías y militares, y rodeada por cientos de simpatizantes que han coreado su nombre al verlo pasar. Desde allí, ante una colorida multitud, ha asegurado que formará Gobierno junto a su alianza “por tercera vez consecutiva” y ha dado las gracias a sus votantes. “La victoria de hoy es la victoria de la mayor democracia del mundo y de su constitución”, ha dicho.

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Las sedes de ambos partidos han comenzado a recibir la afluencia de simpatizantes a partir de media tarde. “Modi me inspira. Está haciendo un buen trabajo por India”, contaba a la puerta del cuartel general del BJP Ratan Rajan, de 31 años, un voluntarioso ciclista que ha venido pedaleando miles de kilómetros desde el Estado de Bihar, en el este del país. Sobre el transportín acarrea una figura de cartón de Modi casi a tamaño real. Va vestido con una kurta tradicional india de color azafrán, la tonalidad del partido. “Tiene la visión de hacer de la India una nación desarrollada. Por eso la gente le ha votado”.

En la sede del Partido del Congreso, por la tarde, cuando Modi aún no se ha proclamado vencedor, el ambiente parecía de victoria, a pesar de que los números no sumaban. Los tambores retumbaban, la gente se lanzaba a bailar y agitaban banderas de la formación. Por allí andaba Aashif Sagar, un miembro del Samajwadi Party (Partido Socialista), una de las formaciones fuertes de la alianza opositora, bautizada India. Asegura estar convencido de que logrararán formar un Gobierno de oposición. Él es de Uttar Pradesh, un Estado gigantesco (el más poblado: 240 millones de personas), agrícola y muy empobrecido, que suele abrir la puerta a la victoria en Delhi. Sin el conteo acabado, la batalla en esta región estaba muy igualada. “La ciudadanía estaba tan cansada que ha decidido echar al Gobierno”, aporta Manju Dixit, vicepresidenta del Comité de Mujeres del PdC en Nueva Delhi. Cuando se le replicaba que nada indicaba que fueran a ganar, zanjaba: “El tiempo dirá. Estamos contentos con la alianza y con la respuesta de la nación”.

Los líderes del bloque opositor parecían no darse por vencidos. Con el recuento ya avanzado, no han aclarado si tratarían de formar un Gobierno. “Decidiremos mañana tras debatir con nuestros socios”, ha dicho Rahul Gandhi. “El país ha afirmado de forma gigantesca que no quieren que el señor Modi ni Amit Shah [ministro del Interior] estén involucrados en la gestión del país. No nos gusta la forma en que atacáis la Constitución”, ha dicho Gandhi.

El escrutinio de los mayores comicios del mundo, que empezaron hace más de seis semanas, ha arrancado en la mañana de este martes, después de que el sábado cerraran las últimas urnas. En este gigantesco acto de democracia han votado más de 640 millones de personas de los 970 millones convocados —más de un 10% de la población mundial—, con una participación de en torno al 66%, según datos oficiales.

Elecciones en India
Un hombre frente a un cartel electoral en el que aparece el primer ministro, Narendra Modi, en Chennai, capital del Estado de Tamil Nadu, al este de India, este martes. Stringer (REUTERS)

Las elecciones se han celebrado en un clima polarizado, con debates que han gravitado en torno a la inflación y el desempleo, el respeto al Estado de derecho y el hostigamiento de las minorías, en particular la musulmana. En la campaña, la alternativa opositora ha acusado al partido nacionalista hindú de Modi de laminar la democracia en la India durante su década en el poder y de perseguir una mayoría suficiente como para forzar un cambio constitucional para borrar de su articulado el secularismo indio.

La India rural ha sido una pieza clave del puzle, como muestra la respuesta electoral en Uttar Pradesh y Rajastán: “La historia se está escribiendo en la India rural”, señalaba uno de los comentaristas de India Today durante su emisión en directo. “La gente no tiene trabajo, quieren algo más que cinco kilos de raciones de arroz”, añadía otra tertuliana en referencia a los programas de ayuda alimentaria lanzados por el Ejecutivo de Modi.

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Sobre la firma

Guillermo Abril (enviado especial)
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.
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