Absuelta en Bolivia la mujer protagonista de un escándalo sexual que involucró a Evo Morales
Gabriela Zapata aseguró durante años que había tenido con el expresidente un hijo que nunca existió
Fue un culebrón que cambió la historia política de Bolivia. La relación entre el presidente Evo Morales y Gabriela Zapata mantuvo al país en vilo por años y decantó en dos procesos contra la mujer, el primero con condena y el segundo, que acaba de terminar, con absolución por falta de pruebas. Zapata ha salido libre de un juicio de ocho años por el presunto uso de un niño contratado para suplantar al hijo que dijo haber tenido con Morales y que necesitaba mostrar ante una juez de familia. La juez descubrió el bulo y concluyó que el hijo nunca había existido. A partir de ahí, la fiscalía inició un proceso contra Zapata y otros, entre ellos sus abogados, por “trata de personas”, pero al final no consiguió probar este cargo. La exnovia de Morales se defendió durante el proceso con el argumento de que mientras los hechos ocurrían ella estaba en prisión y actuaban en su nombre los abogados y emisarios que, aprovechando su carencia de relaciones afectivas, le fueron impuestos tanto por el Gobierno de entonces como por la oposición.
Así se cierra la historia del riesgoso romance del presidente Evo Morales con una mujer jovencísima y muy audaz, que usó esta relación, su atractivo y una vida ostentosa para establecer relaciones muy cercanas con el Gobierno, relaciones de las que se aprovechó para beneficiar a empresarios de distinto tipo, sobre todo de origen chino. Por esta razón, Zapata estuvo en prisión entre 2016 y 2020, pagando una condena por enriquecimiento ilícito.
La historia comenzó con el ingreso de Gabriela Zapata a los “trabajadores sociales comunitarios”, un grupo de jóvenes orientados a difundir las ideas del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Evo Morales, con acciones de voluntariado social. Tenía alrededor de 18 años y provenía, a diferencia de la mayor parte de sus compañeros, de la clase media blanca boliviana. Allí conoció a Paola Choque, que se convertiría en su mejor amiga y terminaría con ella en prisión. Y también Evo Morales, que le llevaba 27 años y era, en opinión de la chica, “el mayor líder de la historia de Bolivia”. Tuvieron una relación que escándalizó al país. Según Morales, el amorío comenzó en 2007, cuando la militante socialista ya era mayor de edad.
La relación duró “uno, dos, tres años”, rememoraría posteriormente el expresidente. Durante este periodo, Zapata le dijo que habían concebido un hijo, que Morales accedió a reconocer. Sin ver al niño, que supuestamente estaba enfermo, asistió al registro civil de Cochabamba, y él y dos ayudantes suyos firmaron un certificado de nacimiento. La supuesta madre presentó en la ocasión un documento de “nacido vivo” de una clínica, que después se revelaría como falso. En los meses posteriores pidió al presidente dinero para curar a su hijo y luego supuestamente le dijo que, pese a sus esfuerzos, este había fallecido.
En febrero de 2016, poco antes de un referendo que debía habilitar a Morales para una nueva reelección, el certificado de nacimiento terminó en manos del periodista Carlos Valverde, quien descubrió que la mujer que aparecía en este documento era la gerente comercial de la empresa china CAMC Engineering, millonaria contratista del Gobierno. Valverde denunció tráfico de influencias. Morales desmintió esta acusación, pero reconociendo que había habido una relación y un hijo fallecido.
Poco después del referendo, que Morales perdió en parte por la sombra del escándalo, el Gobierno arrestó a Zapata y a Choque. Las acusó de haber montado un grupo que conseguía información privilegiada y contactos para empresas. Gabriela ya no era la muchacha sencilla de nueve años atrás; varias operaciones estéticas habían transformado su cuerpo, llevaba el pelo rubio, vivía en uno de los barrios más lujosos de La Paz, conducía automóviles Mercedes Benz y aparecía con cierta frecuencia en las portadas de la prensa rosa. Su nombre estaba en la agenda personal de varios ministros y personalidades políticas y de la farándula. Ella misma sugirió que se acostaba con algunos de ellos.
Desde la cárcel, Zapata comenzó a hacer gala de sus vínculos con algunas autoridades, pero sin involucrar a Evo Morales. La prensa estaba segura de que estos dicho eran la anticipación de grandes revelaciones que nunca llegaron. Simultáneamente, la mujer Zapata, rodeada de abogados con pretensiones políticas, uno de los cuales terminó en el exilio y otro comprometido con el derrocamiento de Morales en 2019, indicó que su hijo con Morales estaba vivo. Fue entonces cuando el entonces presidente le inició un proceso ante una juez de familia, que determinó que la parte acusada había tratado de fingir la existencia del menor ante el tribunal. Este fue el acto que Zapata atribuye a sus abogados y a la gente que la rodeó entonces, todos interesados en ayudarla porque se creían que era la “dama que liquidaría al Gobierno del MAS”.
La inexistencia legal del niño permitió que se afirme que Zapata había engañado al entonces presidente, aunque quedó un número de interrogantes sobre la conducta paternal de este, que había inscrito a un hijo sin verlo nunca, y también sobre las mentiras de sus colaboradores más cercanos para cubrir la irresponsabilidad paterna del mandatario: algunos incluso declararon que “habían jugado” con el niño inexistente.
Durante su último proceso, Zapata se consideró una víctima de la política. Afirmó que los juicios en su contra y su encarcelamiento fueron una cortina de humo del MAS para tapar la derrota electoral de su “compañero Evo” en el referendo de 2016 y aseguró que el hijo sí existió, pero que se lo entregó a Morales, algo que nunca antes había dicho y que no fue tomado con seriedad por los juristas ni por la prensa.
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