El nuevo Gobierno portugués asume 60 medidas de los partidos de oposición para mostrar voluntad de diálogo
El conservador Luís Montenegro ha incluido 32 propuestas socialistas, al tiempo que elimina iniciativas de António Costa contra la crisis de la vivienda, como el tope en los alquileres y la tasa a los pisos turísticos
Luís Montenegro, el nuevo primer ministro de Portugal, sigue haciendo funambulismo político para mostrar, por un lado, su nueva autoridad y al tiempo ofrecer diálogo a la oposición. Sin ella, su Gobierno de centroderecha no podrá sacar adelante ninguna medida que requiera tramitación parlamentaria, dada la fragilidad que posee (la coalición electoral que encabezó tiene solo dos diputados más que el Partido Socialista). Para mostrar voluntad de pacto, el Gobierno ha escogido 60 medidas incluidas por los distintos partidos de la oposición en sus programas electorales ―32 de ellas de los socialistas― para añadirlas al programa de gobierno, que ha comenzado a debatirse esta mañana en la Asamblea de la República. “Sin prejuicios ideológicos ni arrogancia”, subrayó Montenegro en su primer discurso en la Cámara desde que tomó posesión.
No lo juzga así la oposición. La nueva presidenta del grupo parlamentario socialista, Alexandra Leitão, ya había ironizado la noche anterior: “Está muy bien que incorporen medidas de los programas de la oposición, pero que no llamen diálogo a eso porque no lo es”. Esta mañana, el líder del PS, Pedro Nuno Santos, abundó en las críticas: “No hubo diálogo ninguno. Diálogo implica diálogo. No escuchó a nadie, escogió 60 medidas y espera que los demás los apoyen. Así no se construyen mayorías ni estabilidades”. El socialista recordó que fue el mismo patrón desplegado durante la votación de la presidencia de la Asamblea, lo que acabó generando un bloqueo y cuatro votaciones. Solo el acuerdo alcanzado entre Montenegro y Santos para rotar la presidencia de la Cámara entre ambos partidos permitió sacar adelante la elección de la mesa.
Con la incorporación de esas 60 propuestas, el Gobierno pretende facilitar la aprobación de su programa de gestión en el Parlamento, un requisito previo para iniciar el mandato, aunque no parece que vaya a cambiar la orientación de los votos de cada grupo. Una vez conocidas las principales medidas del PSD ―que incluyen bajadas de impuestos, el fin del tope a los alquileres y la supresión de la tasa sobre pisos turísticos―, el Bloco de Esquerda ha anunciado que presentará una moción de rechazo, que se suma a la que había anticipado el Partido Comunista Portugués (PCP), antes incluso de conocer la hoja de ruta. “El programa de Gobierno promueve la transferencia de riqueza de la gente que trabaja a los que tienen más”, censuró Mariana Mortágua, líder del Bloco.
Montenegro no está cómodo con los requerimientos de la extrema derecha de Chega para entenderse y busca la complicidad socialista. A su vez, el PS, que ha tenido algunos gestos institucionales como desbloquear la elección del presidente de la Asamblea o el anuncio de que se abstendrá en las mociones de rechazo que presentarán el Bloco y el PCP, está a disgusto con los guiños que recibe del centroderecha. “Prometió el cambio y barrer el socialismo del país, dijo que el país había girado a la derecha y ahora quiere que el Partido Socialista sostenga un Gobierno que quiere cambiar las políticas socialistas. Nadie lo comprende”, ironizó Pedro Nuno Santos.
Entre las políticas del anterior Ejecutivo suprimidas, figuran iniciativas del programa Más Vivienda, que incluían una tasa a los pisos turísticos, el tope en la subida de alquileres o el arrendamiento forzoso de pisos vacíos durante dos años, aunque esta última ya se había descafeinado tanto que solo se consideraba como una herramienta excepcional a la que podrían recurrir los ayuntamientos. El Gobierno también quiere reducciones fiscales significativas, como bajar la tributación de las empresas al 15% en tres años y de las personas que cobran rentas más bajas. En opinión de Iniciativa Liberal, el cuarto grupo de la Cámara al que Montenegro ve como potencial aliado, son medidas insuficientes.
El programa incluye la subida del salario mínimo profesional hasta los 1.000 euros en 2028 y una nueva prestación, el suplemento remunerativo solidario, que se otorgará a los parados que encuentran ocupaciones con remuneraciones inferiores a la prestación de desempleo con el objetivo de incentivar la búsqueda de trabajo. Además, se prevé atender las reivindicaciones salariales de profesores y policías, dos colectivos que han estado en pie de guerra contra el Gobierno de António Costa en los últimos tiempos.
Medidas que no convencen a la extrema derecha, que cuenta con 50 diputados. André Ventura, líder del partido ultra, le exigió al primer ministro que tenga la “humildad de gobernar a la derecha, como le pidieron los portugueses” y recriminó que se haya puesto “en manos [de los socialistas]” a pesar de haber anunciado en el pasado que “iba a barrer el socialismo de Portugal”. Luís Montenegro lamentó la volubilidad de Chega: “André Ventura está habituado a cambiar de opinión, a veces en el mismo día”. También insistió en el guion que ya desplegó en su toma de posesión: tratar de negociar con todos los grupos.
Lo que se vivió en la Cámara es un retrato de lo que será la legislatura, un permanente fuego cruzado sobre Montenegro desde su izquierda y su derecha. Si bien el PS está dispuesto a viabilizar el Gobierno con la abstención en las mociones de rechazo que se votan mañana, no parece dispuesto a facilitarle la vida. Pedro Nuno Santos le desafió a presentar una moción de confianza a la Cámara.
Desde la ultraderecha, Ventura también adelantó que no votará a favor de las mociones, pero exigió contactos con el Ejecutivo y avisó de los riesgos de perpetuar la posición del no es no, con la que Montenegro cerró la puerta a los populistas en el Gobierno y de momento a las negociaciones directas. “Si el Gobierno insiste en esto, no acabará bien”, amenazó Ventura.
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